Libertad Digital ha celebrado un nuevo encuentro digital, esta vez con el sector de la formación. Así, hemos convocado a representantes de la Universidad Francisco Marroquín, la Francisco de Vitoria y el equipo de estudios de Randstad para analizar cómo ha cambiado el sector desde el impacto de la pandemia.
El director de la Universidad Francisco Marroquín en su campos de Madrid, Arturo Fabra, la directora general de Relaciones Institucionales de la Universidad Francisco de Vitoria, María Pérez de Ayala, y el director de Randstad Research, Valentín Bote Álvarez, se dieron cita para compartir su experiencia en los primeros momentos del confinamiento, las decisiones que tuvieron que tomar y cómo ha ido cambiando hasta consolidarse el modelo híbrido (online y presencial).
De los primeros momentos los tres invitados —también Valentín Bote, que es profesor en la Universidad Autónoma— destacaron la urgencia con la que tuvieron que tomar medidas para poder continuar con las clases en remoto. La Universidad Francisco de Vitoria tuvo que acelerar la implantación de un sistema provisional que consiguiera trasladar mediante cámaras las clases a los alumnos. Otras, como la Universidad Francisco Marroquín, ya tenían la tecnología online de los programas de posgrado que se imparten de esta manera, y sólo tuvieron que adaptarla. Valentín Bote en la Autónoma, tuvo que buscarse la vida, literalmente, para adaptar los contenidos al formato online y usar sus propios equipos para dar las clases.
Pero más allá de estos primeros momentos de urgencia y nerviosismo, por la gravedad de la situación anómala que nos tocó vivir, los tres invitados han reflexionado sobre todo lo vivido en este último año coincidiendo en una conclusión fundamental: la universidad tiene que aprender de lo vivido y tiene que transformar su metodología para adaptar "el modelo híbrido", dándole un nuevo valor y más importancia a las bondades que para el aprendizaje y la experiencia ofrece la presencialidad, y aprovechar las ventajas que ofrece la tecnología.
María Pérez de Ayala, de la Francisco de Vitoria, enfatizaba la importancia de que los universitarios sigan teniendo la oportunidad de ampliar sus conocimientos en contacto directo "con sus profesores y compañeros". Considera que la tecnología y la deslocalización de la enseñanza a un entorno online "ha venido para quedarse" y eso va a obligar a los centros a adaptarse, pero consideraba que no se puede perder o descartar "la presencialidad".
En definitiva, "la universidad tiene que lograr formar a los chicos de acuerdo a lo que necesita la empresa y necesito enseñarles a vivir de otra manera. La universidad no sólo enseña lo técnico, lo académico, sino que les enseñas a vivir de acuerdo a lo que la empresa necesita". Añadía una reflexión María: "Hasta el impacto de la pandemia la universidad había heredado un modelo de siglos de tradición que sabíamos que teníamos que repensarnos. Y lo que supuso la llegada de la covid-19 fue un acicate para repensarlo. Tuvimos que hacer un cambio, y lo hicimos en cinco días. Hubo que adaptarlo todo y se logró. Con ajustes posteriores, pero se logró y se consiguió hacer el cambio de modelo. Al principio no era el ideal, pero nos permitió garantizar que nuestros alumnos siguieran aprendiendo", decía.
Arturo Fabra, de la Universidad Francisco Marroquín, explicaba que su adaptación a la situación de la pandemia fue más sencilla porque el centro ya cuenta con la tecnología y el "campus de Madrid es pequeño", con lo que la adaptación fue sencilla. "Lo que más nos sorprende es lo que ha durado y lo que han aguantado los chicos".
Fabra también ha enfatizado la necesidad de convivencia entre los dos modelos, el remoto online y el presencial, dando especial importancia a que se trata de un nuevo modelo que "ha llegado para quedarse" y que ofrece unas posibilidades extraordinarias. Como ejemplo, ponía que "traerte un profesor desde EEUU para que diera una clase magistral era carísimo, pero ahora los chicos tienen clases magistrales todos los días con profesores" de todo el mundo.
En cualquier caso, esto no debe ser incompatible con la experiencia física y presencial. Lo que ha dejado esta pandemia es la consolidación de una tendencia que, de otro modo, se hubiera impuesto en unos años. "Esa es la ventaja que nos ha dejado todo esto, la circunstancia que nos ha obligado a adelantarnos tres o cuatro años".
Tuvimos que "repensar cómo serían las clases", recordaba Arturo. Eso en aquel primer momento, ahora hay que seguir pensando "qué recuerdos y qué entorno de conocimientos queremos que tengan los alumnos para el futuro. Tenemos que ponernos en los zapatos de la empresa para saber qué busca en los chavales. Ha habido que rehacer completamente la metodología", confesaba.
Esto último de Fabra es precisamente en lo que enfatizaba el director de Randstad Research, Valentín Bote Álvarez, quien destacaba que de toda esta experiencia la universidad tiene que sacar enseñanzas: "La pandemia ha acentuado la demanda de lo que conocemos como hombre orquesta, es decir, alguien que además de ser técnicamente muy bueno en aquello a lo que se va a dedicar, tenga otro tipo de habilidades como capacidad de negociación, de decisión, creatividad, gestión de equipos, inteligencia emocional, etc.". Decía Valentín Bote que la importancia de todo ese "abanico competencial que se aprende en un modelo de interrelación presencial, es cada vez más importante".
En este sentido, Bote Álvarez destacaba que, en su opinión, "hay dos enfoques muy diferentes" para enfrentar lo que ha vivido el mundo en este último año: "El enfoque de la universidad que piensa que esto es un mal trago pero vamos a volver al modelo de antes e intentan invertir y transformar lo menos posible. Y aquellas que ven que es una oportunidad e invierten para hacer nuevos programas que introduzcan la enseñanza online y que abran una puerta a ganar cuota de mercado".
En cuanto a los retos que afronta la universidad todos coincidían en que "la universidad tiene que enseñar a vivir a los alumnos, y tiene que enseñarles que, tras la universidad, van a tener que seguir formándose. Es la base para empezar a moverse y es lo que les va a permitir transformar la sociedad y la cultura allá donde les toque".
En definitiva, "este modelo híbrido tiene que quedarse, abre esa posibilidad de nuevos contenidos y ponentes y conexiones con otros mundos, universidades, clases, etc. Todo eso es una oportunidad que ha venido y se va a quedar".
Para terminar, Bote Álvarez destacaba que los nuevos alumnos para elegir universidad van a "tener que triangular: qué es lo que me les gusta, qué saben hacer bien y qué ofrece mejores oportunidades de vivir cómodamente. Tendrán que buscar un equilibrio en estas tres patas".