Entre el año 2002 y el 2007 se iniciaron en España cuatro millones de viviendas de obra nueva frente a las 100.000 del año 2018 y las 106.000 de 2019. De hecho, entre 2016 y 2020 tan solo se iniciaron 437.354 proyectos de obra nueva en nuestro país, una caída considerable que no está logrando satisfacer la demanda actual. Según la consultora Savills Aguirre Newman, España necesita 2 millones de viviendas de obra nueva en los próximos años para poder dar respuesta a la demanda que hay en estos momentos, y que parece seguir creciendo.
Para conseguir satisfacer el interés por este tipo de casa, cada vez son más las promotoras que están reactivando proyectos que se quedaron totalmente paralizados en el año 2008. Hace 13 años, se quedaron en stand by decenas de edificios en todo el país, que todavía siguen a medio construir debido a la quiebra de algunas sociedades o a la falta de capital y de demanda para reactivar esas obras. Sin embargo, eso parece estar cambiando y la necesidad parece apremiar a darle una nueva vida a estos "esqueletos" inmobiliarios.
Según cuentan en El Economista, la ciudad fantasma de Seseña, en Toledo, construida por el polémico Paco el Pocero, está volviendo a revivir. Pero, parece que no es el único proyecto que se ha reactivado con éxito para satisfacer la demanda actual. En total, todos esos proyectos inmobiliarios representan un 4%, de media en función de la provincia, de la obra nueva sin vender.
La mayoría de estos activos inmobiliarios terminaron en manos de la Sareb, también conocido como banco malo, que aglutinó todas las propiedades "tóxicas" para limpiar el balance de los bancos. Ahora, algunas inmobiliarias están trabajando en dar salida a todas estas viviendas que se quedaron paralizadas o a medio hacer con el estallido de la crisis. De hecho, la sociedad Aliseda Inmobilliaria está manteniendo una estrategia para vender tanto a constructores y promotores, como a clientes finales.
Sin embargo, parece que no resulta algo sencillo darle una segunda vida a este tipo de proyectos, ya que muchos de ellos arrastraban una fuerte deuda detrás y legalmente se torna complicado, en ocasiones, poder sanear financieramente los proyectos. Por no hablar de que muchos de estos edificios a medio hacer han caído en manos de okupas.