Hoy iniciamos una serie de siete artículos referentes a distintos aspectos de la libertad, la prosperidad y la economía de la Comunidad de Madrid. Cada lunes, un sector o actuación de interés será analizado, así hasta el último artículo, que se publicará el domingo, dos de mayo, aniversario del levantamiento del pueblo de Madrid luchando por su libertad contra la invasión napoleónica, fiesta de la región y este año también cierre de la campaña electoral de estas elecciones adelantadas a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
A lo largo de toda la serie, y tras este primer artículo que mostrará que Madrid está en juego, al enfrentarse dos tipos de políticas económicas y de formas de entender la actuación del sector público en general, profundizaremos en el ámbito de los impuestos, la estabilidad presupuestaria, la sanidad, la educación y las trabas administrativas, para finalizar con un artículo de conclusiones.
En ellos, veremos qué es lo que está en juego y qué resultados han conseguido las políticas aplicadas hasta ahora en la Comunidad de Madrid, frente a las que la izquierda, y, en especial, Pablo Iglesias, desean llevar a cabo en la región que alberga la capital de España. De hecho, recordemos que ya se aplicarán políticas de izquierda en Madrid, entre 1983 y 1995, y consiguieron un peor resultado. Comparando con la otra región de igual tamaño, como es Cataluña, el crecimiento económico de Madrid solía ir por debajo.
Por el contrario, desde 1995, el crecimiento de la región madrileña ha sido superior siempre tanto a la media nacional como a Cataluña. En la serie que publica el INE, que parte de 2010, se ve de manera clara este resultado. Madrid creció un 63,6% más que el conjunto nacional o que Cataluña. Distintas políticas dan distintos resultados: las de izquierda mantenían a Madrid como una economía sostenida, sin vigor, empujada sólo por su peso institucional, y las liberal-conservadoras la han convertido en una economía sostenible por ella misma, dinámica, una región de oportunidades.
Y eso pasaba en comparación con una política de izquierdas que era socialdemócrata, muy moderada, como la aplicada entre 1983 y 1995. Imaginemos qué sucedería si ahora gobernase la izquierda radical de Pedro Sánchez e Iglesias.
De eso se trata, de contraponer las políticas que cada opción quiere implantar de conseguir gobernar tras las elecciones del próximo cuatro de mayo. Si gobierna Isabel Díaz Ayuso habrá una continuidad en las políticas aplicadas durante las últimas dos décadas y media, basadas en la libertad del individuo, en poder llevar adelante un proyecto personal de vida de cada individuo, donde la intromisión del sector público sea la mínima posible; que apuesta por la libertad de elección en sanidad o educación; por el crecimiento económico y la eliminación de obstáculos para iniciar una empresa o para trabajar; que opta por servicios eficientes y austeros e impuestos bajos. Si gobiernan Iglesias y la izquierda, la política que promoverán será radicalmente distinta, completamente opuesta, que no es otra que la que el comunismo siempre ha defendido, siendo éste, además, un comunismo que ni siquiera ha pasado por aquel “eurocomunismo” que trató de modernizar un poco -si es que se puede modernizar- a dicha ideología.
¿Qué se juega Madrid? La región madrileña se juega mucho. De hecho, son los madrileños los que se lo juegan, pues puede trastocar su día a día, desde el dinero que van a cobrar en la nómina, que será menor si les suben los impuestos, a la posibilidad de decidir a qué colegio llevan a sus hijos -esencial, además de para elegir dónde quieren los padres que se eduquen sus hijos, para también que sus abuelos, en muchos casos, puedan recogerlos y ayudar a sus padres en el cuidado de sus hijos, al poder elegir un colegio cercano al domicilio de los abuelos para facilitarles esta labor-, o elegir a qué medico quieren ir.
Madrid ha conseguido ser la región más libre de España, especialmente en materia económica, sanitaria y educativa. El camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil, como todo lo que en la vida merece la pena. Si tras las elecciones es la izquierda la que gobierna, acaudillada por un extremista como Iglesias, Madrid perderá esa libertad, porque el modelo de Iglesias, de la izquierda radical en general, es intervenir lo máximo posible en la vida de las personas.
Si gana Iglesias, si gana la izquierda, los comerciantes madrileños -en épocas normales, exentas de las restricciones a causa de la pandemia- dejarán de poder decidir qué días y en qué horarios abren para ajustarse a las preferencias de sus clientes. La hostelería se verá obligada a cerrar de manera muy restrictiva en los meses que queden de esta situación sanitaria y la quiebra de una gran parte estará garantizada.
Los madrileños que quieran abrir un negocio volverán a verse envueltos en una burocracia eterna para poder poner en marcha su actividad, pues se perderá la declaración responsable o la supresión de burocracia, que permite que Madrid sea un foco de atracción de inversiones, como muestra el hecho del liderazgo de Madrid en la creación de empresas el último año (casi una de cada cuatro empresas que se crean en España lo hacen en Madrid), o que reciba el 80,4% de toda la inversión extranjera recibida en España el último año.
Si gobiernan Iglesias y toda la izquierda, Madrid dejará de ser la región con menores impuestos, que permite que cada contribuyente madrileño se ahorre al año 1.150 euros en impuestos (tras la última gran reforma aprobada en 2014 con efectos de 2015), a los que hay que añadir los cien nuevos euros en impuestos que se ahorrará cada contribuyente con la futura rebaja del IRPF anunciada por Ayuso, que elevará dicho ahorro tributario por cada contribuyente madrileño a 1.250 euros al año. Ese dinero se queda en el bolsillo de los madrileños, que permite que lo destinen a lo que consideren ellos oportuno: consumir, ahorrar o invertir; en definitiva, a generar prosperidad económica y empleo.
De aplicarse la política de la izquierda, los madrileños ya no podrán elegir hospital, médico, enfermero o centro de salud, porque la asignación de los mismos volverá a estar en manos de los políticos.
Del mismo modo, se pone en riesgo la continuidad de la política de bilingüismo en inglés, que ha permitido que todos los niños, no sólo quienes proceden de familias con recursos económicos, sino todos, puedan estudiar no ya inglés, sino estudiar en inglés desde pequeños.
Asimismo, la estabilidad presupuestaria que ha conseguido Madrid, que hace que tenga el menor incremento de deuda y que haya sido la que más ha respetado la estabilidad presupuestaria, volará por los aires. El gasto exponencial es propio de las políticas de izquierda que propugna la izquierda, especialmente del comunismo de Iglesias, cuyos correligionarios han llegado a decir que todo se soluciona emitiendo más dinero: ¡tantos años han pasado y no han aprendido nada de economía! Eso es lo que han hecho -además de muchas otras barbaridades- en Venezuela y han dejado a dicho país en la miseria, además de sin libertades de ningún tipo.
No hay, por tanto, una única política económica posible. Hay una, intervencionista, basada en una mayor intromisión en la economía, gasto público creciente, déficit alto, deuda elevada y subida de impuestos, además de una ausencia total de reformas, que puede llegar a ser extremista cuando forman parte del Ejecutivo partidos comunistas, como sucede en el Gobierno de la nación y como sucedería en Madrid, con Iglesias, y que sería la única alternativa al actual Gobierno de la Comunidad de Madrid. La otra política posible, liberal, basada en la austeridad y reducción del gasto, la estabilidad presupuestaria, la reducción ordenada y selectiva de impuestos y la eliminación de trabas que libera renta para la economía productiva, genera un marco de confianza y credibilidad y dinamiza la actividad económica y el empleo.
Todo eso se juegan los madrileños, que no es poco. Es a todo o nada: o libertad o comunismo. Por ello, los madrileños, al votar el cuatro de mayo, más que nunca, tienen que analizar en quién depositan su voto, pensando en qué política quieren, si la que ha seguido Madrid durante los últimos veinticinco años, basada en la austeridad, la estabilidad presupuestaria, la bajada de impuestos, la eliminación de trabas y la liberalización de horarios comerciales y de la economía en general, es decir, una política basada en la libertad, o la política que aplica el Gobierno de Sánchez, que es la que se instalaría en Sol si gobierna la izquierda en Madrid, máxime con Iglesias como candidato, que es una política intervencionista, invasora de la capacidad de decisión de las personas, socialista y comunista, en suma.
Y si no quieren la política de Sánchez e Iglesias, tendrán que tener buen cuidado en no desperdiciar su voto en opciones que pueden quedar, con elevada probabilidad, fuera de la Asamblea de Madrid por no llegar al mínimo del 5%, al tiempo que han de tener cuidado de que aunque alcancen dicho porcentaje no vuelvan a hacer una pirueta como la de presentar mociones de censura contra un gobierno del que formaban parte simplemente por el hecho de querer ocupar la cabecera del banco del Ejecutivo.
También es importante que, frente a un reagrupamiento electoral de la izquierda, no se disperse ningún voto de centro-derecha para no verse perjudicada dicha opción por la ley electoral. Por tanto, los votantes liberal-conservadores, los votantes del centro-derecha, así como todos los votantes que no quieran perder toda esa libertad conseguida, con independencia de su ideología, deberán votar, para evitarlo, por quienes claramente aseguran una política económica liberal-conservadora, sin dispersar el voto para evitar ese perjuicio electoral, que se ha demostrado, con números, negro sobre blanco, que es la que procura mayor crecimiento económico, mayor empleo, mayor libertad, mayor bienestar y, en suma, mayor prosperidad, que es la política que aplica la opción de Isabel Díaz Ayuso, en torno a la cual, a priori o a posteriori, habrá de unirse todo el centro-derecha. De los madrileños es la decisión: Ayuso o Sánchez-Iglesias, libertad o comunismo, respectivamente.