Sí. Las autovías ya están pagadas por sus legítimos propietarios. El pueblo español contribuyó con sus impuestos a financiar en su totalidad las autovías y demás carreteras esparcidas por el territorio. Se excluyen las autopistas de peaje que fueron, inicialmente, financiadas por la empresa concesionaria, salvo avales públicos ejecutados, que nunca debieron concederse.
Esta afirmación, meridianamente clara por su evidencia, pone en cuestión la juridicidad de establecer un precio al uso de lo que es nuestro. Las autovías pertenecen, por derecho propio, a la nación española –una realidad social de la voluntad de un pueblo de vivir unido–, no al Estado como estructura, aunque éste se sienta autorizado a su apropiación. Su conservación estuvo en origen confiada al Impuesto sobre Hidrocarburos, impuesto que seguimos pagando los españoles.
Recordemos: "la Nación española es la reunión de todos los españoles" (Constitución de 1812, artículo 1); por ello, "la soberanía reside esencialmente en la Nación" [Constitución de 1812, artículo 3]. El Estado, al que reverencian tantos Gobiernos, no pasa de ser un ente abstracto; una estructura legal-organizativa creada, no originaria. Confundir Estado con Nación es un ultraje a la verdad sustancial de ambos.
Por eso el Estado no es propietario de los bienes del pueblo, aunque, desde su ficción, acaba titulándolos a su nombre. Me sorprendió constatar, sed contra, que en la Rumania de Ceauşesc, chocar contra una farola iniciaba un proceso contra el conductor de turno por atacar los bienes del pueblo. Otra confusión, en este caso, porque el pueblo era totalmente inexistente.
Confusión en los términos que, de nuevo, llega a límites inadmisibles en períodos concretos; tal es el caso de los electorales. Que un partido radical de izquierdas se adueñe del término libertad es una ofensa para el sentido común y algo contrario a hechos y circunstancias.
Nunca un país comunista puede pregonar la libertad. Su referente se reduce a la igualdad, aunque también ésta es un eufemismo, comprobado por quienes conocieron y comprobaron sus falsedades.
En ocasiones es el término democracia el que se mancha públicamente. Incluso hemos oído distinciones entre democracia plena y parcial. Mi duda es si, cuando pregonan una república democrática, se refieren a un modelo como la República Democrática Alemana Basta haberla conocido en tiempos de Ulbricht o Honecker. Por cierto, ambos miembros del Partido Socialista Unificado de Alemania.
¿Socialista y no comunista? Sí, indudablemente, como vocablo y como historia, provoca menos rechazo, pero ¿hay diferencias notables entre ellos o se trata, simplemente, de confundir?
Conviene recordar que la Unión Soviética, a la que cabe el honor de haber iniciado – Revolución de 1917–, la generación del sistema político carente de derechos individuales, se denominaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Socialistas, no comunistas, aunque su partido era, sin disimulos, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
En fin, así seguimos viviendo…