En las últimas semanas, la izquierda política y mediática se ha lanzado en tromba contra la Comunidad de Madrid con el argumento de que su propuesta turística, cultural y de ocio se basa en la fiesta descontrolada. Siguiendo este relato, Madrid sería algo así como un botellódromo en el que vecinos y visitantes consumen alcohol de manera compulsiva.
El pasado fin de semana, El País publicó en portada una imagen en la que se podía ver a un grupo de turistas franceses bebiendo y celebrando en las calles de Madrid. En seguida, los distintos altavoces de la izquierda plantearon que esto constataba la degradación del ocio en la región e introducía, además, un riesgo para la salud pública, debido a la pandemia del covid-19.
Sin embargo, huelga decir que las competencias en materia de movilidad exterior están en manos del gobierno central. De hecho, la Comunidad de Madrid lleva más de nueve meses insistiendo en que Barajas debería hacer más controles a los visitantes que llegan a nuestro país. Por lo tanto, el argumento sanitario debería dirigirse al gabinete de Pedro Sánchez, único responsable de la posible entrada de personas infectadas.
Dejando a un lado esta cuestión, ¿qué nos dicen los datos sobre la otra narrativa latente, que insiste en dibujar la oferta de turismo, cultura y ocio de Madrid como una propuesta basada en la farra desmedida? Lo cierto es que, según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas que elabora el ministerio de Sanidad, institución controlada por el PSOE, la prevalencia del consumo de alcohol o de los botellones en Madrid es inferior al promedio nacional.
Los datos publicados por el Ejecutivo acreditan que la incidencia de las borracheras en la población de entre 15 y 64 años que reside en Madrid solo alcanza el 18,5% durante los doce últimos meses. Por comparación, este indicador llega al 19,4% en España, de modo que Madrid se sitúa mejor que el promedio. Las borracheras son, de hecho, mucho más frecuentes en regiones gobernadas por el propio PSOE o por fuerzas separatistas, caso de Aragón (19,5%), Baleares (27,3%), Castilla-La Mancha (20,8%), Cataluña (22,3%), Comunidad Valenciana (22,6%), Navarra (27,7%), País Vasco (22,6%) o La Rioja (26%).
Si se restringe el campo de estudio para analizar la situación en los treinta últimos días, los datos vuelven a dejar bien parada a la Comunidad de Madrid. En este caso, el promedio nacional es del 6,8%, mientras que Madrid registra un 6,6%. En cambio, la prevalencia de las borracheras llega al 8,7% en Baleares, al 7,1% en Canarias, al 7,8% en Castilla-La Mancha, al 8,7% en Cataluña, al 8,9% en Navarra, al 8,7% en País Vasco o al 9,8% en La Rioja, de modo que los territorios gestionados por el PSOE o los partidos independentistas se mueven en niveles mucho mayores.
Pero el informe del ministerio de Sanidad va más allá y mide directamente la prevalencia del botellón en las distintas regiones españolas. El promedio nacional es del 9,9%, mientras que en Madrid se registra un 9,6%. Los porcentajes son más abultados en territorios como La Rioja (18,6%) o Castilla-La Mancha (15,6%). También Andalucía (11,5%), Comunidad Valenciana (10,6%) y Murcia (12,6%) se mueven en tasas de doble dígito.
Por lo tanto, no tiene sentido insistir en presentar a Madrid como una región que limita el turismo, la cultura y el ocio a las celebraciones sociales con alcohol de por medio. Pero, ¿qué hay de la oferta cultural? ¿Acaso es tan mediocre como se plantea? En realidad, el Observatorio de la Cultura, que elabora la Fundación Contemporánea y es el índice de referencia para medir la calidad y la innovación del sector en las distintas capitales nacionales, certifica que Madrid ocupa el primer lugar de la tabla y viene de obtener su mejor puntuación histórica, consolidando así su "sorpasso" a Barcelona o Bilbao, que de hecho podrían verse rebasadas próximamente por una Málaga que evoluciona al alza. Además, de los cincuenta proyectos culturales de referencia en España, casi la mitad están en Madrid.
Además, precisamente desde que estalló la pandemia Madrid ha apostado por reabrir su sector cultural. Desde septiembre, la Comunidad ha autorizado más de 4.000 eventos que han reunido sin rebrotes ni contagios masivos a más de medio millón de espectadores, consolidando una estrategia de "cultura segura" que ha sido reseñada favorablemente en las páginas de Financial Times, The Economist, Le Figaro o Il Corriere della Sera.
¿Avalancha de franceses?
Por último, para abordar esta cuestión de forma satisfactoria, es preciso analizar una última variable: la supuesta "avalancha" de franceses que estaría sufriendo Madrid y que habría devenido en la consolidación de ese "turismo de borrachera" del que hablan los políticos, activistas y periodistas involucrados en esta campaña.
Para responder a esta pregunta, podemos evaluar los datos de llegadas que ofrece la start up KIDO Dynamics. Según esta empresa de big data especializada en medir patrones de movilidad a nivel internacional, el número de turistas franceses en Madrid se mantiene en cifras muy reducidas, que suponen entre un 70% y un 90% menos de lo habitual.
Estos mismos datos han dado el salto a la prensa gala, donde el diario Le Figaro ha recalcado que los números de visitantes franceses son minúsculos en comparación con el promedio histórico y similares a los registrados en otras capitales.
No solo eso: si se repasan los datos para Barcelona, encontramos que el dato de turistas franceses diarios se mueve en dimensiones calcadas a las de Madrid, mientras que la suma de visitantes galos llegados a Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife arroja cifras aún más elevadas que las de la Villa y Corte o la Ciudad Condal.
Evidentemente, resulta llamativo volver a ver turistas extranjeros después de un año en el que su presencia ha sido muy reducida debido a las restricciones sanitarias ligadas a la pandemia del covid-19. Sin embargo, con los datos encima de la mesa, el relato de la "avalancha" de franceses que acuden a Madrid en busca del "turismo de borrachera" simple y llanamente no se sostiene.
Por otro lado, es curioso que la misma izquierda que presta tanta atención a cualquier fiesta en Madrid ignore los botellones y aglomeraciones de jóvenes que se han podido ver recientemente en otras ciudades ciudades como Barcelona, Valencia, La Coruña, Málaga, Palma de Mallorca, Granada, etc.