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EDITORIAL

Lo de Garzón el necio no es una "tontá" sino la siniestra agenda del Gran Reseteo

El Plan España 2050 que Sánchez ha enviado a Bruselas ya incluye la intención reducir el consumo de carne de la ciudadanía.

Alberto Garzón lo ha vuelto a hacer. El ministro de Consumo, que no quiere que consumamos, ha vuelto a poner en su diana a un sector económico para hundirlo, como ya hiciera con el turismo. La víctima de esta semana ha sido la industria cárnica, difamada con una absurda campaña cargada de mentiras y datos tergiversados. La excusa del comunista es que se siente "preocupado por la salud de nuestros ciudadanos y por la salud de nuestro planeta" (sic). Parece que el ministro frutero ya se ha aburrido de dedicarse a la inútil tarea de publicitar la lista de los vegetales más apropiados para el mes julio –entre los que destacan la acelga, el apio o el pepino– y ha decidido pasar a la acción. Con los 41 millones de euros de dinero público que dilapida al año su departamento, lo cierto es que tiene margen de maniobra para unos cuantos despropósitos.

El nuevo plan del líder de IU consiste en persuadir a la ciudadanía para que consuma menos carne. Para ello, no ha dudado en atacar las bandejas de carne "baratas" provenientes de "macrogranjas" que hay en el supermercado. El motivo es que "llenan las tripas de forma rápida, saciante y económica", lo que irrita sobremanera al ministro, que se jacta de proteger a los que menos recursos tienen. Así, la mejor forma de que los españoles no consuman carne es que no puedan pagarla.

Garzón inventa que los españoles han intensificado su consumo de carne muy por encima de los niveles recomendados, por lo que se toma la licencia de indicarles qué deben y qué no deben comprar. Claro, la salud es lo primero. Pero lo que desconoce –u oculta a conciencia– este adorador del régimen castrista es que la esperanza de vida de España es la segunda del mundo, solo por detrás de la de Japón. Con estos resultados, lo que tendríamos que potenciar es precisamente nuestra dieta, y no "cambiarla" como él pretende.

Al ministro Garzón también le preocupa el impacto climático de la producción de carne. Por eso se ha propuesto destruir a su industria, la cuarta del país. El desprecio de Garzón a las cerca de 3.000 empresas del sector (mataderos, salas de despiece, industrias de elaborados, etc.) repartidas por todo el territorio nacional es tal que ni siquiera se ha planteado qué sería de las 100.000 personas a las que dan trabajo si llegara el momento en el que tuvieran que echar el cierre. Y eso sin contar al medio millón de ganaderos que comen del sector primario, todos ellos habitantes de la España vaciada de la que la izquierda se pretende adalid, y a los que habría que sumar el resto de empleos indirectos. Pero lo importante para Garzón es que las "flatulencias" de las vacas provocan la "muerte" (sic) de la ciudadanía y que estos inofensivos animales consumen demasiada agua –cuando los propios ganaderos explican que el 90% de ese agua proviene de la lluvia–. Con estos rocambolescos razonamientos, Garzón quiere acabar con un tejido industrial que representa el 2,4% del PIB y mueve 27.000 millones de euros al año. No puede haber mayor disparate.

Hasta su compañero de Gobierno, Luis Planas, le ha afeado a Garzón su temeraria desfachatez. "Está absolutamente fuera de lugar", protestó el ministro de Agricultura. Otro socialista que tampoco dudó en descalificar a su socio comunista fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que aseguró: "En Madrid se dicen muchas tontás". La tormenta de reacciones la remató Pedro Sánchez en un intento fracasado de hacer la gracieta de los filetes al punto.

Pero por mucho que en el PSOE se hayan puesto de acuerdo para ridiculizar al inútil de Garzón, su estrategia no es más que otra farsa. Y es que, en su propio Plan España 2050, Sánchez ya incluye la intención reducir el consumo de carne de la ciudadanía. Los precursores de este objetivo no son los social-comunistas españoles –cuya originalidad es limitada–. Garzón y Sánchez lo único que obedecen es uno de los mandamientos de la agenda de Davos, con su Gran Reseteo. Acabar con la carne, con la libertad de los individuos e intervenir cualquier aspecto de la vida privada forma parte del ideario liberticida que se está imponiendo a nivel mundial. No, no es ninguna tontá: las estupideces de Garzón hay que tomárselas muy en serio.

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