El pasado 1 de junio Pedro Sánchez cumplió 3 años en Moncloa. Probablemente, los peores 3 años en términos de calidad democrática y política de nuestra historia. Pero no corresponde a esta columna hacer valoraciones políticas ni institucionales. Lo que sí que creo de interés es analizar los principales indicadores económicos para hacer una valoración del legado económico de Sánchez a mitad de su legislatura.
Mercado de trabajo
España ha perdido más de medio millón de afiliados a la Seguridad Social en los últimos 3 años. Cuando Sánchez entró en Moncloa había más de 19 millones de afiliados a la Seguridad Social registraba máximos históricos. Una cifra similar a la que hemos visto en el mes de mayo de 2021… aunque adulterada por más de 570.000 personas que aún siguen en un ERTE.
Cada trabajador que está en un ERTE, a todos los efectos, es parado. Se trata de alguien que, queriendo trabajar, no acude a su puesto de trabajo y cobra un subsidio por ello. Eso, a todos los efectos, es un parado. Lo que ocurre es que, a nivel europeo, debido a que en cada país los esquemas temporales de flexibilización del empleo han sido distintos, no se considera como tal. Puedo entenderlo en Alemania, donde la fórmula usada ha sido la reducción de horas trabajadas, pero no en España donde la gente se ha ido a su casa y está cobrando, a su pesar, del Estado.
Estas cifras, además, no tienen en cuenta los más de 450.000 autónomos que están cobrando una prestación por cese de actividad, o lo que es lo mismo, han declarado pérdidas superiores al 70% como consecuencia de la pandemia y, por lo tanto, están al borde del cierre.
Lo que es evidente a los ojos de cualquier analista internacional es que el efecto de Sánchez sobre el mercado de trabajo ha sido devastador: España ya es el país europeo con más paro de toda Europa, el paro juvenil se ha disparado al 40% y vamos a seguir así los próximos años. Sánchez cogió las riendas del país con una tasa de paro del 15% y ahora lo tiene con más de un 20% si tiene en cuenta los ERTEs.
La gran pregunta, tal y como venimos advirtiendo en esta columna, es: ¿Hay posibilidades para que esta masa de gente vuelva a sus puestos de trabajo? Difícilmente. Otro de los grandes legados de Sánchez ha sido la destrucción indiscriminada del tejido empresarial. Concretamente, han sido 100.000 las empresas que ya no están registradas en la seguridad social.
El número de autónomos registrados es similar (en torno a los 3,3 millones), aunque no podemos descartar que se esté dando un efecto de búsqueda de empleo a través del autoempleo similar al que vimos en la crisis de 2011/2012.
Economía y finanzas públicas
Sánchez ha empobrecido España en un 4% desde que es presidente. Los datos del INE no dejan lugar a dudas: el PIB a precios corrientes cuando llegó a Moncloa era de casi 300.000 millones de euros trimestrales (296.754 en el primer trimestre de 20128 y 299.707 en el segundo), mientras que en el primer trimestre de 2021 no llegaba a los 290.000 millones de euros. O dicho de otra manera, la incapacidad de Sánchez para gestionar la pandemia ha llevado a cada español a ser casi 270 euros más pobre.
Podríamos hablar largo y tendido sobre las decepcionantes cifras de turistas, matriculación de turismos, compraventa de viviendas, hipotecas, etc. El listado de ejemplos numéricos que ilustran la decadencia de España es extenso. Pero hay otra cifra que no me gustaría dejar de lado: La inversión extranjera directa en 2020 ha sido 1.000 millones de euros inferior a la de 2018. O, dicho de otra manera, 1 de cada 3 euros que destinaban los inversores a nuestro país en 2018 se han esfumado.
Si, además, tenemos en cuenta el enorme endeudamiento que lleva acumulado este Gobierno, estas cifras adquieren una importancia aún mayor. España ha registrado una deuda pública récord de 1,34 billones de euros. Esto supone superar el umbral psicológico del 120% del PIB y situarnos entre los países más endeudados de toda Europa. Quienes creen que la deuda no es un problema porque los costes de financiación están en mínimos históricos quizás no se hayan parado a calcular que cada uno de ellos debe 3.300 euros más desde que Sánchez se hizo cargo de las finanzas públicas. Pero importa, y mucho. Por dos razones:
La primera es que lo van a tener que devolver, ellos y las próximas generaciones.
La segunda, y no menos importante, es que no ha servido para solucionar los problemas estructurales que tiene nuestro país. Tanto es así que España será el segundo país con más déficit de la Unión Europea en 2021, según el consenso de analistas, con un 8,8% del PIB, casi 2 puntos por encima de la media europea y casi 3 veces más de lo permitido por el Tratado de Maastricht.
La falacia del escudo social
La mejor política social es el empleo. Los más de medio millón de parados que hay de diferencia entre la moción de censura y los datos de mayo de 2021 son los más perjudicados de la incapacidad de gestionar de este gobierno, aunque no los únicos.
Los precios energéticos en España siempre han sido un problema para nuestra competitividad. Somos uno de los países con mayor precio de la electricidad y las reformas que necesitamos no tienen nada que ver con lo que está haciendo este gobierno. Tanto es así que, en 2018, el precio medio de 2018 fue de 57,30 euros el megavatio hora (MWh), mientras que en 2020 ya llevamos un pico histórico de 94,99 euros el megavatio hora en Filomena y en mayo también está en 67,12 euros. En el último año el precio de la electricidad se ha disparado un 44%.
Pero hay más. Cuando Sánchez llegó al poder, las ejecuciones hipotecarias de vivienda habitual estaban en torno a las 1.800 cada trimestre. En el primer trimestre de 2021 esta cifra se ha incrementado hasta las 3.200. Si agregamos la cifra de los 2 últimos trimestres, más de 6.200 familias han sufrido una ejecución hipotecaria en España, frente a las 3.800 del primer semestre de 2018. Un 63% más.
El descalabro económico de España es evidente. Esta semana ya hemos visto a la Vicepresidenta Calviño entonar los "brotes verdes" a raíz de unos datos de empleo que se comportan de una forma muy similar a la de los últimos años, a pesar del destrozo que acumula el mercado laboral. La facilidad con la que Sánchez está destrozando la economía la echaremos en falta cuando tengamos que abordar ajustes y las políticas que necesitamos para recuperar las cifras de 2018.