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Calviño: los datos que desmontan la supuesta solvencia de la nueva vicepresidenta

Los datos de su gestión son nefastos, tanto si se considera la pandemia como si se aíslan los datos o se compara la evolución con Europa.

Los datos de su gestión son nefastos, tanto si se considera la pandemia como si se aíslan los datos o se compara la evolución con Europa.
Calviño, en la picota | EFE

La remodelación del gobierno acometida por el presidente Pedro Sánchez ha elevado a la ministra de Economía, Nadia Calviño, al cargo de vicepresidenta primera. A raíz de esta decisión, no pocos observadores han interpretado que el mandatario socialista desea reforzar el perfil técnico del Ejecutivo apoyándose en una de las figuras que menos polémicas ha protagonizado en los últimos años.

Pero la imagen de solvencia que se pretende asociar con la figura de Calviño choca frontalmente con la fría evidencia de los datos, que certifican un franco deterioro de la economía desde que la gallega asumió la cartera del ramo. En todos los indicadores de referencia, España está mucho peor que en 2018 y, lo que es peor, nuestro desempeño a lo largo de la pandemia figura a la cola de Europa y la OCDE.

Empecemos por el crecimiento. En 2017, el PIB español avanzaba a una tasa del 3%, pero esta rúbrica se redujo al 2,4% en 2018 y al 2% en 2019. Peor aún, en 2020 se observó un descenso del 10,8% que prácticamente duplica el descenso de la producción económica registrado en las demás economías desarrolladas.

Fijémonos ahora en el empleo. Aunque Calviño lleva ya más de un año sacando pecho con las cifras de ocupación, lo cierto es que los datos son desoladores. Para empezar, el paro oficial ha pasado de 3.162.162 a 3.614.392 efectivos desde que la socialista gallega se hizo cargo de la economía española, un aumento de 452.230 personas. Eso sí: si consideramos también la cifra de trabajadores no ocupados que están en activo, desempleados con disponibilidad limitada que no encuentran empleo, afectados por ERTE o autónomos en cese de actividad, encontramos que la cifra efectiva de desempleados es de 4,9 millones, lo que equivale a un paro real de casi un 22%.

Pongamos ahora el foco en el desempeño fiscal. Según el último boletín del Banco de España, las obligaciones del Tesoro se han incrementado en 247.636 millones de euros entre 2017, año previo a la llegada al gobierno de Pedro Sánchez, y el primer trimestre del presente año, para el que el organismo regulador ya ha emitido resultados. En cuanto al déficit público, este indicador apenas mejoró en 2018 y 2019 (se esquisto en el 3% del PIB, tras haber bajado del 11% al 3% del PIB durante la Administración Rajoy) y se disparó al 11% del PIB en 2020 (muy por encima del desajuste medio observado en la UE-27, donde el déficit medio fue del 7% del PIB).

De modo que, con los datos encima de la mesa, la imagen de Calviño como presunta garante de la ortodoxia y la estabilidad económica se viene abajo una vez se escrutan las cifras, puesto que tal propaganda choca de manera frontal con la cruda realidad de unos datos que cuestionan la capacidad de la nueva vicepresidenta primera de pilotar la economía española de forma satisfactoria.

Pero, además, no hay que olvidar que muchos de los pulsos económicos que se han librado en el Consejo de Ministros se han saldado con la prevalencia del criterio de los ministros más radicales del Ejecutivo. Así, la idea de que Calviño sería un "dique de contención" frente al populismo de Podemos parece incompatible con la aprobación por parte del gobierno de decisiones como la contrarreforma laboral, las más de diez subidas de impuestos y otras medidas similares.

Y, por último, si de lo que se trata es de generar confianza, no hay que olvidar que la última actualización de los datos de crecimiento para España implicó una revisión de hasta 36.500 millones de euros, la mayor desviación jamás registrada.

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