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"Hay una crisis que todavía no ha florecido: las empresas acumulan muchísima debilidad en el balance"

Benedicto Jiménez, de Gedesco, alerta: "Solventado el problema de liquidez, tarde o temprano nos vamos a encontrar con el del repago de la deuda".

Benedicto Jiménez, de Gedesco, alerta: "Solventado el problema de liquidez, tarde o temprano nos vamos a encontrar con el del repago de la deuda".
Imagen de una terraza a la espera de clientes, este lunes, en la playa de la Malvarrosa, en Valencia. | EFE

"Ahora sí que sí", dicen los optimistas, "la campaña de vacunación está a punto de llevarnos a cotas de inmunizados que nos permitirán recobrar la normalidad".

"Yo ya no me fío", les responden los que ven el vaso medio lleno, "llevamos desde marzo de 2020 anticipando el fin de la crisis, ‘en unas semanas’ y nunca llega; siempre aparece una novedad que nos obliga a operar al 50% otra vez".

Y, en medio, los empresarios. Que no saben si comprar el relato positivo y lanzarse a preparar la campaña de verano. O ser extra-prudentes, algo que ha demostrado ser una muy buena política en el último año y medio.

Una mirada al balance de las empresas españolas, tras más de un año de crisis covid, nos ofrece motivos tanto para la esperanza como para la preocupación. Por una parte, no ha habido la oleada de cierres que podía anticiparse: nuestro país, como el resto de sus socios de la UE, ha mantenido líneas de liquidez que han permitido a las empresas sobrevivir y hacer frente a sus gastos inevitables. De hecho, en el mercado se sabe que esa liquidez está ahí, lista para gastar e invertir cuando sea necesario. Por otro lado, están los problemas de solvencia, que quizás ahora no sean tan evidentes, pero que se dejarán sentir a medio plazo: esa liquidez se ha conseguido a base de préstamos y líneas de crédito (como los instrumentos facilitados por el ICO) que en algún momento habrá que devolver. Y no será sencillo si no se produce una recuperación de la actividad que les lleve a unos ingresos superiores a los que tenían en 2019.

Sobre todo esto hemos hablado esta semana con uno de nuestros analistas de referencia, Benedicto Jiménez, director comercial de Gedesco, la empresa líder en nuestro país en financiación no bancaria. Jiménez, no habla de oídas. Sus conclusiones no son las del experto que se ha leído los informes de coyuntura del Banco de España o la AIReF. Las cifras de los estudios oficiales se las sabe. Pero, además, tiene el conocimiento del día a día, en la calle, de los cientos de empresas que se acercan a su despacho o le llaman para preguntarle por sus servicios, para contarle sus penas con los bancos, para explicarle sus necesidades de financiación... para decirle que van a por todas y necesitan dinero para invertir o, al revés, para llorarle porque están ahogados y necesitan liquidez como sea para sobrevivir hasta el el próximo trimestre.

"La carrera de la vacunación va a ser la que modere más o menos el optimismo", nos explica, "todas las compañías están pensando que aquí puede haber una explosión para bien o para mal. Puede pasar de todo, porque muchas se han endeudado muchísimo. Hay muchísima debilidad de balance". Podríamos decir que la situación es de calma tensa: "No hay una gran actividad, ni una gran demanda de crédito, porque hay mucha liquidez en el mercado. Las empresas están en stand-by. A la espera de que la vacunación avance más rápido".

Todos pensamos en el sector de los servicios ligados al turismo. Benedicto es optimista y anticipa un verano que va a ser "mejor que el del año pasado... entre otras cosas porque estamos hartos. La gente necesita disfrutar un poco. Se ha incrementado el ahorro en muchas familias. Se ha retenido el gasto porque no ha habido tanto ocio con los confinamientos. Esto no ha pasado sólo en España, también a nivel europeo... Lo que me dicen en el sector es que en Reino Unido y Alemania están como locos por salir y el nivel de reservas es alto".

Liquidez y solvencia

En todas las crisis, la discusión es la misma. Las empresas que caen lo hacen por (1) problemas de liquidez (son solventes a medio plazo y su negocio es sólido, pero no pueden refinanciar sus vencimientos y hacer frente a todos los pagos comprometidos por falta de financiación) o de (2) solvencia (su problema real es que su cifra de negocio no es suficiente para hacer frente a sus compromisos previos).

Uno de los relatos más habituales en la gran recesión de 2008-2012, fue que la falta de liquidez se había llevado por delante a empresas solventes. Nadie quería que eso pasara ahora, por lo los bancos centrales y los gobiernos han inyectado enormes cantidades de liquidez en el mercado. Jiménez cree que es positivo, pero al mismo tiempo alerta: lo que ahora viene es el momento en el que se retira la marea de esa liquidez y todos veremos quién tiene ropa (solvencia) y quién se estaba bañando desnudo.

"Lo que se ha hecho (y muy bien hecho) es dotar de liquidez a las empresas. Y ahora, además, metemos un año más de carencia", nos explica, "pero no estamos atajando el verdadero problema. Muchas empresas no han podido transformar esa liquidez en inversión. En gran medida, lo que te entra por arriba (inyecciones de liquidez) se está yendo por abajo (pagar impuestos). A nivel tributario no ha habido ninguna mejora. En Alemania o Francia la rebaja fiscal es considerable. Si lo metes en una coctelera, las empresas piensan ‘tengo liquidez, pero tengo que seguir pagando’ los mismos gastos que antes".

En los últimos meses, cuando hemos hablado con él, Jiménez siempre nos ha alertado de lo mismo: la deuda que se acumula y la debilidad en el balance de muchas empresas. Que durante unos meses puede parecer sostenible, pero en algún momento aflora. Si uno vuelve a los resultados de 2019 pero con una deuda un 50% más alta, tiene dos problemas: por un lado, sus ratios de beneficios sobre deuda o sobre fondos propios se han deteriorado mucho; por el otro, el pago de intereses se come una parte muy superior de los beneficios operativos. O sube la actividad propia del negocio o ese incremento de la deuda que hemos vivido en estos trimestres nos irá ahogando poco a poco.

"Seguimos anestesiando la economía", nos cuenta Jiménez, "y no hay una mora significativa. Pero las medidas no van a por una reacción económica sostenible, sino a alargar un repago de la deuda. Para no drenar liquidez. Tarde o temprano nos vamos a encontrar con el problema de repago de la deuda".

En su opinión, se está generando "una clara crisis económica y financiera que todavía no ha florecido. Solventado el problema de liquidez, ahora asoma el de solvencia. Si me pongo a funcionar, he acumulado mucha deuda y no puedo recaudar para el repago... vendrán los problemas. En España parece que podríamos seguir tomando estas medidas de por vida, somos especialistas en hacer esto. Aunque en este caso lo dudo [el tiempo que podemos aguantar] porque el tejido empresarial está muy atomizado y esa gente va a sufrir. Y la crisis acabará saliendo".

Por supuesto, esta situación también tiene un impacto en el acceso a la financiación: "Mi debilidad en los ratios va a provocar que cuando vaya a la banca tenga problemas de acceso al crédito. Las entidades financieras a nivel de circulante siguen reticentes. En todo lo que sea ICO, los bancos no dan cariño".

En lo que les toca a ellos, Jiménez se muestra cauto. A todos los implicados en la financiación empresarial, lo que les conviene es que las empresas paguen y no haya mora, que los negocios sean sostenibles y que los que piden dinero lo hagan para adelantar proyectos y afrontar nuevas inversiones, no como patada p’alante para sobrevivir un trimestre: "Nosotros [en Gedesco] vamos bien si todo va bien. Nuestra estrategia es seguir conviviendo con la financiación bancaria. Desde el punto de vista de financiación alternativa, hay muchas empresas que necesitan complementar su financiación bancaria y no encuentran apoyo. Por ejemplo, en el sector de construcción e ingeniería:, ese tipo de empresas y sectores demandan mucho aval que les computan en el riesgo. Yo les doto de liquidez y con la banca piden avales. Porque todo con la banca es imposible. Ahí la complementariedad de la financiación alternativa es muy importante".

En esos sectores y en otros similares que están funcionando casi a pleno rendimiento, Jiménez es optimista. En otros, no tanto: "Las que me vengan muertas de aquí a 3-4 meses, no las levantará nadie". ¿Hasta dónde podemos estirar el chicle de la liquidez artificial que se transforma en deuda para el futuro? ¿Cuánto y cuándo podrán las empresas pagar de esa deuda que se va acumulando en el balance? ¿Cómo de fuerte tendrá que ser el repunte del negocio y de beneficios para que los niveles de pasivo y los costes de refinanciación sean sostenibles? "Esperemos que la anestesia dure y la actividad lo levante"... si no, a partir de finales de este año y, sobre todo, en el segundo semestre de 2022 y el primero de 2023, cuando se terminen los períodos de gracia o las carencias, podemos encontrarnos con una oleada de quiebras. Es el gran peligro de esta salida de la crisis. Y los empresarios españoles, que conocen sus balances y los riesgos que se han ido acumulando en ellos, son muy conscientes.

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