Hace ahora un año, el gobierno catalán puso en vigor una ley autonómica que limita los precios de los alquileres en mercados clasificados como "tensionados", caso de Barcelona. La norma fue aprobada precisamente mientras Madrid desreguló diversos aspectos de su legislación urbanística, de modo que el contraste entre ambos territorios no puede ser más notable.
El objetivo explícito de la ley catalana era reducir los precios de los arriendos, pero este resultado no se ha conseguido. Según datos de Idealista, uno de los portales inmobiliarios de referencia en España, las rentas del alquiler han bajado un 8,2% durante los doce últimos meses, por debajo de la caída del 9,3% que se observa en Madrid, donde no hay controles ni intervenciones y los precios se pactan libremente entre las partes.
De modo que, tras doce meses de aplicación, el control de precios no solo no mejora los resultados del mercado liberalizado de Madrid, sino que presenta cifras peores. Pero la cosa no acaba aquí. De hecho, el efecto secundario más negativo que ha tenido la entrada en vigor de la nueva normativa es la drástica caída en la oferta de vivienda en alquiler.
Así, hoy en día Idealista tiene disponibles 10.900 pisos en alquiler en Barcelona, lo que supone una reducción del 42% en relación con los datos de septiembre de 2020. Además, el número de contactos que recibe de media cada anuncio de alquiler registrado en Idealista ha pasado de 1,7 a 4,8 durante el último año, de modo que hay más del doble de presión para hacerse con un piso.
De modo que Barcelona se suma a la larga lista de países o grandes ciudades en las que el mercado inmobiliario ha sufrido un cambio a peor a raíz de la introducción de medidas de control de precios. La experiencia de la Ciudad Condal, pues, no es muy distinta de la de Suecia, donde las listas para acceder a una vivienda en Estocolmo llegan a alargarse durante dos décadas y cada vez hay más disputas políticas por esta desastrosa situación. De igual manera, Barcelona también parece atravesar problemas similares a los que ya se han visto en Berlín, París o San Francisco, donde también se han intervenido los precios.
La oferta es la clave
Al respecto de lo sucedido, Francisco Iñareta, portavoz de Idealista, apunta que "los datos son tozudos y demuestran que la ley catalana de control del precio del alquiler no ha funcionado como se esperaba. Por un lado, los precios han caído, pero menos que en otros mercados. Por otro lado, los futuros inquilinos tienen ahora un mercado mucho más reducido, lo que dificultará aún más el acceso a una vivienda en alquiler".
Iñareta apunta también que "la manera de garantizar alquiler asequible es ampliando el parque de viviendas, como se vio en la primavera y el verano de 2020, cuando la oferta creció de tal forma que impactó de forma inmediata en los precios de las grandes ciudades, que cayeron con fuerza".
En este sentido, a nadie debería escapar que lo que está pasando con el precio de la vivienda en España confirma punto por punto el argumentario tradicional de la escuela liberal de economía, que aboga por reducir la intervención en el mercado y por favorecer un aumento drástico de la oferta de obra nueva como solución a la subida de precios, tanto para la compra-venta como para el alquiler.