Los autoproclamados "activistas por el clima" afirman que el capitalismo es el culpable del cambio climático y la destrucción del medio ambiente. Cada vez que alguien les pide soluciones, prescriben más regulación y menos libre mercado. Pero la experiencia histórica arroja serias dudas sobre estas supuestas soluciones.
Ya en el año 1968, la Alemania comunista incluyó la protección del medio ambiente en su constitución, fijando dicha meta como un objetivo de Estado. Cuatro años después, en 1972, la RDA estableció su propio Ministerio de Medio Ambiente, algo que la Alemania federal, capitalista y democrática, no haría hasta quince años más tarde.
La propaganda de la RDA afirmaba constantemente que el capitalismo era el culpable de la destrucción del medio ambiente y defendía que solamente el socialismo, con su modelo de economía planificada y el consecuente dirigismo por parte del estado, podría garantizar un medio ambiente limpio y bien conservado.
Pero, ¿cómo eran las cosas en realidad? En 1990, la fundación federal creada en el país teutón para evaluar todo lo ocurrido en la RDA publicó un demoledor estudio en el que, haciendo balance sobre esta cuestión, se afirmaba lo siguiente:
"Los problemas ecológicos en la mitad Este del país son devastadores. La población de la antigua RDA lidia con problemas de contaminación ambiental casi en todas partes. Particularmente grave es la polución del aire causada por el dióxido de azufre y el dióxido de carbono, creado por la quema de lignito. El lignito es la mayor fuente de energía en la RDA, pero las centrales eléctricas están desactualizadas y no hay equipos de desulfuración. De hecho, la contaminación es tan severa que muchas personas en las regiones más afectadas (por ejemplo, en polos industriales como Dresde, Halle, Karl-Marx-Stadt o Leipzig) sufren de enfermedades respiratorias y eczema con niveles de prevalencia que están muy por encima de la media. La "niebla industrial" activa regularmente las alarmas de smog en ciudades y pueblos, dejando capas de polvo sobre los automóviles, los alféizares de las ventanas e incluso la ropa que los habitantes de estas ciudades dejan tendidas para secar al aire libre"
"Los cuerpos y masas de agua están muy contaminados. La industria química vierte aguas residuales no tratadas que contaminan acuíferos, dañando ríos y lagos. El chiste popular sostiene que "todo es gris en la RDA… salvo los ríos" y, lamentablemente, este chascarrillo no está exento de razón. El "Silver Lake" o "Lago de Plata", ubicado cerca de Bitterfeld / Wolfen, es representativo de los drásticos problemas de contaminación del agua que ha sufrido la mitad Este del país. Esta antigua cantera a cielo abierto sirvió como pozo de aguas residuales para las fábricas de las industrias comunistas, que vertían lodos y desechos. En 1990, la capa de lodos contaminados con metales pesados llegaba a tener hasta doce metros de espesor en algunos lugares. Sin embargo, no solo las aguas residuales industriales contribuyen a la contaminación del agua, sino también el uso excesivo de fertilizantes en la producción agrícola, también planificada. En general, buena parte de los ríos y lagos de la RDA estaban muy diezmados ecológicamente en 1990"
Según este informe, el suelo de muchas áreas de la antigua RDA resultó estar contaminado por una amplia variedad de sustancias, sea por causa de la agricultura intensiva, por la ganadería industrial o por el vertido incontrolado de vertidos tóxicos en vertederos silvestres.
Los mineros del uranio de Wismut trabajaban en condiciones extremadamente peligrosas para su salud que, como forma de compensación, se les ofrecían siete litros de aguardiente cada mes. Se trataba de ayudar a olvidar el infierno, la miseria y la contaminación de la Alemania comunista...
Sin embargo, a nadie de la zona se le permitió mencionar la palabra "uranio" e incluso los folletos oficiales del régimen silenciaban por completo los trabajos que se hacían con dicho material. El silencio se trasladó a las conversaciones privadas entre los vecinos de la zona y los empleados de la empresa minera estatal más grande de Europa: el uranio nunca se mencionó, siempre se silenció.
De hecho, los datos relativos al desempeño ambiental del país se convirtieron en "información clasificada" el 19 de marzo de 1974, tras una decisión ministerial del 19 de marzo de 1974 que otorgó a Günther Mittag, secretario del Comité Central del Estado para la Economía, autoridad sobre la distribución de los informes y evaluaciones ambientales anuales de la RDA.
Desde 1982, solo tres personas recibían el informe anual de desempeño medioambiental: el propio Mittag, el presidente del Consejo de Estado Willi Stoph y el jefe de la Stasi, Erich Mielke. Para el resto, solo había silencio. De hecho, muchos ciudadanos solo conocieron la verdad sobre el catastrófico estado del medio ambiente después de la reunificación, por mucho que sufriesen problemas diarios a raíz de dicha debacle y, por tanto, pudiesen intuir que la cosa iba tremendamente mal.
Datos demoledores
He aquí algunos datos clave para evaluar el bagaje del comunismo alemán en materia medioambiental:
- El historiador Hubertus Knabe, experto en la historia de la RDA, afirma que el régimen fue "uno de los mayores asesinos climáticos del mundo". Así, "los mismos que se jactaban de haber abolido el capitalismo emitían en 1989 tres veces más CO2 por unidad de PIB producido que la Alemania occidental, democrática y asentada sobre el sistema económico de libre mercado".
- En cuanto a la contaminación del aire, los datos para 1988 muestran que las emisiones de dióxido de azufre por kilómetro cuadrado eran diez veces mayores en la RDA (48,1 toneladas/m2 frente a 4,6 toneladas/m2). Si nos fijamos en las partículas en suspensión, vemos que la carga media por metro cuadrado era de 20,3 toneladas en la RDA, diez veces más que en la mitad occidental, donde esta métrica era de 1,8 toneladas por metro cuadrado.
- En los hogares, casi dos tercios de los apartamentos de la RDA se calentaban con combustibles sólidos, como briquetas de lignito, en el momento en el que se produjo la reunificación.
- Casi la mitad de los principales ríos de la RDA estaban biológicamente muertos en 1989. De hecho, se prohibió beber agua del 70% de ellos, ante el deplorable estado en el que estaban dichos cauces fluviales.
- Casi la mitad de los residentes de la Alemania comunista no tenían un suministro de agua potable limpia de manera permanente. La elevadísima presencia de nitrógeno, fósforo, metales pesados y otros contaminantes en las aguas hacía imposible hidratarse con agua de grifo.
Knabe recalca que "al igual que muchos activistas climáticos de hoy, el liderazgo de la RDA sostenía que solo aboliendo el capitalismo se podrían resolver los problemas medioambientales, pues creían que era la codicia de las corporaciones lo que conducía a la despiadada destrucción de la naturaleza. Según esta lógica, el afán de lucro necesitaba ser reemplazado por la razón y la planificación del Estado, en beneficio de la sociedad en su conjunto. Solo sería posible preservar el medio ambiente si se suprimía también el libre mercado".
Sin embargo, como demuestran los hechos descritos anteriormente, las economías que operan bajo modelos planificación centralizada han sido responsables de las mayores catástrofes ambientales conocidas por el ser humano durante el último siglo. Por lo tanto, es aún más absurdo que los autoproclamados "activistas climáticos" de hoy en día estén tratando de persuadirnos de abolir el capitalismo y se empeñen en poner nuestra fe en una mayor regulación estatal de la economía, puesto que esto no solo no ayudará a resolver los problemas medioambientales, sino que contribuirá a agravarlos.
Rainer Zitelmann es el autor de "El capitalismo no es el problema, es la solución" (Unión Editorial, 2021). Considerado uno de los liberales más influyentes de Alemania, es doctor en Sociología e Historia, empresario de éxito y columnista habitual en medios como City AM, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Le Point o Forbes.