Un trabajador español que perciba un salario medio abona al fisco 15.189 euros cada año en concepto de cotizaciones sociales, IVA e IRPF. Así se desprende del Impuestómetro, un estudio del think tank francés Instituto Económico Molinari que divulga en España el centro de estudios Foro Regulación Inteligente.
Aunque el salario bruto medio ascienda a 26.923 euros, debemos considerar que esta rúbrica no representa todo el coste laboral, puesto que no incorpora las cotizaciones sociales abonadas por la empresa. Si consideramos esta rúbrica, que asciende en promedio a 8.050 euros anuales, encontramos que el coste laboral para un salario medio es de 34.973 euros.
Así las cosas, partiendo de un desembolso de casi 35.000 euros al que se deben restar los más de 8.000 euros vinculados a las cotizaciones sociales, el salario bruto termina ascendiendo a 26.923 euros. Sin embargo, a este concepto hay que restarle a continuación el pago correspondiente de IRPF, que en promedio asciende a 3.980 euros cuando se consideran las retenciones mensuales y la liquidación anual.
Como las cotizaciones sociales se imputan directamente al trabajador y no solo indirectamente a través de su empresa, es preciso sustraer también 1.710 euros dedicados a este concepto. De esta forma, podemos ver que, pese al coste laboral de 34.973 euros, el salario que finalmente llega al bolsillo del trabajador es de 21.233 euros.
Pero, como es lógico, los trabajadores españoles dedican buena parte de su salario a consumir bienes y servicios que cubren sus necesidades y deseos. Si aplicamos el tipo de IVA del 21% a dichos patrones de gasto, encontramos que los españoles abonan otros 1.449 euros anuales al fisco, esta vez debido al cobro del IVA.
Una "cuña fiscal" del 43,43%
En última instancia, esto arroja un sueldo efectivo de 19.784 euros, lo que representa una reducción por "cuña fiscal" del 43,43% en relación con el coste laboral de 34.973 euros que veíamos al principio. Dicho de otro modo: todo el salario percibido desde el 1 de enero hasta el 8 de junio va dedicado a pagar las cotizaciones, el IRPF y el IVA.
Evidentemente, este cálculo no incluye otros tributos como los especiales, el IBI, los tributos aplicados sobre la contratación de seguros, los gravámenes que afectan a los vehículos o las figuras fiscales que gravan las sucesiones, las donaciones o el patrimonio. Añadiendo estas cargas, el salario efectivo resulta ser aún más bajo.