Ningún documento de los que publique este Gobierno será más susceptible de chanza que el famoso informe España 2050. Y en parte, merecida. La oposición se ha lanzado en tromba con una respuesta contundente aunque un punto sobreactuada. Esa idea de "el que no es capaz de gestionar los asuntos en 2021, ¿va a anticipar lo que necesitaremos dentro de tres décadas?". Y sí, ese lema es ventajista, pero también tiene bastante obvio. Porque este Gobierno, además de sectario, se ha revelado tirando a muy incompetente.
Luego uno mira el listado de los expertos y modera el ánimo crítico. De los 100 académicos que aparecen como autores del documento, he coincidido con al menos una docena en diversos actos (con algunos bastantes veces, con otros simplemente en unas pocas charlas tras una rueda de prensa o presentación). Y la mayoría (de los conocidos, me refiero... de los otros no respondo) me parecen muy solventes. De hecho, de algunos diría que están en mi top en sus áreas de especialización. Pienso en Educación en España y me viene a la mente Antonio Cabrales; en Macro-Mercado laboral y uno de los primeros nombres que me salen es Ignacio de la Torre; en pensiones, gasto público o fiscalidad y mi principal referencia es Fedea y Ángel de la Fuente. Les llamaron, acudieron y han dado lo mejor de sí mismos, de forma gratuita, pensando que quizás podían ayudar así a su país. Sólo por eso, ya merecen mi respeto.
Luego, el texto se compone de casi 700 páginas con muchas cifras, muchos gráficos y propuestas muy genéricas. Y sí, da de sobra para la simplificación facilona. Tanto en lo negativo -"para qué tanto ruido, si nadie sabe lo que pasará en 2050"-, como para el pedrettismo -"nunca este país había hecho un ejercicio tan ambicioso".
El fondo, qué quieren que les diga, un poco ni fu ni fa. Algunos capítulos interesantes (Primero, Quinto, Séptimo) y otros intragables (el Cuarto, dedicado a cambio climático, amenaza con cargarse todo lo bueno que haya en los demás). Muy pocas novedades reales o anuncios llamativos, porque los grandes problemas de España ya los conocemos todos. Y sin apenas propuestas concretas que llevarse a la boca, algo previsible por la naturaleza del encargo. Aunque dicen que éste es sólo el primer paso, que luego llegarán las políticas detalladas.
Por ahora, lo que hay es una presentación, muy pomposa, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Mucho ruido, muchas fotos, mucha pose tuitera de unos y de otros... y estas diez frases que hemos escogido porque cada una representa una duda sobre el destino final del documento y sobre su utilidad.
Las frases
(1) "Firmado: Pedro Sánchez. Presidente del Gobierno de España". Si este documento fuera de verdad un intento serio de plantear los grandes interrogantes o tendencias que afectarán a la sociedad española de las próximas tres décadas, iría prologado por el Rey y a la presentación habrían acudido de la mano Pedro Sánchez y Pablo Casado.
El artículo de Iván Redondo, este lunes en El País, es un desmentido a sí mismo: si el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno de España se cree que este documento contiene "la estrategia nacional a largo plazo" para el año 2050... entonces el director de Gabinete de la Presidencia no puede firmar una tribuna en solitario en El País presentándolo. Y si firma esa tribuna, es que no es "nacional", es de partido.
(2) Título "España 2050". Lo mejor del documento es lo que se oculta tras el título. Y, por esa razón, ese mismo título es tan grandilocuente como equivocado.
Las propuestas concretas e interesantes del documento (y hay algunas valiosas) deberían empezar a desarrollarse mañana. Hablar de 2050 genera desconfianza en el público (que piensa en otro plan, en comisiones, en debates interminables, en cháchara que no conduce a nada) y falta de compromiso político (todo puede demorarse hacia ese lejanísimo horizonte). Si te lo crees, hazlo ya. Si no te lo crees, no nos des la murga durante 30 años.
(3) "Estrategia de Largo Plazo". Curiosamente, lo que dará más juego para memes y bromas a mí es casi lo que más me gusta. Hablo de este gráfico absurdo sobre las próximas tres décadas y el "futuro deseable".
Digo "absurdo" porque no explica nada. Y al mismo tiempo me gusta porque eso es lo que puede decirse con un mínimo realismo sobre 2050... nada. No sé si de forma voluntaria o no, pero el responsable del gráfico captó de forma magistral lo que debería haber sido la filosofía del documento: llamarse "España 2022", coger ese puñado de propuestas concretas que contiene y que sí se podrían aplicar mañana y dejarse de "prospectivas".
Al final, las listas de propuestas a tres décadas vista o son un ejercicio de afirmaciones vacías de contenido o una cortina de humo para que, tratando de mirar por encima de ese humo, nos olvidemos de lo que tenemos a un metro de distancia.
(4) "Las grandes transformaciones comienzan con la creación de una visión compartida; una meta distante que nos ayuda a fijar prioridades, coordinar esfuerzos y dar sentido a décadas de esfuerzo"
¿Qué grandes transformaciones ha comenzado creando una visión compartida? ¿Y quién la crea? En realidad, los grandes avances de la humanidad se han producido al margen de los gobiernos y de los expertos, en ese proceso de orden espontáneo hayekeano, de prueba y error constante, tan fácil de percibir si uno mira la realidad como difícil de admitir por los más poderosos, sabios e inteligentes.
En estos días, entre el liberalismo español, ha sido habitual la referencia a La fatal arrogancia, el excelente libro de Friedrich Hayek (más citado por su título que leído, me temo). Y sí, el documento del dúo Sánchez-Redondo destila, sobre todo en la introducción y el epílogo, esa arrogancia tan del gusto del ingeniero social del siglo XXI, que mira hacia atrás y piensa "aquellos ingenieros sociales fallaron porque no eran tan listos como yo, no tenían tantos Excel, ni tantos estudios, ni tantos expertos ni tanta experiencia... sin embargo, nosotros no fallaremos".
Pero la tesis de Hayek tenía otra cara. Junto a la desconfianza en los planificadores, la confianza en la humanidad. Los liberales somos muy pesimistas sobre nuestras capacidades individuales y las de los que nos rodean. Y al mismo tiempo, muy optimistas sobre los procesos colectivos no organizados. Creemos que cada uno de nosotros somos muy ignorantes, falibles, susceptibles de engaño... pero que en conjunto somos bastante sabios, aunque en ocasiones no sepamos muy bien cómo lo hacemos.
Los Sánchez y Redondo de la vida piensan exactamente lo contrario. Creen que ellos (rodeados de sus expertos, tablas y estadísticas) son muy listos y los demás muy tontos. Que saben lo que nos conviene. Que unos pocos individuos pueden liderarnos, por nuestro bien. Porque la sociedad, sin ejercicios de prospectiva, iría dando palos de ciego.
A pesar de las fotos, de los colores y de las notas de prensa de Moncloa, el documento destila pesimismo: habla de futuro y de progreso, usa palabras alegres (optimismo, confianza...), dice que seremos mejores... pero está trufado de advertencias a lo mal que lo hacemos casi todo. Asegura que seremos más ricos, pero nos receta más gasto social (lo que debería ser un motivo de preocupación, aquí es celebrado). Que seremos más listos y mejor educados, pero que habrá más ámbitos de nuestra vida que no deberemos controlar. La mayoría de las recetas son políticas, con soluciones que nos proporcionarán otros; no con más alternativas para que nosotros decidamos.
Y una nota sobre este punto: entre las recomendaciones, hay algunas (las mejores) que abogan por una sociedad menos intervenida, más liberalizada, con más poder para empresas o individuos... Es decir, sí hay algunas propuestas liberales. Pero el tono general del documento es el que es. Y por eso fracasará como lo hicieron todos los que lo intentaron anteriormente.
(5) "Es así [pensando en el largo plazo] como suelen producirse las grandes transformaciones. La comunidad científica decidió buscar el bosón de Higgs en 1964, en una época en la que no existía ni el conocimiento ni la tecnología para hacerlo. Fijaron este objetivo, movilizaron los recursos, se lanzaron a experimentar y, en 2012, dieron con él, tras medio siglo de trabajo"
Es difícil encontrar una metáfora peor. Un experimento científico es exactamente lo contrario de una sociedad compleja: entorno controlado, posibilidad de repetir el ensayo una y otra vez, condiciones no cambiantes, fracaso circunscrito a los elementos de la prueba, sin modificaciones voluntarias en las variables involucradas, igual el primero que el décimo... Una molécula no cambia de actitud, ni actúa ni está sujeta a incentivos porque no sabe que es parte de un experimento y que ese experimento se repetirá; una persona, sí.
Ningún error ha sido más doloroso en el último siglo que los causados por intentar aplicar a las ciencias sociales la lógica de las ciencias naturales.
(6) "La ciencia tiene más que decir sobre cómo gobernar un país de lo que solemos reconocer y los puntos de discrepancia son menos numerosos y menos agudos de lo que el debate mediático deja translucir. Los españoles y españolas estamos de acuerdo en muchísimas cosas. Los expertos, también"
La última utopía del siglo XXI, la de los expertos sin inclinaciones políticas. Acabemos con las ideologías y gobernemos con una hoja de Excel. Como si darle más poder a esos expertos no fuera una ideología en sí misma.
El problema no es de sabiduría, sino de ámbito de actuación. De quién toma las decisiones y quién soporta las consecuencias. Cuando Taleb habla de "skin in the game" no lo hace sólo por una cuestión de justicia (que también) sino, sobre todo, de eficiencia y eficacia. Aprendemos más y llegamos a soluciones mejores cuando los que toman una decisión soportan las consecuencias de sus actos.
Por eso, los ingenieros sociales llevan tres siglos equivocándose, aunque son más listos y han estudiado más que el resto. Y por eso a cada rato piensan que, ahora sí, ya no se equivocarán más.
(7) "Reforma de nuestro sistema fiscal para aumentar su capacidad recaudatoria y su progresividad, y poder financiar así el fortalecimiento de nuestro estado de bienestar sin comprometer la sostenibilidad de las cuentas públicas.
Las mejoras sociales que vislumbra esta Estrategia son ambiciosas. Pero también son técnica y económicamente viables. En su conjunto, supondrían un incremento del gasto público en las partidas afectadas de aproximadamente 8 puntos de PIB en 2050. Este no es un incremento excesivo. De hecho, con él nos acercaríamos al nivel de gasto público que ya tienen en la actualidad los países más desarrollados de Europa (el promedio de la UE-8 es del 50% del PIB)"
Esto lo dicen los mismos de la "no ideología". Los de los "expertos". Tener un 50% de gasto público sobre el PIB es imprescindible para lograr "el progreso". Afirmar esto es "ciencia". Y, por supuesto, esto es una estrategía "nacional", de todos, a la que hay que sumarse para no quedar fuera "del consenso".
(8) "Capítulo 1. Cuarto frente: Incentivar y facilitar la adopción tecnológica. Debemos avanzar en la transformación digital de la economía y, en particular, del sector empresarial. Las medidas propuestas refuerzan algunas de las principales líneas establecidas en la Agenda España Digital 2025. Diseñar e implementar un plan integral de ayuda a la transformación digital, adaptado a las necesidades de cada sector y tamaño empresarial, con foco especial en los autónomos (subvenciones a la compra de equipos o itinerarios formativos de habilidades digitales en función de necesidades)"
Hemos escogido esta propuesta casi al azar. Es el cuarto punto del primer capítulo, el dedicado a la productividad y el crecimiento económico. Podríamos habernos fijado en casi cualquier otro epígrafe (salvo los del capítulo 4, del cambio climático, que no hay por dónde cogerlos).
¿Hay algo mal en este párrafo? No. ¿Algo concreto? Tampoco.
España 2050 es un documento político y no técnico. Conviene no olvidarlo. Lo que quieren sus promotores son excusas. Frases genéricas a las que agarrarse (y se agarrarán) para cada ley que aprueben en los próximos años. Porque cualquier ley podrá encajar en esos enunciados genéricos que han propuesto "los expertos". ¿Quién va a estar en contra de "incentivar y facilitar la adopción tecnológica"? Y el que ponga un pero a esa nueva ley, le dirán que va contra el progreso.
Por eso, me temo que pesará más lo malo (esas excusas genéricas que servirán para justificar atropellos legislativos) que lo bueno (esas pocas propuestas precisas y sensatas que contiene; para empezar, porque habrá que ver si se aprueban y, en el caso de que lo hagan, con qué contenido concreto).
(9) "También es relevante el efecto que ha tenido la generalización de la moda rápida y barata (fast and low cost fashion). En los países europeos se compra en la actualidad un 40% más de prendas de vestir de las que se compraban en 1996, lo que ha contribuido a aumentar drásticamente la huella ecológica del sector textil. Al mismo tiempo, la generación de residuos eléctricos y electrónicos per cápita en España se ha más que duplicado durante la última década, fruto del aumento del consumo de estos dispositivos, cuya vida útil es cada vez más corta".
Éste es uno de los párrafos que más ha dado que hablar. Y esta justo encima del gráfico sobre lo mal que comemos y cómo tenemos que consumir más frutos secos y menos carne (a la derecha, click para ampliar).
El capítulo 4, en el que encontramos esta frase, es el peor, con mucha diferencia, del documento. El más ambicioso en el peor sentido de la palabra: lleno de prepotencia, de esa absurda creencia de sus autores en su capacidad de adivinación del futuro, haciendo pasar por ciencia lo que no dejan de ser opiniones particulares, sin atención a los efectos colaterales de las medidas propuestas... En ocasiones roza la autoparodia ecologista-cientifista.
Pero, incluso sin entrar al fondo de estas propuestas, nos quedaremos en lo evidente: ¿quieren que consumamos más o menos?, ¿que seamos más ricos o menos ricos?, ¿que produzcamos más o produzcamos menos?
Porque las contradicciones se multiplican a lo largo del documento. En un capítulo quieren fomentar la industria, pero en el siguiente que dejemos de comprar ropa; un epígrafe apuesta por la innovación tecnológica, pero otro nos pide que cambiemos el móvil cada 15 años; denuncian la carestía de vivienda para los jóvenes y en la página siguiente atacan las casas grandes o el aumento del espacio destinado a la construcción; por un lado celebran que nuestra cultura-clima-historia-geografía nos ha convertido en "un referente mundial en sectores como el turismo", pero por el otro dicen que hay que limitar los viajes, los visitantes, las construcciones cerca del mar...
¿Cómo incrementar el PIB sin producir más? Habrá que esperar 30 años para conocer la respuesta.
(10) "La deuda pública es un motivo de preocupación. España debe afrontar sin demora un proceso de consolidación de sus cuentas públicas, para garantizar su sostenibilidad a medio plazo"
Esta frase es la más significativa de todo el documento... porque es la que no está.
La expresión "deuda pública" sólo aparece dos veces en las 676 páginas del informe España 2050. En la página 72, de pasada, en un párrafo sobre la crisis del coronavirus.
Y en la página 390 para decir que nuestro nivel de deuda no es un problema, que el crecimiento previsto ayudará a reducir esa deuda sin hacer nada más y que el aumento en el gasto público prometido en decenas de las reformas planteadas "no tendría por qué traducirse en un aumento del déficit" gracias al incremento de recaudación que lograremos gracias a "la lucha contra el fraude fiscal y la reducción de la economía sumergida".
Ni una de las más de 200 propuestas va dirigida a afrontar este problema que algunos pensamos que es el más grave que nuestro país tiene por delante. A partir de ahí, cada uno puede tener sus prioridades. Pero lanzar un informe como éste y venderlo como una estrategia "nacional" es mentir. Esto es un documento de partido. Bien está que el socialismo español reivindique ideas (lleva años en estado comatoso en este punto), pero que no nos mientan. Por muchas fotos o logos, por muchos expertos y organismo involucrados, lo que han planteado es un programa de Gobierno socialdemócrata para un pais más estatista, menos liberal, más miedoso, más político y por eso menos social... ¿España 2050? Mucho me temo que para todo esto no tendremos que esperar tanto.