China está convirtiéndose en un dolor de cabeza para el mercado y para la economía mundial. La última medida tomada por el Gobierno de Xi Jinping, de la que no se está hablando mucho, puede generar consecuencias muy negativas en empresas como Apple y Tesla, además de disparar todavía más la inflación. Y es que, la crisis energética se está expandiendo más allá de Europa y el aumento de los combustibles se ha convertido en todo un problema a lo largo y ancho del mundo. Para tratar de frenar esta escalada y reducir las emisiones de CO2 a la atmosfera, China ha decidido racionar el consumo de electricidad a las empresas, aunque también podría llegar a las familias.
El hecho de que la segunda economía, y la fábrica del mundo, haya decidido frenar el consumo de energía tiene consecuencias muy directas en la economía mundial. Lo más evidente es que las cadenas de suministros se verán mucho más tensionadas. Las empresas con sede en China producirán menos debido a esta medida haciendo que los precios de los productos se eleven y complicando la elaboración de dispositivos. Es el caso de Apple o de Tesla, que dependen de la llegada de componentes fabricados en el país asiático para poder fabricar sus productos. Pero no solo es: también puede hacer que la inflación siga al alza después de tocar máximos no vistos desde 2011 en el caso de la Eurozona.
Por el momento, fábricas de todo tipo están teniendo que limitar su actividad e incluso cerrando, ya que las restricciones de consumo de energía provocan, en algunos casos, que tener abierta la fábrica no sea rentable. Las que más pueden sufrir son las ya mencionadas Apple y Tesla debido a que algunos de sus proveedores han anunciado que paralizarán su actividad varios días, según ha avanzado Reuters.
Las restricciones en el consumo de energía no son algo nuevo en China, pero ahora se suma un componente nuevo: el objetivo de emitir menos CO2. Antes, las fábricas recurrían a los derivados del petróleo cuando el Gobierno imponía restricciones en el consumo de electricidad. Sin embargo, el Ejecutivo de Xi Jinping quiere hacer del gigante asiático un país más verde y ha endurecido las medidas sobre el consumo de los combustibles fósiles. Por tanto, se prevé un invierno complicado para las empresas que dependan de los proveedores chinos.