Las terminales mediáticas del Gobierno celebran con gran fanfarria los datos de paro y afiliación conocidos este martes. Unos datos que reflejan una creación extraordinaria de empleo, con más de 800.000 nuevos puestos de trabajo creados en el último año y una reducción de más de 350.000 parados respecto al mismo mes de 2020.
Estos datos demuestran, a juicio del Ejecutivo, que la recuperación ya está aquí y que sus políticas. Sin embargo, el Gobierno hurta del análisis una realidad terrible, y es que hay casi 800.000 personas que trabajaban en julio de 2019 y que hoy, segundo verano de la pandemia, quieren hacerlo y no pueden, bien porque siguen en el paro, (400.000 personas) o porque siguen inmersos en un ERTE (330.000).
Pedro Sánchez ha sacado pecho del crecimiento interanual del PIB –del 20%– y de los mencionados datos de empleo y afiliación. Datos que, asegura, "corroboran que España está consolidando y recuperando el crecimiento económico. Una extraordinaria noticia que nos tiene que animar a hacer las cosas como hasta ahora". Para enfatizar su optimismo, Sánchez ha afirmado: "España estaba hace un año resistiendo el embate de la pandemia y ahora estamos en un escenario completamente distinto".
Además de olvidar que fue él mismo quien presumió de derrotar al coronavirus en julio del año pasado y pidió a la gente que perdiera el miedo a salir a la calle, también parece negarse a ver la realidad que se oculta tras el efecto estadístico con el que hace propaganda: los fundamentales económicos siguen denunciando la complicadísima situación en que se encuentran cientos de miles de españoles.
Esta misma semana, en Libre Mercado José María Rotellar recogía algunos de los datos que el Gobierno está decidido a sepultar bajo los fuegos de artificio del PIB y el empleo: España cerró 2020 como el país de la UE con mayor déficit, un 11% del PIB. En el primer trimestre de 2021 ese déficit alcanzó el 8,2%, entre los más altos de la Unión Europea. Esto se debe a un gasto público desorbitado, que ha disparado la deuda pública 25 puntos, hasta el 125% del PIB. Y lo peor no es que el volumen de gasto haya sido enorme, sino que Sánchez lo ha convertido en estructural. La consecuencia directa es la salvaje subida de impuestos que prepara el socialista.
A esto hay que añadir otra realidad. En el acumulado de los seis primeros meses del año, la cifra de turistas extranjeros se ha desplomado a 5,4 millones, la mitad de los 10 que nos visitaron en el mismo periodo de 2020 (en enero y febrero no hubo pandemia). En ese mismo periodo en 2019 habían llegado en los seis primeros meses del año casi 40 millones de turistas. Es decir, todo apunta a que volveremos a perder la campaña de verano.
El turismo no levanta cabeza, las quiebras empresariales están falseadas por la moratoria concursal y seguimos muy lejos de recuperar los datos y la tendencia de creación de empleo previos a la pandemia. Un proceso de vacunación deficiente y lento aleja la llegada de la normalidad y para colmo carecemos de reformas estructurales que incentiven la creación de empleo, el dinamismo empresarial y la llegada de inversiones.
Si a todo esto añadimos que otros países competidores lo están haciendo mejor, se nos antoja tremendamente irresponsable el triunfalismo del Ejecutivo.