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EDITORIAL

Capitalismo y libertad para 'desbloquear' Cuba

Sólo la libertad –política, social, cultural– y la economía de mercado pueden salvar a la Cuba explotada hasta la náusea por la ideología de los Cien Millones de Muertos.

Parece mentira que haya que seguir aclarando que Cuba no está sometida a ningún bloqueo internacional. El supuesto complot de los malvados países capitalistas liderados por EEUU para llevar a la ruina a la dictadura de los Castro no existe; es una farsa inventada por la izquierda adoradora del comunismo para justificar la miseria en que vive el pueblo cubano. Estos días, en que miles de cubanos se están echando a las calles armados de dignidad y coraje para denunciar el régimen criminal que les sojuzga, numerosos miembros del Gobierno de Pedro Sánchez han aventado la infame patraña a fin de blanquear la tiranía formalmente capitaneada por Miguel Díaz Canel, servil lacayo de Raúl Castro y la mafia militar que detenta el poder en La Habana.

Bloquear económicamente un país consiste en impedirle militarmente comerciar con el resto del mundo. A Cuba no la bloquea nadie. De hecho, en 2019 importó bienes valorados en más de 5.000 millones de dólares; España, por cierto, fue su principal proveedor, el origen del 20% de sus compras en el exterior. Lo que tiene impuesto EEUU al régimen castrista es un embargo, no bloqueo; y un embargo por lo demás que sólo afecta a determinados bienes. Es por eso que más del 50% de la comida que llega a Cuba procede de Estados Unidos, dato que no es que ignoren sino que callen los repulsivos revolucionarios por cuenta ajena que lamen las botas de los despiadados cleptocratas que sojuzgan a los cubanos.

La ominosa realidad es que en la Cuba comunista es prácticamente imposible producir nada. Cualquier atisbo de riqueza detectada por la mafia gobernante es objeto de confiscación, saqueo o rapiña. La agricultura y la industria son prácticamente testimoniales y el 75% del PIB se sostiene sobre un deleznable sector servicios volcado en el turismo.

La carestía, el desabastecimiento y la insalubridad forman parte del día a día del matirizado pueblo cubano, que tiene en la misérrima cartilla de racionamiento su pesadilla y su condena. Con unos salarios misérrimos que se mueven entre los 5 y los 80 euros al mes, para colmo han de lidiar con una inflación que cuando no está en el 500% alcanza el 900%. Para comprar medio kilo de carne de cerdo se necesita el salario de un camarero al mes, las camisas o los pantalones se pagan a plazos varios meses, el champú y el gel de baño son productos de lujo y escasean... Eso es Cuba. Y para una población cuya renta per cápita superaba a la española antes de la llegada de Fidel Castro y que jugaba en la misma liga de los países ricos no podría haber peor humillación.

Los indecentes apologetas españoles de la dictadura castrista deberían predicar con el ejemplo y vivir la revolución; o sea, no desde sus casoplones o sus mullidos sillones ministeriales sino como un cubano de a pie, sin ahorrarse una sola humillación o miseria. Cuesta imaginar siquiera una pose más despreciable que la de estos indeseables que tienen la indignante suerte de no tener lo que se merecen.

Sólo la libertad –política, social, cultural– y la economía de mercado pueden salvar a la Cuba explotada hasta la náusea por la ideología de los Cien Millones de Muertos. Los cubanos no se merecen menos. ¡Que Viva Cuba Libre!

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