A pesar de la ingente cantidad de dinero que detraen de los contribuyentes, los grandes planes estatales casi nunca consiguen los resultados prometidos. Infraestructuras, turismo, energía… cualquier área es susceptible de que los políticos gasten miles de millones de euros en intentar arreglar unos problemas que, en muchas ocasiones, vienen provocados por su propio afán intervencionista y liberticida.
Esta semana, los jóvenes se han convertido en la excusa para que el Gobierno justifique otro despilfarro más. El Ejecutivo socialcomunista ha sacado la chequera para financiar un macroplan de empleo joven lleno de medidas de escasa utilidad práctica, inconcreciones y más de una ocurrencia. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha sido la artífice de tan oneroso paripé con el que el Gobierno piensa gastarse la friolera de 4.950 millones de euros. "Es la mayor cantidad destinada hasta el momento por un Gobierno para acciones de empleo juvenil. La mayor inversión en la historia de la democracia para abordar el problema del desempleo juvenil", presumían. Ya se sabe que el saqueo a las arcas del Estado es motivo de orgullo para la ministra comunista y sus secuaces.
El "Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2027" -así lo han bautizado- está abocado al fracaso desde su aprobación. La prueba la encontramos en 2018, cuando pocos meses después de la moción de censura a Mariano Rajoy, la entonces Ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, presentaba otra patraña similar: el "Plan de Choque por el Empleo Joven 2019-2021". Entonces, la predecesora de Díaz también anunciaba a bombo y platillo el derroche de 2.000 millones de euros con el objetivo de solucionar los problemas laborales de la juventud española. La socialista se atrevía incluso a prometer que rebajaría la tasa de paro juvenil hasta el 23,5% gracias sus infructuosas ideas. Nada más lejos de la realidad.
Ya en 2021 -último año en vigor del plan de Valerio- la tasa de paro juvenil de nuestro país, no sólo no se acerca, ni de lejos, al porcentaje marcado por el Gobierno, es que casi lo duplica. Además, la tasa de paro de los jóvenes españoles se ha disparado hasta convertirse en la más alta de toda Europa. Tal y como muestran los últimos datos de Eurostat, nuestro país tenía en abril la friolera de un 38% de desempleo juvenil, por delante de Grecia o Italia.
Con tan bochornoso resultado -y de tan sangrante coste- lo último que necesitan jóvenes y contribuyentes es otro absurdo plan estatal de empleo. Los socialcomunistas deberían enterarse de que son las rígidas legislaciones laborales y educativas que ellos mismos promueven las que actúan como un hervidero de desempleados para los recién llegados al mercado laboral. La formación académica y profesional están completamente desconectadas de las necesidades de las empresas, mientras que la contratación y el despido son tan caros, que hacen inviable incorporar a la plantilla a trabajadores con tan escasa experiencia como son los jóvenes.
Pero el Gobierno sigue ignorando esta realidad e insiste en aplicar medidas tan perniciosas, como seguir subiendo el Salario Mínimo, convirtiendo a los jóvenes en una carga económica para la empresa imposible de asumir. Así, lo evidencia el reciente informe del Banco de España sobre el SMI que tanto se le ha indigestado al Ejecutivo: los menores de 24 años fueron el colectivo que más dificultad tuvo para encontrar empleo tras la nociva subida de 2019. Además, esta no será la única barrera para que los jóvenes desempleados trabajen. Y es que, la negligente Yolanda Díaz también le ha declarado la guerra a los contratos temporales, la modalidad más habitual de los jóvenes y cuya desaparición les expulsaría todavía más del empleo. Lo único que puede ayudar a los jóvenes a labrarse un futuro es flexibilizar el mercado laboral. Urge hacerlo ya y hay que decirlo más... aunque nos corran a gorrazos.