Pedro Sánchez ha vuelto a activar la maquinaria populista con el inicio del curso político. Nada le que la luz haya alcanzado niveles nunca vistos, que la inflación esté disparando el coste de la cesta de la compra o que la recuperación económica no sea sino un espejismo. Su objetivo era darse un baño de masas y deleitar a su entregada audiencia –empresarios del Ibex incluidos– con un gran anuncio: la "subida inmediata del SMI".
Sánchez no concretó ni fecha ni cuantía de su perniciosa idea. Únicamente quería saciar su sed propagandística ante la reunión que estaba celebrando en ese mismo momento el Ministerio de Trabajo, la patronal y los sindicatos para abordar, precisamente, el incremento del SMI. Poco importa que los empresarios rechacen rotundamente una medida que ralentiza y destruye el empleo. El Gobierno del diálogo no tendrá en cuenta las opiniones y advertencias de los que generan puestos de trabajo. Lo fundamental era que Sánchez lograra acaparar titulares con otra de sus falsas conquistas sociales.
Tras el minuto de gloria de Sánchez, los agentes sociales filtraron la propuesta del Gobierno: subir 15 euros en 2021, 31 en 2022 y otros 31 en 2023. Esto supondría fijar el SMI en 965 euros este año y en 1.027 en 2023 –siempre en 14 pagas–. ¿Por qué subir ahora sólo 15 euros y no otros 50, como impusieron Sánchez e Iglesias a principios de 2020? Y ¿dónde están los 164 euros de la subida de 2019? Mejor aún, ¿por qué no elevar el SMI a 2.000 euros o a 3.000 para acabar con todos los pobres del país? Sencillamente, porque hasta este hatajo de incompetentes sabe que la economía nacional está exhausta y que los costes laborales no aguantan un euro más, pero tienen que mantener la farsa engañando a la ciudadanía. Por supuesto, el Ejecutivo social-comunista no cuenta con ningún estudio técnico que avale su propuesta disparatada.
En cambio, la lista de informes que evidencian que cuando el Estado fija por ley los sueldos se genera paro y se perjudica a los trabajadores más desfavorecidos es infinita. Recordemos el demoledor estudio del Banco de España (BE) que tanto se le atragantó al Gobierno hace unos meses. Tal fue el bochorno que generó saber que la aplaudida subida del SMI decretada en 2019 sacó del mercado laboral a unas 170.000 personas que desde Podemos llegaron a pedir que se corriera "a gorrazos" al gobernador del BE. Así actúa la izquierda cuando la evidencia desmonta sus insensateces.
En dicho documento, el BE decía también que los trabajadores considerados más vulnerables habían resultado ser los más perjudicados por la elevación del SMI. Sí, esos a los que tanto se jacta de proteger la izquierda. Lo mismo ocurre con las pymes, las más afectadas por el aumento del coste laboral que genera el SMI, ya que son las que más tienen que recurrir a este tipo de salarios. En la última comprobación del BE se confirmó que la genialidad social-comunista se había cebado con los trabajadores más jóvenes y con los mayores de 45 años. Por otro lado, otros estudios revelan que esta intromisión en la gestión empresarial golpea al empleo doméstico, al agrario y también al extranjero. Porque obligar coactivamente a los empresarios a pagar sueldos por encima de la productividad real de los trabajadores, lejos de mejorar las condiciones laborales por arte de magia, manda directamente a las listas del paro a todos aquellos con menor experiencia y cualificación. Al paro o a la economía sumergida...
Para que haya mejores salarios lo mejor es fomentar la creación de empresas y la contratación laboral y bajar impuestos. Todo lo contrario de lo que hace el Gobierno, pues. Ahora más que nunca, con 725.000 empleos perdidos en el sector privado por la pandemia, es urgente acabar el disparate social-comunista de las subidas insensatas del SMI.