John Kerry, el ex secretario de Estado de EEUU, bajo el mandato Barack Obama, ha sido nombrado por Joe Biden como el representante del Consejo de Seguridad Nacional que se dedicará exclusivamente a la "crisis climática". El apodado como zar del clima fue también candidato presidencial demócrata contra George W. Bush en 2004, y ahora, pasará a ser la nueva Greta Thunberg para hacer cumplir los intereses del llamado Grean New Deal, "el nuevo negocio verde", que persigue castigar impositivamente a empresas y clases medias que usen cualquier tipo de agente que ellos consideren "contaminante" o "malo para el medio ambiente". Ya lo están haciendo, pero su política se endurecerá aún más si cabe, tal y como ha pronosticado Kerry.
Ciertamente, el zar del clima de la Administración de Biden se ha estrenado por todo lo alto y ha alertado de que el apocalipsis climático está a la vuelta de la esquina. Ha sido durante su discurso en la Cumbre de Adaptación Climática (CAS), celebrada en La Haya. Kerry indicó que la cuenta atrás para "salvar al planeta" corre imparable.
"Hace tres años, los científicos nos dieron una alerta temprana: dijeron que teníamos 12 años para evitar las peores consecuencias del cambio climático. Ahora solo nos quedan nueve años y lamento que mi país haya estado ausente durante tres de ellos", expuso Kerry.
Por este motivo, el exsenador demócrata recordó que el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha puesto "la lucha contra el cambio climático como una prioridad máxima" de su Administración. Y añadió que las naciones deben dirigirse hacia "una urgente reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que debe ir acompañada por la concienciación pública y por el sentido común", especificó el demócrata.
El cuento verde Kerry
Pero pese a sus propias declaraciones catastrofistas, el predicador del clima de la era Biden no se aplica su cuento verde. El exdiplomático ha asegurado que "tenemos un tiempo limitado para tener el cambio climático bajo control". Sin embargo, mientras inocula miedo a los ciudadanos sobre un supuesto destino medioambiental desastroso para la especie humana, y sin precedentes en la historia, el millonario demócrata continúa con su lujosa vida altamente contaminante. Y no piensa dejar de hacerlo.
Sin ir más lejos, la hipocresía de John Kerry fue puesta en evidencia hace apenas dos años, cuando el demócrata voló en un jet privado a Islandia en 2019 para recibir el premio del Círculo Polar Ártico por liderazgo climático, según recogió Fox News en su momento.
Al ser pillado usando un vehículo que emite hasta 40 veces más carbono por pasajero que los aviones comerciales, este dinosaurio de la política llegó a defender que su viaje de alta contaminación era "la única opción para alguien como él", alguien que viaja por el mundo para ganar esta batalla". Pobre niño rico. El justiciero climático no tenía otra forma de desplazarse que utilizando los medios de transporte que prohíbe para el resto de la plebe.
Igualmente, Kerry recibió el premio islandés "por ser una voz constante que presiona a las autoridades estadounidenses para que se comprometan a abordar los asuntos ambientales", señalaba un medio islandés. Pero antes de tomar su jet privado, el reportero islandés Jóhann Bjarni Kolbeinsson le preguntó en la rueda de prensa: "Tengo entendido que viniste aquí con un jet privado. ¿Es esa una forma ambiental de viajar?", preguntó el periodista.
Lejos de avergonzarse, el ex secretario de Estado contestó que él compensaría de alguna manera la contaminación de su lujoso jet. Y se quedó tan ancho. "He estado involucrado en esta lucha durante años. Negocié con el presidente chino Xi para traerlo a la mesa y que pudiéramos conseguir el Acuerdo de París. Tengo que navegar a través del océano, volar, reunirme con gente y hacer las cosas", se justificaba Kerry.
El zar del clima se negó, y se sigue negando, a viajar en un vuelo comercial. Hay que tener en cuenta que la familia Kerry era propietaria de una compañía de aviones privados de la que el demócrata se ha venido beneficiando financieramente. Todavía en 2013, Kerry poseía más de un millón de dólares en activos de la compañía de vuelos chárter Flying Squirrel LLC, a través de su esposa Teresa Heinz Kerry, heredera de la fortuna de la salsa de tomate Heinz.
Los antojos de estos multimillonarios, claramente, no pasan por ser precisamente los que ordena la Agenda de Davos 2030 en sus Mandamientos sobre el Cambio Climático. "Esperamos con interés las conferencias anti-carbono de un tipo que viaja por el mundo en jets privados y yates de lujo", publicaba un editorial del New York Post. Además, el mismo diario evidenciaba la doble moral de Kerry quien, en 2004, durante su campaña presidencial, hizo hasta 60 pagos a la compañía de aviones chárter de su esposa, por un total de 273.171 dólares, según la investigación del periódico.
Yates de lujo
El New York Post también reflejaba que Kerry poseía no solo jets privados, sino también yates de lujo, uno de ellos llamado Isabel. En su etapa como senador de Massachusetts, John Kerry atracó el barco, valorado en 7 millones de dólares, en Rhode Island, ahorrando así hasta 500.000 dólares en impuestos, según había señalado la prensa americana. La familia Kerry salió al paso de estas acusaciones diciendo que "lo tenían allí porque no lo utilizaban", y nunca "para evadir impuestos". Posteriormente, el guerrero climático decidió alquilar su yate por 45.000 dólares semanales.
Mansiones en la playa
Pero esto no es todo. El demócrata no se ha cansado de alertar sobre el peligro de vivir cerca del mar. "Los polos se derriten", era su mantra más usado en la era Obama. Pero el miedo a terminar con una ola entrando por el salón de la casa no le impidió comprar una mansión justo a pie de playa. En una transacción de bienes raíces, el representante ecologista de Biden se hizo con una propiedad histórica en Seven Gates Farm en Chilmark. En total, Kerry pagó 11,75 millones de dólares por una enorme casa en la costa Este de los Estados Unidos, en el estado de Massachusetts.
Pero el zar del clima no quiere ni oír hablar de sus enormes contradicciones y prosigue con sus vaticinios. Una vez más, volvió a la carga y manifestó que "el año 2030 debe ser la fecha en la que se tiene que poner al mundo en el camino correcto para limitar el nivel de calentamiento a ese nivel de 1,5 grados centígrados", anunciaba en la Conferencia de Seguridad de Munich, coincidiendo así con las intenciones de la Agenda 2030 del Foro Económico Mundial. "Ya no hay tiempo, no se puede fingir más", insistía el político.
Por último, y por si no quedaba claro, en la reciente Cumbre de Adaptación Climática (CAS), el rey del ecologismo americano prometió una lucha "conjunta" para construir "la resiliencia económica, salvar vidas" y hacer cumplir "nuestras obligaciones morales" con las futuras generaciones y el planeta, marcando así la nueva senda contraria a la Administración Trump.