Todas las esperanzas en la recuperación de la economía y la vida normal tras la pandemia se centran en estos momentos en la vacunación. Sin embargo, lo cierto es que España, y la gran mayoría de países, siguen muy lejos de obtener una inmunidad de rebaño suficiente como para reabrir totalmente la actividad económica y social. Pero, como siempre, hay excepciones: según datos de Our World in Data actualizados a 24 de abril, Israel lidera la vacunación mundial con un 60% de la población que ha recibido al menos una dosis, seguido de Emiratos Árabes y Reino Unido, ambos en el entorno del 50%, mientras que Chile y Estados Unidos ya han inoculado dosis a más del 40% de la población.
En contraste, España solo ha vacunado al 22% con al menos una dosis, mientras que apenas el 8% ha recibido la pauta completa.
Ante esta situación, en las últimas semanas ha cobrado relevancia en nuestro país (y en muchos otros) un interesante debate científico relativo a la forma en la que se administran las escasas dosis de las vacunas contra el coronavirus. Concretamente, se ha planteado la posibilidad de ampliar el lapso de tiempo entre la administración de la primera y la segunda dosis de la vacuna para así poder extender la inmunización a un grupo más grande de población. En otras palabras, se trataría de ampliar el alcance de la vacunación a una mayor cantidad de personas, con el perjuicio de que tendríamos que esperar más para recibir la segunda dosis.
Esta ha sido la senda seguida hasta ahora por países como Reino Unido, donde la medida ha acelerado la tasa de vacunación y permitido la ansiada relajación de las restricciones el pasado 12 de abril. La misma estrategia ha sido la seguida por Israel, el líder mundial en vacunación, donde la pasada semana se registró el primer día con ningún fallecido por coronavirus y donde la mascarilla ha dejado de ser obligatoria en espacios abiertos. Otros países como Canadá también han optado, prácticamente desde el principio, por posponer las segundas dosis, mientras que Francia anunció recientemente que elevará de cuatro a seis semanas el tiempo entre las dos dosis.
Volviendo a España, el pasado 20 de abril la Comisión de Salud Pública estudió un documento del Ministerio de Sanidad que incluía la propuesta de retrasar 6 y 8 semanas el segundo pinchazo de Pfizer y Moderna a menores de 79 años. Sin embargo, el organismo decidió finalmente mantener el sistema actual, pese a que diversos expertos, como el portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS), se mostraron a favor del cambio de estrategia.
Las discrepancias científicas: dos preguntas
Pese a todo, la negativa de España a retrasar la inoculación de la segunda dosis no es algo carente de toda lógica, sino que responde a una serie de dudas que se ciernen sobre la citada estrategia:
1.¿La efectividad es menor con una dosis?
Una de las razones que pueden llevar a priorizar la inmunización con dos dosis es la menor efectividad de la vacuna con un solo vial. A saber, si quienes han recibido una dosis tienen que esperar mucho hasta que reciben la segunda, podrían ser contagiados o tener que ser hospitalizados con mayor probabilidad que si hubieran recibido el segundo vial con mayor prontitud. Esta tesis, sin embargo, es matizable, ya que ha quedado demostrado que el efecto inmunitario con una sola dosis es elevado y no dista mucho del obtenido con dos dosis.
Concretamente, un estudio realizado en Reino Unido en base a 1,7 millones de resultados de pruebas de hisopos revela que un solo vial reduce las infecciones en un 65% con las vacunas de Pfizer y AstraZeneca, frente al 70% con dos dosis de Pfizer (aún no hay datos con dos dosis de AstraZeneca). Según Koen Pouwels, coautor del estudio, estos resultados son suficientemente positivos como para "respaldar la decisión de extender el tiempo entre la primera y la segunda dosis a 12 semanas" en Reino Unido.
En cuanto a la prevención de hospitalizaciones utilizando una sola dosis, un estudio publicado en The Lancet corrobora una reducción del 91% de los ingresos hospitalarios con Pfizer y del 88% con AstraZeneca.
Otras investigaciones elevan la efectividad con una dosis de Pfizer al 92,6% tras dos semanas, y al 92,1% con la de Moderna, mientras que un estudio con muestras en Israel cifra la reducción de hospitalizaciones en un 74% y las muertes en un 72% con una dosis de Pfizer.
Pese a estos buenos datos, la negativa de países como España o Estados Unidos en posponer la administración de la segunda dosis podría estar fundamentada, en primer lugar, en la sospecha de que la protección proporcionada con un solo vial dure poco tiempo. Aunque aún no hay datos concluyentes al respecto, una prepublicación (aún no revisada por pares) en Escocia ha encontrado que la protección disminuiría hasta el 58% pasadas seis semanas de la primera inyección.
2. ¿Pueden aumentar las mutaciones al aplazar la segunda dosis?
Otra de las dudas de las autoridades en cuanto al cambio de estrategia reside en la posibilidad de que, al posponerse la segunda dosis, se impulse la aparición de nuevas variantes o mutaciones del virus. Se teme que, si el virus se replica y muta en presencia de una respuesta inmunitaria parcial, las variantes mutantes pudieran tener ventaja y capacidad de evadir el sistema inmunológico. De hecho, esta es la tesis que sostuvo Anthony Fauci, el asesor médico de Joe Biden, para rechazar el aplazamiento de la segunda dosis.
Aun con todo, la teoría de las mutaciones no es respaldada por todos los científicos. De hecho, un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Nature considera que las probabilidades de que el escape antigénico se produzca (mutaciones) es muy reducido, y que, de hecho, podría ser mayor de no priorizarse la inoculación de primeras dosis. Es decir, se considera que hay mayor probabilidad de mutaciones en un escenario de poca gente vacunada con pauta completa que en otro escenario con mucha más gente vacunada, pero con inmunidad parcial.
Como puede notarse, el consenso científico en torno a este asunto no es aún definitivo. Además, aunque se aplique la "política" de posponer la segunda dosis, existen otros muchos matices, como el hecho de que las personas ancianas o pacientes graves sí podrían verse perjudicados por una menor respuesta inmunológica si esperan demasiado a recibir su segunda dosis. En cualquier caso, lo que parece seguro es que la estrategia puesta en marcha por países como Reino Unido no parece tan descabellada como algunos planteaban en un principio. La ciencia decidirá quien lleva razón.