Pese a la aparente mejora del mercado laboral, éste no consigue remontar, especialmente cuando las mejoras que se producen se deben a un efecto estadístico artificial, al comparar con abril de 2020, el mes donde se cerró prácticamente por completo la actividad económica.
El paro baja, en términos mensuales, en 39.012 personas. Sin embargo, en términos desestacionalizados sube en 52.469 personas, al eliminar los efectos estacionales. el número total de parados registrados es de 3.910.628. El ministerio de trabajo trata de emplear este dato como un buen dato, pero si lo analizamos en profundidad no lo es: todo es estacionalidad.
- Desde el momento anterior a la pandemia (febrero de 2020), el paro registrado ha aumentado en 664.581 parados más.
- Hay 650.180 personas en ERTE, en media, que cada día que pasa es más difícil que salgan de dicha situación.
El descenso del paro, además de estacional, es escaso para la recuperación que debería estar ya en marcha, pero que la lentitud en la compra de vacunas por parte del Gobierno de España y las intensas restricciones no justificadas con una relación causa-efecto están provocando, así como con los vaivenes referentes a la propia vacunación.
De hecho, es el peor mes de abril desde 2012, con excepción del fuerte incremento del año pasado cuando estaba toda la economía cerrada por el llamado confinamiento.
Es más, en términos interanuales, que corrigen en gran medida la estacionalidad, se ha incrementado en 79.245 personas. Es el mayor incremento de toda la serie publicada desde 2013, con la salvedad de 2020 por el confinamiento.
Son, además, catorce meses consecutivos de incrementos porcentuales del paro en tasa interanual. Además, pese a que, lógicamente, se atenúa el porcentaje, sigue aumentando sobre un nivel previo ya muy incrementado.
Seguridad Social
La afiliación a la Seguridad Social sube en abril en términos mensuales en 134.396 personas. el número total de afiliados a la Seguridad Social es de 19.055.298. Ahora bien, si se desestacionaliza el dato, cae en 9.808 afiliados. Además, el último día del mes se perdieron 147.530 afiliados. Pese a esta subida mensual, es el peor dato mensual de un mes de abril desde 2014, con la exclusión de abril de 2020, cuando estaba cerrada toda la economía.
En términos interanuales remonta con algo más de fuerza, pero apoyado en los 650.000 ERTE que se mantienen. De esa manera, se incrementa en 596.631 afiliados en tasa interanual.
ERTE
Estas cifras serían más negativas si no fuese, como antes se ha señalado, por el efecto de los ERTE, que ortodoxamente, por criterio estadístico, no se contabilizan como paro registrado y se mantiene al trabajador dado de alta en la Seguridad Social, de manera que si dichas personas, que realmente no están trabajando y están cobrando una prestación por desempleo, en términos oficiales, se incluyesen en el número de parados y en los afiliados perdidos, nos encontraríamos con casi cinco millones de parados y con escasos dieciocho millones de afiliados.
Si bien es cierto que en abril ha disminuido en casi de 130.000 personas el número de quienes se encuentran en ERTE, este descenso no es suficientemente grande y consolida a dos tercios de millón de personas en una situación complicada, pues cada día que pasa se incrementa la probabilidad de que, desgraciadamente, no puedan recuperar su empleo. Este elemento dibuja la gravedad por la que atraviesa la economía nacional y el mercado laboral. Cada mes que pasa manteniendo tan duras restricciones, estas personas pierden posibilidades de poder reincorporarse, pues dependerá de cómo hayan aguantado sus empresas, cuando vemos que el cierre de las mismas sigue siendo intenso, hecho que no permite ser optimistas. Es más, se une la circunstancia con el anuncio de diversos ERE por parte de grandes compañías, que intensificarán el impacto negativo en el mercado laboral.
Adicionalmente, de esas 650.180 personas que se encuentran en ERTE (en media del mes), 200.873 proceden de la hostelería; 105.223 de los servicios de alojamiento; 86.791 del comercio; 24.707 de actividades de ocio y 21.950 de agencias de viajes.
Todas ellas actividades que pueden tardar mucho tiempo en recuperarse si se mantiene el actual ritmo de vacunación y, con ello, las duras restricciones existentes. Si estas actividades concentran el 67,60% de las actuales situaciones en ERTE, es preocupante que el horizonte de recuperación de la normalidad se vea lejano y con una probabilidad cada vez más elevada de que el verano no pueda desarrollarse en condiciones normales a efectos de campaña turística.
Por tanto, un mes más tenemos que insistir en lo urgente que es una adecuada actuación en materia económica. Si no se salva al tejido productivo, con mayor liquidez y reabriendo la economía, esos afectados por ERTE verán destruido su empleo.
O se reabre de inmediato todo y con prudencia y sin bajar la guardia se sale a trabajar, o el drama social será mayor que el del virus debido a la hecatombe económica a la que nos podemos enfrentar. Al menos, debería lograrse una inmunización mayoritaria de la población para la campaña de verano, que España no puede permitirse volver a perder por segundo ejercicio consecutivo.