"La ciencia dice...". "Los expertos vs los negacionistas...". "La evidencia..."
Cuando se habla de cambio climático, el sector oficial lo tiene claro. Lo primero es dejar claro que ellos tienen de su lado LA VERDAD, los datos, las investigaciones más avanzadas, el mayor número de expertos... Y ante esto, los argumentos no valen.
Puedes decirles que sí, que aceptas todas y cada una de las tablas de los informes del IPCC, cada décima de incremento de temperaturas medida en el último medio siglo, cada hipótesis sobre el impacto del hombre en el clima. Puedes intentar explicar que tus dudas no son sobre lo medido, sino sobre lo propuesto: (1) Cómo y dónde reducir esas emisiones: Europa, China, EEUU...; (2) Qué opción es mejor: reducir ahora el crecimiento económico y el uso de la energía o permitir crecimiento económico aunque eso lleve a más calentamiento global y dejar que nuestros nietos se adapten al mismo; (3) Qué estrategias serían mejores para lograr un cambio en el uso de la energía: impuestos o impulso de tecnologías alternativas.
Pero les da igual. Primero te insultan "negacionista"; y luego vuelven a "la ciencia", que todo lo tapa. ¿Cómo vas a estar en contra de "la ciencia" o los "expertos"?
Por eso, lo ocurrido esta semana (en realidad, todos los años por estas fechas) es todavía más grave. El martes, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), un organismo especializado de las Naciones Unidas, publicaba su informe anual "Atlas de la OMM sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos (1970-2019)" (aquí el sitio web en español). Y nos dejaba un titular muy llamativo, alarmante, preocupante y que se ha reproducido en numerosos medios en todos los países occidentales: "En ese período de 50 años, el número de desastres se ha quintuplicado, impulsado por el cambio climático, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y la mejora en los mecanismos de suministro de información". En España, por ejemplo, EFE titulaba así la información: "La crisis climática multiplica por cinco los desastres en medio siglo".
Pues bien. Es mentira. Así, sin más. Ni con matices ni sin matices. Mentira monda y lironda. Que lo dice el mismo informe en cuanto uno se mete un poco a ver de dónde sale la cifra. Eso sí, aunque tampoco había que ser un genio para intuir que había algo raro ahí (¿cinco veces más fenómenos extremos que hace 50 años?), los grandes medios de comunicación han reproducido de forma acrítica el dato. Pueden ustedes copiar el titular de EFE y copiarlo en su buscador: se encontrarán decenas de referencias, sólo en nuestro idioma, a una cifra tan absurda como falsa.
¿La ciencia? ¿La información rigurosa de los medios de referencia? Pues eso...
Y no entraremos a preguntarnos por qué se ha escogido publicarlo justo en estas fechas, a principios de septiembre, cuando es más probable que alguna tormenta tropical golpee las costas de EEUU. Pensaremos que es casualidad, porque quién va a imaginar que se programan estos informes tan científicos y objetivos con el objetivo de generar un poco de alarmismo.
Desastres e información
Lo primero, el dato principal: 22.326 "desastres" en total desde 1970, de los que la mitad (11.072) pueden atribuirse a fenómenos climáticos, meteorológicos o hidrológicos extremos: olas de calor o frío, inundaciones, sequías, incendios, huracanes... El resto de causas que pueden generar estos llamados "desastres" (un término que en español no suena igual que en inglés y para el que quizás habría que buscar una alternativa) son geofísicas -terremotos o corrimientos de tierra-, tecnológicas -vertidos, grandes accidentes, explosiones...-, etc.
A la derecha puede verse el gráfico principal (click para ampliar) en el que se muestran los "reported disasters" (desastres de los que se ha informado) por década. Cómo vemos, de 1970 a 1979 hubo 711 y de 2010 a 2019, 3.165. De hecho, de 2000 a 2009 hubo más, 3.536, por lo que siguiendo esta lógica podríamos haber celebrado como un éxito la reducción de la última década.
Ahora bien, nos quedamos con esos 771 vs 3.165. ¿Quiere decir esto que los fenómenos meteorológicos extremos con consecuencias sobre la población se han multiplicado por cinco en medio siglo? No. De hecho, la propia definición de la ONU ya nos hace levantar la ceja. Porque dice que esto se debe en parte a "la mejora en los mecanismos de suministro de información". ¿¿?? ¿Y qué tiene que ver la información con el número real de desastres? Una cosa es que los recopilemos para las estadísticas y otra que ocurran. Pero no se pueden mezclar las dos cosas en el mismo titular para decir que la cosa va a (mucho) peor... salvo que seas la ONU y los grandes medios occidentales y quieras generar un poco de alarmismo.
Lo explica aquí Bjorn Lomborg: se nos está diciendo que los desastres causados por el clima se han quintuplicado cuando en realidad lo que ha ocurrido es que hay muchos más países informando sobre esta cuestión que hace 50 años. Y sí, todo el incremento en los desastres recopilados parece debido únicamente a este hecho. Decimos "parece" porque si no había información, no hay forma de saberlo con una seguridad plena. Pero viendo las gráficas en las que se compara el número de países incluidos en las bases de datos con el número de fenómenos recogidos, parece haber una relación muy directa. Y porque, además, si cogemos sólo los países con mejores datos desde hace un siglo, no existe esa multiplicación de desastres de la que se nos alerta.
De hecho, siguiendo este razonamiento, tendríamos que decir que también se han disparado los terremotos y las erupciones volcánicas (algo que todavía nadie ha asociado al cambio climático): y es que el número de terremotos registrados se ha multiplicado por seis desde hace un siglo. De nuevo, no, no hay más terremotos. Lo que hay es más información sobre los mismos.
En realidad, en los países de los que disponemos de más información (EEUU es el mejor ejemplo), no hay evidencias que muestren que estos fenómenos extremos se han disparado en el último siglo. Por ejemplo, el número de huracanes que han golpeado el territorio continental de este país se ha mantenido bastante estable en el último siglo y medio, con una ligera tendencia a la baja en la cantidad total (ver aquí The Economist en 2017, con datos desde 19850) y una ligera tendencia al alza para los huracanes más intensos.
Pero esto vende peor si somos una agencia de la ONU que vive del alarmismo climático (o unos medios que se nutren de sus notas de prensa).
Muertes y dinero
Curiosamente, al mismo tiempo que se prestaba mucha atención a la multiplicación por cinco del número de desastres, apenas se destacaban otros dos puntos del informe muy interesantes: los que hacen referencia a las muertes causadas y el dinero perdido por este tipo de fenómenos.
En este punto, incluso la propia ONU e incluso usando las estadísticas falseadas que hemos visto anteriormente, ha tenido que reconocer que las cosas están mejorando. Así, el informe nos dice que "gracias al perfeccionamiento de los sistemas de alerta temprana y a la mejora de las prácticas de gestión de desastres, el número de muertes es casi tres veces menor".
En realidad, lo que ha ocurrido en el último siglo es todavía mejor. Como puede verse en este gráfico (click para ampliar), el número de muertes causadas por fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, sequías, incendios, huracanes, temperaturas extremas...) se ha desplomado un 95% desde 1920. Y esto teniendo en cuenta que si hay algún sesgo en la estadística, éste nos llevaría a reducir las muertes atribuidas hace un siglo (porque para muchos de estos fenómenos, en ciertas regiones del mundo, ni siquiera tenemos noticias). Y si comparamos número de muertes por millón de habitantes, la caída es del 99%.
¿A qué se debe esta mejoría? Pues a todo tipo de avances: médicos, en los sistemas de alerta, sistemas de evacuación, mejor coordinación tras el desastre, mejores infraestructuras, etc. Lo que ha mejorado es la capacidad del ser humano de adaptarse al medio, algo que también podría ser un punto interesante en el debate sobre el cambio climático: ¿qué es mejor, intentar detenerlo a costa de interrumpir el crecimiento económico o intentar adaptarse a sus consecuencias con mejor tecnología?
Ni siquiera en términos económicos puede decirse que nos vaya peor. Aunque cada vez que haya un huracán, unas inundaciones o un gran incendio lo primero que veamos sean las cifras de los daños materiales. Y es verdad que suelen ser enormes, entre otras cosas porque en el planeta somos cada vez más y más ricos, con lo que esos fenómenos extremos golpean a viviendas, infraestructuras o fábricas más valiosas. No sólo eso, además gastamos mucho dinero en protegernos (algo que es bueno) por lo que es lógico que esas infraestructuras construidas para evitarnos los peores efectos de este tipo de situaciones también se vean dañadas, con el coste que eso tiene.
Pues bien, incluso así, como explica aquí Michael Shellenberger, el coste en comparación al PIB se mantiene constante (o incluso un poco a la baja) en las últimas décadas. Es decir, aunque somos más, nuestras construcciones son más caras y parte del dinero que gastamos va destinado directamente a limitar el número de muertes aunque eso suponga un mayor coste... ni siquiera así, si comparamos en términos de nuestra creciente riqueza, puede decirse que estos fenómenos meteorológicos nos cuesten cada vez más (aunque sí son más costosos en términos absolutos, incluso ajustando por la inflación, porque lo que destruyen es más valioso).
Esto puede verse en las tablas de la OMM que comparan los fenómenos más destructivos en vidas humanas y en coste económico. Los seis eventos que más pérdidas económicas causaron en el último medio siglo tuvieron lugar en EEUU (los huracanes Katrina, Harvey, Maria, Irma, Sandy y Andrew). Enfrente, los diez eventos que generaron más muertes ocurrieron en países del Tercer Mundo: sequía en Etiopía, huracanes en Bangladesh, sequía en Sudán... Lo que nos apunta en una dirección contraintuitiva pero positiva: cuando escuchemos que un evento meteorológico causa daños materiales milmillonarios, no pensemos que es bueno en términos absolutos (sería mejor que no hubiera ocurrido) pero sí en términos relativos (una vez que ocurre, los daños materiales casi siempre se producen a cambio de menos muertes; digamos que el coste en infraestructuras sirve para reducir el coste en vidas humanas).