A lo largo de los últimos cinco años, la presidencia del gobierno de Perú ha cambiado de manos en cuatro ocasiones. Se esperaba que las elecciones generales celebradas entre el 11 de abril y el 6 de junio sirviesen para apuntalar la gobernabilidad del país andino, pero los resultados de la primera vuelta arrojaron un panorama de fragmentación y polarización que alejó más aún la deseada estabilidad institucional.
Así, el candidato comunista Pedro Castillo logró el 18,9% de los sufragios, mientras que Keiko Fujimori, hija del autócrata que gobernó el país durante los años 90, sumó el 13,4% de los votos. El tercer cuarto candidato con más apoyo fueron el conservador Rafael López Aliaga, que se hizo con el 11,8% de los apoyos, y el liberal Hernando de Soto, que alcanzó el 11,6% de los sufragios. Entre los cuatro aspirante con mayor respaldo apenas alcanzaron el 55,7% de las papeletas.
Pánico ante un gobierno de Pedro Castillo
Así las cosas, la batalla por la presidencia quedó en manos de Pedro Castillo y Keiko Fujimori. El primero se proclama abiertamente marxista y ha recabado parte importante de su apoyo en las provincias. Su grupo pide la liberación de los terroristas de Sendero Luminoso, un terrible grupo violento de inspiración maoísta al que se imputa la muerte de más de 31.000 peruanos.
Castillo prometió "redactar una nueva Constitución" y "oponerse al neoliberalismo", defendiendo abiertamente el paso "del Estado supervisor, al Estado interventor, planificador, innovador, empresario y protector". Uno de sus hombres fuertes, el congresista Guillermo Bermejo, afirmó que "si alcanzamos el poder, no lo vamos a dejar". Nada más conocerse el triunfo de Castillo en la primera vuelta de las presidenciales, la bolsa peruana sufrió un desplome sin precedentes.
El programa de Castillo incluye la nacionalización de los sectores mineros, gasísticos y petroleros. Los principales yacimientos, minas, pozos, refinarías o centrales productoras quedarían expropiados y pasarán a manos del gobierno. Además, el aspirante comunista ha anunciado que pretende gravar la actividad de las multinacionales con tasas de hasta un 80%.
Su movimiento político también aboga por aplicar la prohibición de importaciones de aquellos productos que estén siendo producidos por empresas del país andino. Una medida comercial de corte ultra-proteccionista que podría disparar todo tipo de sanciones contra las exportaciones peruanas, además de encarecer significativamente los bienes y servicios disponibles.
El documento de Perú Libre, formación electoral de Pedro Castillo, afirma que "para ser de izquierda, se necesita abrazar la teoría marxista. Por tanto, decirse de izquierda cuando no nos reconocemos marxistas, leninistas o mariateguistas es simplemente obrar en favor de la derecha".
Además, Castillo plantea un aumento disparatado del gasto educativo (pretende elevarlo al 10% del PIB, frente al 3% actual), eliminar el sistema de pensiones (que se articula en gran medida en torno a cuentas individuales de capitalización) y subir los impuestos al sector privado.
Las ideas de Keiko
Frente a Castillo concurría una de las políticas más discutidas del país andino, Keiko Fujimori. Su padre Alberto cumple una condena de 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos durante su largo mandato, que se extendió durante toda la década de 1990 y llegó a su fin en el 2000. La nueva representante de los Fujimori acarició la presidencia en 2011 y 2016, pero se quedó a las puertas de alcanzar el poder.
Durante su campaña, ha prometido "demodura, es decir, democracia y mano dura", un eslogan que le ha generado críticas de quienes temen el regreso al autoritarismo de su padre. Por otro lado, ha propuesto "el desarrollo de una verdadera economía social de mercado, que promueva el trabajo formal, el emprendimiento, las asociaciones público-privadas y la inversión sostenible y socialmente responsable". Fujimori prometió exonerar fiscalmente al turismo por tres años, para compensar las pérdidas de 2020 y 2021, y que los nuevos emprendedores no paguen impuestos durante sus dos primeros años de actividad. Además, afirmó que mantendrá el sistema de gestión privado que gobierna parte del sistema de pensiones.
Consciente del miedo que despertaban las propuestas de Castillo, apeló directamente "a Hernando de Soto y López Aliaga, quienes han señalado que creen en un modelo de inversión privada y que no quieren que Perú se convierta en Cuba o Venezuela". De esta forma, sectores conservadores y liberales acabaron aceptandodo su figura como el mal menor, no sin reticencias.
Por ejemplo, Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura hispano-peruano, ha pedido el voto por Keiko Fujimori, a pesar de su larga oposición al gobierno del padre de ésta, afirmando que lo que está en juego en Perú "es la libertad de prensa y de inversión" y advirtiendo que "si Castillo alcanza el poder, probablemente ya no haya elecciones libres". El novelista ha subrayado que "Keiko Fujimori ha hecho suficientes explicaciones de los errores que ha cometido, se ha comprometido a abandonar el poder a los cinco años y ha anunciado que respetará la prensa crítica y el poder judicial". Así, Vargas Llosa acabó anunciado su "deseo ferviente" de que Perú rechace a Castillo y "se salve de la incompetencia, la censura y la pobreza que traería el comunismo".
¿Y qué pasó finalmente cuando llegaron las elecciones? Tras las votaciones de segunda vuelta, celebradas el pasado domingo 6 de junio, y con las actas escrutadas al 99,56%, Pedro Castillo se imponía con un 50,17% del voto, frente al 49,83% cosechado por su rival Keiko Fujimori. De modo que el programa del candidato marxista-leninista podría ser la agenda rectora del nuevo gobierno, en caso de que se confirmen los resultados. La bolsa peruana se desplomaba un 9% a mediodía al conocerse el "sorpasso" de Castillo, que iba por detrás hasta que el escrutinio empezó a acercarse al 90%.
Franckle y la hipótesis "optimista"
Se repite, pues, el pánico observado cuando Ollanta Humala llegó a la presidencia del gobierno y Perú parecía despeñarse por el camino de la izquierda bolivariana. Finalmente, Humala acabó siendo un dirigente pragmático y mantuvo en pie el grueso de las reformas liberales aprobadas por sus antecesores.
A ese clavo ardiendo se aferran ahora algunos de los analistas económicos consultados por Libre Mercado, que consideran que el pánico a un colapso económico pueden obligar a Castillo a renunciar a sus propuestas maximalistas, una hipótesis que podría parecer mero wishful thinking, pero que ha empezado a cobrar fuerza después de que Castillo se acerque al economista Pedro Franckle y le confíe la tarea de contactar lo antes posible a los principales bancos de inversión y enviar un mensaje de tranquilidad.
Según Franckle, Castillo no llevará a cabo las medidas de corte marxista-leninista con las que llegó al poder:
"No habrá expropiaciones, no habrá estatizaciones, no le vamos a quitar su propiedad ni ahorros a nadie. Queremos una economía popular con mercados. La independencia del Banco Central será respetada porque ha hecho una buena labor de mantener la inflación baja. No estamos en la idea bolivariana, lo queremos desmentir"
Franckle asegura que las prioridades de Castillo son "vacunar contra el covid-19, reforzar el sistema sanitario, reactivar la economía, crear empleo y apoyar a los pequeños y medianos agricultores". Sí apunta a una "renegociación de los contratos con las empresas mineras", pero descarta los impuestos del 80% que defendió el aspirante a la presidencia por Perú Libre. De igual modo, anticipa una subida fiscal a las rentas medias y altas, pero descarta la prohibición generalizada de las importaciones y recalca que se mantendrá el sistema de pensiones de capitalización.
El problema es que, como advierten otras voces más pesimistas, el tono más moderado de Franckle podría toparse directamente con el liderazgo de Vladimir Cerrón, responsable del partido Perú Libre y conocido por su franco radicalismo de izquierdas, que coincide plenamente con el discurso de Castillo durante la campaña.
Por otro lado, llama la atención la alegría con la que la izquierda urbanita europea ha recibido el aparente triunfo de Castillo, puesto que el aspirante de Perú Libre se opone a algunas de las medidas fetiche de dichas esferas progresistas, como el aborto, la concesión de derechos al colectivo LGTB o la legalización del consumo de marihuana. "Yo vengo de una familia que me ha inculcado valores y me ha criado con las uñas cortadas. Eso lo voy a trasladar a mi pueblo", afirmó durante la campaña, mientras rechazó tales ideas.