El precio medio diario de la electricidad en el mercado mayorista sigue en máximos históricos. Esto supone un golpe mensual para las familias, que han tenido que modificar sus hábitos de consumo para aprovechar las horas valle o incluso prescindir de algunos electrodomésticos. Sin embargo, muchos enfermos viven conectados a máquinas eléctricas que les mantienen con vida. Son dependientes de la luz por prescripción médica que han visto cómo su factura se ha incrementado casi un 50% con respecto al año pasado y que, como si no tuvieran suficientes problemas, viven machacados por un gasto disparado que la reforma cortoplacista del Gobierno no solucionará a largo plazo.
Rubén es padre de un niño de 11 meses que padece el Síndrome de Berdon, una enfermedad congénita muy poco frecuente que corta la motilidad del intestino y se trata con nutrición parenteral a través de una bomba conectada a la luz. "Mi hijo empezó conectado las 24 horas. Afortunadamente va mejorando día a día y ahora mismo tiene que estar conectado cinco horas", explica Rubén.
"Por supuesto que hemos notado la subida de la luz. Las facturas no se han llegado a duplicar, pero casi y porque dosificamos. Hemos tenido que empezar a tener un control en casa para utilizar la lavadora y el lavavajillas en las horas más baratas y esas limitaciones nos están volviendo locos. A veces hay que poner la lavadora mientras el peque está durmiendo, o cuando nosotros estamos descansando".
Rubén es autónomo. Trabaja en un taller de carpintería de aluminio y de momento no tiene problemas de momento para pagar las facturas. Sin embargo, explica que hay muchas otras familias apoyadas por la asociación Nupa, que no tienen la misma suerte que ellos. "No sé cómo lo hacen las familias monoparentales. Nosotros de momento vamos un poco viviendo el día a día, pero si esto sigue subiendo, lo mismo nos tenemos que plantear usar velas", bromea.
"No puedes pensar en horas valle y punta"
Beatriz también es electrodependiente. Sufre hipertensión pulmonar y debe estar conectada a una máquina eléctrica de oxígeno durante toda la noche y cada vez que realiza una actividad física que requiere un mínimo esfuerzo. "La mochila de oxígeno tiene una autonomía de 2 horas y hay que cargarla cuando toca. No puedes estar pensando en horas valle y punta", explica Beatriz.
Esa mochila de oxígeno consume aproximadamente lo mismo que una lavadora en funcionamiento, así que la subida de la luz ha sido devastadora en casa de Beatriz: "He hecho cálculos y, sólo con el oxígeno, estoy pagando un 35% más de media que el año pasado. Es una pasada. Con cinco personas en casa estamos pagando 120 euros de luz al mes".
"Te empiezas a plantear cosas y es duro. Estamos intentando programar el lavaplatos o la lavadora a las 6 de la mañana. Procuro cocinar a las 8 porque la vitrocerámica gasta mucho. Para comer de momento no me falta, pero si que sé que hay gente que lo está pasando mal y ya veremos cuando llegue el invierno y haya que encender las calefacciones. No entiendo que haya que pagar tanto para vivir mínimamente, porque esto no son lujos", lamenta Beatriz.
"Tenemos que usar la luz para vivir. No es una opción"
Como otras 600 familias, Beatriz recibe ayuda de la Asociación Nacional de Hipertensión Pulmonar. Su presidenta, Eva García, también padece la misma enfermedad, pero en su caso, debe permanecer todo el día conectada a la máquina de oxígeno debido a un diagnóstico tardío. "Lo he notado muchísimo en el consumo de la luz. El mes pasado me vino una factura de 200 euros. Además, como la mayoría de la gente que tiene hipertensión pulmonar, pasamos la mayor parte del tiempo en casa y nos afecta mucho el frío o el calor y el gasto. Por eso el gasto es máximo, porque además de la máquina, también tenemos el aire acondicionado o la calefacción. Estoy pagando entre 50 y 75 euros más al mes con respecto al año pasado. La diferencia es enorme", señala Eva.
Y aunque el horno en casa de Eva prácticamente se ha convertido en un objeto de adorno, no siempre se pueden modificar los horarios para tratar de reducir la factura: "No puedo realizar actividad física y no puedo tareas domésticas yo sola. Tengo a una empleada de hogar que me ayuda y ¿qué le voy a decir? ¿que venga a las 2 de la mañana a poner lavadoras o pasar el aspirador?", cuestiona Eva, "tenemos que usar la luz para vivir y no es una opción ni un artículo de lujo para nosotros, es una necesidad".