Muchos de los autoproclamados "activistas contra el cambio climático" no están verdaderamente preocupados por el clima y el medio ambiente. Para ellos, este debate es un mero instrumento para avanzar en su lucha contra el capitalismo. Un buen ejemplo lo tenemos en uno de los últimos libros de Naomi Klein, quien durante años ha sido una de las voces más activas contra el libre mercado.
Klein, famosa por sus críticas a la globalización capitalista, ha reconocido que no tenía ningún interés particular en estos temas. Sin embargo, en 2014 escribió un voluminoso tomo de 500 páginas titulado "Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima". ¿Por qué de repente se interesó tanto por tales cuestiones? Hasta entonces, el principal tema de la obra de Klein era, efectivamente, la lucha contra el libre comercio y la globalización.
Ella misma admite que su "compromiso profundo con [el tema del cambio climático] se debe a que me di cuenta de que podría ser un catalizador para formas de justicia social y económica en las que ya creía" (p. 51). De igual modo, admite que espera que "un nuevo tipo de movimiento ecologista pueda emprender la lucha contra el llamado libre comercio" (p. 75).
Precisamente por eso, Klein rechaza tajantemente la posibilidad de que se planteen modelos y tecnologías altamente eficientes, como por ejemplo la energía nuclear, segura y respetuosa con el medio ambiente, argumentando que no le interesan en absoluto las mejoras que mantengan en pie el marco del capitalismo.
En su obra, Klein admite que el cambio climático no es para los anticapitalistas más que "una posibilidad de usar colectivamente una situación de posible crisis y dar un salto a una situación que sea mejor que la actual" (p. 6). De igual modo, apunta que "el cambio climático podría convertirse en una fuerza catalizadora que genere un cambio positivo", hasta el punto de que habla de esta cuestión "como el mejor argumento que han tenido los progresistas (…) para rescatar nuestras democracias de la corrosiva influencia corporativa (…), bloquear nuevos y dañinos acuerdos de libre comercio (…) o abrir fronteras a los inmigrantes" (pp. 6-7).
Klein no esconde, pues, que su forma de afrontar el tema gira en torno a la esperanza de "formar la base de un poderoso movimiento de masas" (p. 7), al que confía las siguientes metas:
- "Expandir radicalmente los bienes comunes" [es decir: las propiedades y recursos en manos del Estado] (p. 9),
- Introducir una "economía cuidadosamente planificada" (p. 82),
- "Cambiar prácticamente todo lo relacionado con nuestra economía" (p. 19)
- Impulsar "nuevos impuestos, nuevos programas de obras públicas" (p. 34)
- "Revertir las privatizaciones" (p. 34),
- "Lograr la extinción de la industria más rica y poderosa que el mundo haya conocido, la del petróleo y el gas" (p. 55),
- Introducir "indicaciones gubernamentales sobre la frecuencia con la que conducimos o volamos, la comida que consumimos (…) o lo grandes que son nuestras casas" (p. 79),
- "Un reordenamiento fundamental de los componentes del Producto Interno Bruto" (p. 81),
- "Reducir la inversión privada y acabar con el consumo excesivo" (p. 81),
- Consolidar el "aumento del gasto público" (p. 81),
- Articular "mucha más redistribución" (p.81).
En su opinión, los ajustes deben recaer especialmente sobre el 20% de la población con mayores recursos, para así "crear una sociedad más justa" (p. 80). En la misma línea, sostiene que "el actual sistema económico está en guerra con el sistema planetario", de modo que la única respuesta es "un cambio revolucionario a la hegemonía política y económica" (p. 49).
Creo que estas citas, sin duda representativas de muchas otras declaraciones de Klein sobre este tema, confirman que los anticapitalistas que han entrado en este debate solo están preocupados cosméticamente por el medio ambiente, puesto que su único y verdadero propósito y objetivo es eliminar el capitalismo y establecer una economía planificada dirigida por el Estado.
Precisamente por eso rechazan sistemáticamente todo tipo de medidas efectivas que protegerían el medio ambiente y mitigarían cualquier riesgo para el medio ambiente, porque tales salidas serían compatibles con el sistema económico imperante que ellos pretenden tumbar, es decir, con el capitalismo.
Por eso, ahora que se habla del Green New Deal en Estados Unidos o que la Unión Europea impulsa iniciativas similares, es fundamental poner de manifiesto que quienes se ponen esta máscara no están interesados en el medio ambiente, sino en abolir el capitalismo e introducir una economía planificada. Lejos de ser una sugerencia echa con mala fe o una tesis provocadora, ellos mismos lo admiten, como vemos en el libro de Klein. Basta con leer atentamente lo que escriben para tenerlo claro.
Rainer Zitelmann es el autor de "El capitalismo no es el problema, es la solución" (Unión Editorial, 2021). Considerado uno de los liberales más influyentes de Alemania, es doctor en Sociología e Historia, empresario de éxito y columnista habitual en medios como City AM, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Le Point o Forbes.