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EDITORIAL

Adoctrinamiento fiscal en las aulas

Para intentar cuadrar las cuentas sin reducir el gasto, Montero planea un sablazo de 80.580 millones de euros, que conllevaría incrementar la práctica totalidad de los impuestos.

Nunca antes los contribuyentes habían pagado tantos impuestos. La asfixia fiscal es ya insoportable y el Gobierno social-comunista no hace sino explorar maneras de exacerbarla.

María Jesús Montero necesita seguir esquilmando a una ciudadanía en la que no ve más que borregos que trasquilar. Así se lo ha prometido a Bruselas, que ya ha anunciado que 2022 será el último año de barra libre de gasto, déficit y deuda. El Gobierno de Pedro Sánchez ha disparado el déficit al 11%, el mayor descuadre de toda la UE, y elevado la deuda pública al 125% del PIB, por lo que el fin de la bula para los desequilibrios presupuestarios tendrá graves consecuencias.

Para intentar cuadrar las cuentas sin reducir el gasto, Montero planea un sablazo de 80.580 millones de euros, que conllevaría incrementar la práctica totalidad de los impuestos. Tal expolio, además de lastrar fatalmente la recuperación económica, podría costarle muy caro en las urnas al Gobierno. Es por eso que Hacienda ha pergeñado un plan propagandístico para intentar persuadir a los contribuyentes de que lo hace por su bien.

La orwelliana expresión "conciencia fiscal" aparece en cada vez más documentos oficiales, y la repiten los ministros hasta la saciedad. En la propia naturaleza de Hacienda está convertir el pago de impuestos en un acto moral y "solidario", y el forzado contribuyente se debe sentir orgulloso de contribuir a la no menos orwelliana justicia social, so pena de ser tachado de egoísta por el agitprop colectivista. Eso ya estaba inventado, sí. Pero ahora Hacienda pretende multiplicar sus artimañas propagandísticas y hasta ha puesto en la mira a los más vulnerables: los niños.

Así lo contempla el merecidamente ridiculizado documento España 2050. Los expertos del Gobierno recomiendan "focalizar" la propaganda fiscal entre los menores de edad, a los que califica como "futuros contribuyentes", para "reducir el fraude fiscal" y "fortalecer la concienciación social". Por lo mismo, pretenden asaltar los currículos escolares e infligir a los jóvenes cursos de "formación tributaria" en secundaria.

Esos cursos nada tienen que ver con la formación financiera, tan necesaria siempre que no la impartan fanáticos que tengan por modelo países devastados por el socialismo como Cuba, Venezuela o Argentina. En lugar de contribuir a la formación de ciudadanos más libres y menos dependientes del Estado gracias a la pedagogía sobre el ahorro, el dinero o la inversión, la "formación tributaria" presenta el Estado como un ente benefactor y protector de la ciudadanía, y los impuestos como única tabla de salvación de los más desfavorecidos.

Habrá quien pueda creer que todo este plan de intoxicación infantil, propio de regímenes totalitarios, se demorará bastantes años, por lo que no habría excesivos motivos para la preocupación, o que el Gobierno no tiene ninguna obligación de hacer caso a los expertos del documento vergonzoso. El caso es que el plan de adoctrinamiento infantil ya se ha puesto en marcha. Tal y como consta en el propio Plan Estratégico de la Agencia Tributaria 2020-2023, Hacienda se ha marcado como objetivo la "concienciación en las etapas iniciales del desarrollo de las personas", pues "resulta esencial en el comportamiento tributario en las etapas adultas".

Que los social-comunistas apuesten por el lavado de cerebros de esa manera evidencia el fracaso de sus políticas tributarias, que intentan vender como "solidario" un sistema que castiga a los emprendedores, genera empobrecimiento y fomenta el asistencialismo corruptor. Hay que pararles los pies de inmediato.

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