El atronador silencio de Pedro Sánchez sobre la desbocada subida del precio de la energía eléctrica silencia las mendaces explicaciones en el Congreso de la ministra de Transición Ecológica (sic), Teresa Ribera, cuya comparecencia merece pasar a los anales de la vacuidad. Tanto uno como otra han puesto de relieve la dantesca incompetencia y la descomunal irresponsabilidad del Gobierno, incapaz de utilizar los instrumentos a su alcance para poner freno al desatino, ya sea por ignorancia, desidia o razones de índole venal.
La subida del recibo de la luz está teniendo ya graves consecuencias para miles de familias, trabajadores autónomos y pequeñas y medianas empresas. El efecto sobre la inflación es brutal, y todavía no ha dado de pleno en la cesta de la compra, que presumiblemente experimentará drásticos aumentos en las próximas semanas y meses. Todo ello pone en jaque la recuperación económica, afecta a la capacidad adquisitiva de los salarios y ensombrece un horizonte que no estaba precisamente despejado, dada la persistencia de la pandemia.
Sin embargo, el Gobierno es incapaz de hacer nada. El precio de la energía eléctrica está desbocado, compromete el futuro de millones de españoles, alimenta nefastas expectativas inflacionistas y Sánchez sólo tiene el recurso de mandar a Ribera a hacer el ridículo en el Congreso, mientras que a sus socios de Podemos les da por sugerir intervenciones en el mercado tan demagógicas como disparatadas para tapar su mayúscula ignorancia e inoperancia.
Eso sí, Sánchez cuenta con el favor de no pocos medios de comunicación que alertaban de la pobreza energética en tiempos del Gobierno del PP, cuando el recibo de la luz subía un moderado 8% en comparación con las actuales alzas. Había que ver cómo los comunicadores de cabecera de la hegemónica izquierda televisiva describían las caras de pena de los niños tiritando porque en su casa no daba para enchufar las estufas. El drama de la pobreza energética era entonces tan aterrador como inexistente ahora para esos medios a pesar de que la subida de la luz no es del 8 sino del 200%. Se llegó a decir con absoluta impunidad que la política energética de Rajoy costaba 7.000 muertos al año. ¿Qué no pasará este invierno cuando los precios sigan desbocados, como vaticinan todas las proyecciones?
También dispone Sánchez de la complicidad de los sindicatos. Ni en CCOO ni en UGT consideran necesario elevar el tono y presionar al Gobierno para que reduzca las cargas fiscales sobre la factura. Dicen sus líderes que no es el momento. En cambio, antes, con el anterior Ejecutivo, cualquier excusa era buena para protestar en las calles. No por conocido deja de ser indignante el cinismo de los líderes sindicales, que ahora miran para otro lado mientras las familias y los trabajadores sufren de manera clara en sus bolsillos los efectos de la demencial política energética de estos buenos para nada.