No hay una única política económica posible. Una, intervencionista, basada en una mayor intromisión en la economía, gasto público creciente, déficit alto, deuda elevada y subida de impuestos, además de una ausencia total de reformas. La otra, liberal, basada en la austeridad y reducción del gasto, la estabilidad presupuestaria, la reducción ordenada y selectiva de impuestos y la eliminación de trabas que libera renta para la economía productiva, genera un marco de confianza y credibilidad y dinamiza la actividad económica y el empleo.
Es legítimo optar por una o por otra, pero sabiendo siempre que cada una de ellas dará diferentes resultados, porque distintas políticas dan distintos resultados. Así, desde el punto de vista regional, nos encontramos con unas regiones, que Cataluña, Valencia o Andalucía en la época socialista -todo el período autonómico menos los últimos tres años- han optado por la política intervencionista, frente a Madrid, que ha optado por una política liberal.
Especialmente desde 2003, Madrid comenzó a aplicar una política económica basada en el liberalismo clásico, con gasto reducido y eficiente e impuestos bajos. Así, por ejemplo, Madrid redujo el IRPF, de manera que cuenta con un tipo máximo 5 puntos inferior al de Cataluña, mantiene la exención al 100% en el impuesto de Patrimonio y la bonificación al 99% en Sucesiones y Donaciones para los familiares más cercanos, mientras que Cataluña repuso Patrimonio y Sucesiones y Donaciones y va a aplicar nuevas subidas en el IRPF.
Esa política de Madrid, de respeto permanente a la estabilidad presupuestaria, ha permitido que haya sido una de las regiones que mejor ha cumplido, en media, con el objetivo de saldo presupuestario. La estabilidad presupuestaria no es más que el cumplimiento de un compromiso que tiene que tener la economía del sector público con sus cuentas, donde los gastos no deben superar a los ingresos y la deuda debe ir reduciéndose. Compromiso que, además, se refuerza al serlo también del conjunto de España con la Unión Europea, y que aunque haya quedado suspendido en estos dos ejercicios afectados por la pandemia- y también en 2022- no debe desviarnos de la ortodoxia que implica su cumplimiento.
El déficit presupuestario es un grave desequilibrio que genera muchos perjuicios a la economía española y que endeuda de manera importante a las generaciones futuras, hecho que Buchanan llegó a tachar de "inmoralidad". Además, como dejó claro Ricardo en su "equivalencia ricardiana", los agentes descuentan ese endeudamiento futuro y se retraen en el presente en el consumo y la inversión. Por ello, los intervencionistas tratan de ocultarlo con la generación de todo tipo de ilusión fiscal.
En dicho ámbito de estabilidad presupuestaria, a partir de esa política de gasto austero y eficiente y de impuestos bajos, el liberal-conservadurismo apuesta por el cumplimiento de la estabilidad presupuestaria, con el propósito de conseguir reducir el endeudamiento.
De esa manera, podemos comprobar cómo Madrid ha sido la región que mejor ha cumplido con la estabilidad presupuestaria desde el inicio de la anterior crisis y hasta el último ejercicio.
De esta forma, en ese período, Madrid ha tenido en media -junto con Canarias-, un déficit inferior al 1%, pese a ser una de las regiones peor financiadas por el Sistema de Financiación Autonómica (SFA), que le obliga a hacer un esfuerzo mayor que al resto de regiones, además de ejercer la mayor solidaridad de España, que permite, así, que las regiones menos prósperas puedan financiar sus servicios esenciales. Ese déficit medio de Madrid en ese período ha sido el menor de todas las CCAA, casi un punto menos que la media regional, 1,3 puntos menos que Cataluña y cinco puntos y medio menos que el conjunto de España.
Esa política de cumplimiento de la estabilidad presupuestaria se traduce en un menor nivel de endeudamiento también con la reciente publicación de los datos de deuda de lasa AAPP correspondientes al ITR-2021 por parte del Banco de España, siendo Madrid la región con menor incremento de deuda en ese período, 10,8 puntos del PIB, frente a los 21 de la media regional, los 28 puntos de Cataluña, los 34,5 de Castilla-La Mancha, los 36,7 de Valencia y los 85,6 puntos del conjunto de España.
Y si lo analizamos en un período más amplio, desde 2003, momento en el que en Madrid se inicia la adopción de las políticas de mayor libertad económica, el resultado también es muy significativo, al incrementarse la deuda en Madrid en 10,2 puntos frente al aumento de 30,8 puntos en Cataluña (el triple que en Madrid), y 21,6 puntos en la media regional.
De hecho, Madrid es, junto con Canarias y País Vasco, quien tiene una menor deuda sobre el PIB, todas ellas en el entorno del 16%, con la particularidad de la importancia del esfuerzo de Madrid, ya que el País Vasco es una región foral y Canarias, pese a ser una región de régimen común, también tiene especificidades en su sistema tributario.
Eso no es fruto de la casualidad, sino del marco flexible y dinámico, que atrae a empresas, profesionales y personas, que generan las políticas aplicadas en la Comunidad de Madrid, en el margen de sus competencias, basadas en el gasto eficiente, dedicado a lo esencial, con los mejores servicios públicos de España, los impuestos bajos, el cumplimiento de los objetivos de estabilidad, la libertad económica y las reformas que eliminan obstáculos en la economía y que permiten crecer más, gastar menos pero contar con los mejores servicios, tenerlos impuestos más bajos, la mayor prosperidad y la mayor atracción de empresas y desarrollo de actividad económica. Distintas políticas dan distintos resultados.