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Diego Barceló Larran

Sin careta: la vocación autoritaria y violenta del Gobierno

Es difícil condensar en tan pocos segundos tanta manipulación, mentira e inexactitud como en el último anuncio del Ministerio de Derechos Sociales.

Es difícil condensar en tan pocos segundos tanta manipulación, mentira e inexactitud como en el último anuncio del Ministerio de Derechos Sociales.
Europa Press

En el entretiempo de un partido de la Eurocopa, me sorprendió un anuncio del Ministerio de Derechos Sociales (puede verse en el canal de Youtube del Ministerio). En el mismo, una enfermera recoge datos de bebés recién nacidos, mientras que un enfermero se los informa. Frente a un primer bebé, la enfermera pregunta la hora de nacimiento, altura, peso y, aquí viene la sorpresa, los ingresos de la familia (75.000 euros anuales), y si hay algún "factor hereditario relevante" ("cinco inmuebles", responde el enfermero). Las mismas preguntas se repiten frente a un segundo bebé, pero la respuesta a la pregunta de los ingresos familiares es "12.000 euros anuales". Ya no hay una quinta pregunta, pues la enfermera vaticina: "otro que va a tener complicaciones".

Para terminar, una voz en off dice: "la mayoría de los niños que nacen en familias pobres serán pobres de adultos, POR MUCHO QUE SE ESFUERCEN. Que su origen no determine su futuro. Construyamos igualdad. Es mérito de todos".

Es difícil condensar en tan pocos segundos tanta manipulación, mentira e inexactitud. Al mismo tiempo, es difícil condensar mejor, en tan poco tiempo, el fondo autoritario que anima al grupo que nos gobierna.

Aunque los socialistas de todos los partidos se empeñan en hablar de "millones de pobres" en España, los datos dicen que el 99,9% de la población (ese es el dato, no es una forma de hablar) tiene teléfono móvil, TV color y lavadora. Solo un 2,6% de la población tiene dificultades para comer carne o pescado tres veces por semana. Esa realidad, en la que la pobreza es algo marginal, basta para confirmar que los jóvenes de hoy viven mejor que sus padres y mucho mejor que sus abuelos. Eso puede ratificarse mirando estadísticas de acceso a la educación y a la salud, de graduados universitarios, de esperanza de vida, mortalidad infantil, analfabetismo y otras similares.

Es cierto que podrían estar aún mejor, si se removieran todas las trabas que los socialistas de todos los partidos han impuesto y que impiden conseguir un empleo a gran parte de la juventud.

El problema es que el socialismo necesita mantener viva la llama del resentimiento, uno de sus motores fundamentales. Por eso prefiere intoxicar a la gente con un fatalismo que no existe (basta mirar a vecinos y familiares para encontrar casos que desmienten la propaganda oficial) e inocular resentimiento diciendo que la pobreza es inexorable "por mucho que te esfuerces".

Seguramente se estará preparando la segunda parte del anuncio, con los bebés ya crecidos, cobrando su primer Ingreso Mínimo Vital. Aunque el socialismo no podrá quitarte el resentimiento (nunca lo hará, pues te necesita segregando bilis), te promete una vida sin esfuerzo a costa del trabajo ajeno (algo que, lejos de considerar inmoral, todo socialista cree un acto de reparación). Eso sí: la vida fácil prometida por el socialismo es mediocre, sin perspectiva de mejorar, para así tenerte siempre dócil para acatar la voluntad del líder de turno.

La tierna presencia de los bebés pretende ocultar el aspecto más peligroso del proyecto gubernamental: que para "construir igualdad" no hay más alternativa que recurrir a la violencia. Es decir, utilizar el poder coactivo del Estado para robar a unos lo que es suyo, para dárselo a otros. ¿Quitarle a quiénes? A quienes decida el líder socialista (entre las últimas víctimas se cuentan los que tengan un coche diésel, los que beban bebidas azucaradas, los que contraten un seguro, etc.). ¿Quitarles cuánto? Lo que decida el líder socialista. Detrás de la promesa de "igualdad" se esconde un proyecto con una decidida vocación autoritaria y violenta.

Que teniendo el mayor déficit fiscal de la UE y una deuda pública insostenible, un ministerio redundante gaste dinero del contribuyente en propaganda ideológica, no es solo irresponsable y disgregador. Es también un aviso. Nos están diciendo que van a por todas. Estamos avisados.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

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