Las comisiones de las remesas suponen una pérdida de 550.000 millones de dólares (463.000 millones de euros) al año para los emisores y receptores de dinero. Actualmente, la media de las comisiones por enviar dinero entre diferentes países se encuentra en el 7%. Es decir que, si un extranjero decide enviar 1.000 euros de España a un segundo país, pagará una media de 70 euros. Aunque es una situación que afecta especialmente a los países emergentes, que tienen un mayor número de emigrantes que envían dinero a su lugar de origen para mejorar la situación financiera de su familia.
Las criptomonedas son la gran salvación para evitar perder ese 7% cada vez que se realiza un giro de dinero. Además, es mucho más rápido. Mientras que una operación a través de Western Union puede llevar hasta 7 o 9 días desde que una persona realiza el envío y una segunda persona lo recoge, un envío en Bitcoin tarda 10 minutos. Pero ya no solo cuenta la rapidez, sino las pocas comisiones que se pagan. Así, enviar dinero en bitcoin u otra criptomoneda es más rápido y más barato que hacerlo de la manera tradicional.
Por este motivo, El Salvador ha decidido convertirse en el primer país que acepta el uso de bitcoin como moneda oficial. Además, pese a las protestas, el 77,5% de la población salvadoreña aprueba el uso del bitcoin como moneda de curso legal, según una encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia.
El Gobierno de Nayib Bukele ha decidido instalar cajeros por todo el país para que sus ciudadanos puedan hacer operaciones de conversión rápidas entre dólares estadounidenses y bitcoins. Por el momento, el Banco Central del país no ha emitido un documento en el que se establezca una regulación clara sobre el uso de la moneda. Aun así, desde el 7 de septiembre se ha convertido en una moneda de curso legal y servirá para realizar cualquier tipo de operación en el país.
Por su parte, la oposición al Gobierno destaca la volatilidad y el blanqueo de dinero como los principales hándicaps para la adopción de bitcoin. Sin embargo, el número de personas que apoyan el uso de la criptomoneda es mucho mayor. Ahora, solo falta por ver cuál será la regulación y el uso que darán los ciudadanos a la divisa.