Las restricciones sanitarias decretadas por el gobierno de Pedro Sánchez y desarrolladas por las comunidades autónomas han reducido drásticamente la capacidad de operar del sector taurino, provocando un auténtico "ecocidio" en el campo bravo. En 2020, el número de ganaderías de toros bravos afiliadas a la Unión de Criadores de Toros de Lidia cayó de 951 a 913, según datos a los que ha tenido acceso Libre Mercado.
El número de vacas reproductoras, métrica fundamental para medir el tamaño de las ganaderías, ha experimentado un fuerte recorte. Mientras que entre 2015 y 2019 esta rúbrica se movió entre las 90.000 y las 93.000, el dato para 2020 presenta una fuerte caída de casi el 10%, hasta las 82.415 vacas. En total, 7.983 vacas reproductoras menos en el campo.
De hecho, si consideramos la evolución de todos los animales bravos existentes en el campo, encontramos que los datos para 2020 reflejan una caída de 219.053 a 208.308. El ajuste, por tanto, es del 5% y se traduce en el hecho de que el tamaño de la cabaña brava se ve reducido en 10.745 animales en apenas un año.
La reducción de facturación ha sido especialmente acusada en los festejos mayores, que son la principal fuente de ingresos de estas explotaciones. Para ser precisos, dicha línea de negocio se vio mermada en un 96% durante el año 2020, lo que se tradujo en pérdidas de más de 150 millones de euros. A esto hay que sumarle el menor precio de la carne brava en el matadero, con un ajuste del 50%, o la suspensión de las visitas turísticas a las ganaderías, donde la corrección es del 80%.
De hecho, los toros lidiados en 2020 se han vendido a precio de saldo. Frente al precio medio de 6.000 euros que se observó en el año 2019, el dato para 2020 refleja una caída del 75%, hasta los 1.500 euros por ejemplar. En el caso de los novillos, el descenso fue de 4.000 a 1.000 euros, mientras que el toro para rejones pasó de 3.500 a 1.000 euros.
En total, los animales lidiados en España por la Unión de Criadores de Toros de Lidia han pasado de 5.383 a 548, un 90% menos. A raíz de dicho desplome, y como resultado del descenso de precios comentado en el anterior párrafo, las ventas de estas explotaciones pasan de más de 26 millones en 2019 a poco más de 1 millón en 2020.
Se estima que el ganado bravo sostiene más de 20.000 empleos directos, la mayoría en zonas rurales con poca actividad económica y gran incidencia del paro. Mantener en pie toda esa cadena de valor requiere de la reactivación sectorial, pero las restricciones sanitarias siguen haciendo inviable la celebración de festejos en Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Comunidad Valenciana, Galicia, Murcia, Navarra, País Vasco… mientras que en Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha o Extremadura se permiten festejos, pero con fuertes reducciones de aforo.