Algunos apuntes rápidos sobre el caso Messi y la economía del fútbol (por un aficionado a las dos disciplinas):
1. Si es verdad que, como se publicó en el verano de 2020, el Manchester City ofrecía hace menos de un año 100 millones más Gabriel Jesús, Bernardo Silva y Eric García a cambio de Messi, estamos ante el peor negocio deportivo de la historia.
Sumemos: 100 millones + tres jugadores que podemos valorar en otros 100 millones siendo más bien conservadores + el ahorro en el sueldo de Messi (se habla de unos 140 millones por esta última temporada). En el otro lado de la table tenemos un coste de ¿entre 50-60 millones? por los tres sueldos.
Luego está el debate de lo que cada uno opine de los futbolistas. A mí, ni Silva ni Gabriel Jesús me gustan especialmente; pero eso es otro tema, porque el club podría haberlos vendido para hacer caja y reducir deuda. Pero desde un punto de vista contable, el resumen es que el Barça ha perdido cerca de 300 millones de euros por tener a Messi una temporada más ¿a cambio de?: una Copa del Rey y estar en quiebra.
2. Las opciones principales para hacerse con Messi son el PSG y el City (aunque parece que los ingleses se retiran de la puja). Hablamos de dos equipos que hace 10 años sumaban cuatro ligas en total en toda su historia (dos para cada uno) y que nadie habría incluido en el top 20 europeo en una lista de "clubes más importantes del continente".
3. Florentino tenía razón 1: o se forma una Superliga con reglas muy estrictas o los jeques heredarán el fútbol. Lo explicábamos hace unas semanas en Economía para quedarte sin amigos: una de las claves del acuerdo para crear la Euroliga es fijar unas reglas comunes a las que los grandes clubes europeos tengan que ajustarse (al menos de forma aproximada)
¿Es posible competir con un rival al que no le afectan las reglas financieras clásicas? Imaginen una empresa de coches que venda sus modelos a 1.000 euros la unidad porque el dueño es un megamultimillonario al que no le importa perder miles de millones cada año hasta que se le termine el dinero. Financieramente es una locura, pero a los clientes eso les da igual y la consecuencia sería que esta marca se haría con el 90% del mercado en unos meses.
El fútbol es un negocio peculiar (ni siquiera tirando el dinero te aseguras el éxito), pero incluso así, la ventaja que da no tener que justificar la cuenta de resultados es enorme. Y ya parece claro lo poco que preocupa a los jeques la milonga del fair play financiero de la UEFA.
4. Florentino tenía razón 2: sin un acuerdo patronal (llámese Superliga o cómo se quiera), los jugadores seguirán haciendo lo que les dé la gana y llevándose la mejor parte del pastel. Laporta se las veía muy felices al comienzo del verano y hablaba del compromiso con el club de sus estrellas, pero a la hora de la verdad nadie ha aceptado que le tocaran ni un euro de sueldo (empezando por Messi, que ha exigido cantidades que es muy cuestionable que ni siquiera el mejor jugador de la historia pueda pedir con 34 años y los resultados del equipo en las últimas dos temporadas).
Cómo explicábamos hace unas semanas, el fútbol es una actividad económica en la que los grandes clubes aparentemente lo tienen todo (a los clientes cautivos, ingresos estables, ventajas competitivas muy interesantes)... pero pierden dinero cada año porque el margen se lo llevan los jugadores y sus agentes, que se aprovechan de las pujas enloquecidas entre los clubes por hacerse con las principales estrellas.
5. Dicen que la llegada de Messi al PSG abre la puerta (o al menos facilita) a la salida de Mbappé, que podría acabar de rebote en el Real Madrid (bueno, de rebote y 200 millones mediante). El PSG lo ha negado... pero habrá que ver el resultado. Si los franceses dejan ir a Mbappé (22 años) para que Messi juegue un par de temporadas junto a Neymar, puede que el punto 1 de este artículo quede obsoleto en unas semanas.
6. ¿Es posible manejar un negocio a medio plazo en el que los dueños quieren perder dinero?: uno no sabe lo que piensa cada aficionado del Barça. Pero si aceptamos como representativa la reacción de la prensa deportiva catalana o los periodistas culés más seguidos en redes sociales... parece que la noticia no ha sentado demasiado bien en la masa social.
Desde la distancia de un seguidor atlético que sabe que a su equipo estas cosas ni le van ni le vienen (nosotros no estamos en la lucha por estas grandes operaciones), la sensación es que lo mejor que le podía pasar al Barça era esto: no hipotecarse por un jugador de 34 años y reconstruir con una base de jóvenes que no está nada mal (Dest, Araújo, Eric García, De Jong, Pedri, Fati...) y a los que en teoría debería salir relativamente barato retener.
De hecho, como decía antes, creo que para el Barça habría sido una bendición que Leo Messi se hubiera ido hace un año con la megaoferta del City (incluso una oferta muy inferior a la publicada habría sido buena). Pero al aficionado medio los análisis financieros no le interesan demasiado. En el verano de 2020 lo que había en Barcelona era un clamor para que el club hiciera lo que fuera para que Messi se quedara.
De nuevo, volvemos a la peculiar naturaleza del fútbol, un negocio en el que los dueños (socios de clubes que no son sociedades anónimas) o semi-dueños (abonados que sostienen a los clubes y que actúan casi como si fuera suyo) presionan cada día a sus ejecutivos para que realicen operaciones que deterioran su futuro financiero a medio plazo y ponen en peligro incluso la supervivencia de la entidad.
7. Y los avales lo complican todo todavía más. Es una paradoja, pero los directivos de los clubes que no son sociedades anónimas (Madrid y Barça) están más expuestos a las pérdidas que los que son dueños de los clubes.
En el caso de estos últimos, lo peor que puede pasar es que el club quiebre y se pierda lo invertido. Pero los directivos de Barça o Madrid tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de los avales (personales y sobre sus propios bienes) que han tenido que presentar y que suponen una cifra muy importante (la Junta de Joan Laporta tuvo que reunir 125 millones en avales para poder acceder a sus puestos tras las últimas elecciones y no fue fácil lograrlo). Así es todavía más complicado afrontar operaciones como ésta.
8. La cantera sigue siendo la forma más barata de construir un equipo. Luego está la duda de cómo retener a la estrella cuando los jeques-oligarcas pasan revista (que le pregunten al Ajax), pero para Madrid, Barça o Atleti debería ser algo más sencillo retener a los jugadores de la casa que para otros clubes. Dependerá de cada caso y de lo que cada futbolista valore un millón de euros más o menos; pero incluso así, es lógico pensar que te apretará menos en las renovaciones uno de la casa que el que llegó hace dos años y puede volver a irse al primer capricho de su agente.
También por eso lo de las renovaciones cuando quedan varios años de contrato por delante, algo que el aficionado no siempre entiende: la clave es que el club asume el riesgo de lesión o desplome en el rendimiento y a cambio el jugador aprieta menos en el salario; un agente libre puede negociar con mucha más libertad, pero el jugador sabe que corre el riesgo de lesionarse cuando le quedan dos meses para terminar el contrato y quedarse sin nada.
9. La otra opción es el formato Bayern: fichar a cualquier jugador joven con pinta de crack que juegue en la Bundesliga. La jugada es buena porque limitas riesgos de adaptación (ya conoce tu campeonato, el país, el idioma) y es más fácil que ese jugador que se incorpora muy temprano a un club acabe siendo una especie de semi-canterano. En nuestra liga los ejemplos podrían ser los de Benzema, Marcelo, Oblak...: fichar joven (si se hace con tino) y comprometer al jugador con la entidad es rentable deportiva y económicamente.
10. El mercado de La Liga
- España: 47,3 millones de habitantes y un PIB per cápita de 25.020 euros en 2019 (datos de Eurostat)
- Alemania: 83,1 millones y 35.980 euros
- Francia: 67,3 millones y 33.400 euros
- Reino Unido: 66,6 millones y 32.910 euros
- Italia: 59,6 millones y 27.100 euros
No olvidemos estas cifras, porque el campeonato doméstico de un deporte es uno de los productos más nacionales que podamos imaginar. Sí, es verdad que en los últimos años se han disparado los ingresos por los derechos de emisión a nivel internacional. Pero tampoco debemos engañarnos, al final la fuerza económica de una liga depende del público que acude a los estadios, paga por la televisión de pago, atrae a los patrocinadores... Por eso, la sentencia del caso Bosman supuso el principio del fin para los clubes portugueses, holandeses o belgas: hasta los años 80-90, los campeones de estos países luchaban con cierta asiduidad por los grandes títulos europeos. Desde que los límites de extranjeros en la plantilla dejaron de ser relevantes, cada día es más complicado que un club que no pertenezca a una gran liga se lleve una Champions.
No todo es número de habitantes y riqueza; por lo que antes apuntábamos del atractivo en el exterior de tu mercado y porque puede que en tu país se dedique un porcentaje más elevado del gasto de consumo a este tipo de bienes. Por ejemplo, en Reino Unido lo que cada hogar destina a espectáculos deportivos, en directo y a través de la TV, tradicionalmente ha sido mucho más elevado que en los demás grandes países europeos. Pero estas dos variables (población y renta) son clave porque nos dan la pista del potencial de tu base de clientes y de su capacidad de pago. Y en España estamos en la última posición en las dos clasificaciones si nos comparamos con los otros grandes países europeos.
Dicho esto, lo cierto es que hasta ahora no nos ha ido tan mal. La Liga es la segunda competición doméstica más fuerte tras la Premier. De hecho, se supone que el acuerdo que Tebas tiene con CVC es mejor que el que se ha ofrecido a otros campeonatos europeos. Miren el siguiente cuadro de KPMG (click en la imagen para ampliar) sobre ingresos de las cinco principales ligas europeas. La distancia entre la española y la francesa, la italiana o la alemana es llamativa, sobre todo en los ingresos por derechos internacionales. Este último punto nos recuerda que el interés deportivo de la competición también importa: en estos tres campeonatos, la última década ha sido un cuasi-monopolio de PSG, Bayern y Juve (roto en Italia y Francia en la última edición) y esto parece que no seduce a las audiencias internacionales. España (tres candidatos claros de inicio) e Inglaterra (al menos seis-siete si contamos a Tottenham y Leicester) han mantenido el interés por el resultado y eso también se nota en este punto.
Y todo ello en un mercado (el televisivo) en el que el directo (que es la gracia del deporte) pierde importancia en beneficio del consumo a la carta. Con Amazon llamando a la puerta. Con los jóvenes cada día más desconectados. ¿Qué podrá exigir Ansu Fati si dentro de 17 años sigue en el Barça? Veremos...