España es uno de los países con menores niveles de apoyo social al capitalismo. Así se desprende de un estudio elaborado por tres expertos internacionales a partir de diversos sondeos que miden las actitudes de la ciudadanía de más de 70 países ante las dinámicas características de la economía de mercado, estableciendo de esta forma un novedoso ranking.
El informe, conocido como Índice Global de Mentalidad Económica, viene firmado por tres autores. El primero de ellos, Brad Lips, preside la red ATLAS, una gran organización internacional que agrupa a decenas de think tanks y entidades liberales. El segundo es Pál Czeglédi, profesor universitario radicado en Hungría. El tercero es Carlos Newland, también profesor de educación superior pero, en su caso, residente en Argentina.
En un adelanto de su informe, los tres autores recalcan que "la libertad económica se correlaciona con el crecimiento, la reducción de la pobreza y otros indicadores sociales positivos" pero añaden que "alcanzar y preservar la libertad económica en un país puede depender de que exista un cierto nivel de consenso social sobre lo deseables que son estas instituciones".
Deirdre McCloskey ha teorizado en este sentido con sus numerosos trabajos dedicados a estudiar los "valores burgueses" que hicieron posible la revolución económica y social que supuso el advenimiento del libre mercado. Podría decirse, pues, que los autores pretenden traer sus ideas al siglo XXI, midiendo hasta qué punto las distintas sociedades del mundo se declaran favorables al capitalismo y sus ingredientes centrales.
El informe mide diversas encuestas internacionales en las que se pregunta a los ciudadanos por diversas cuestiones relevantes para el funcionamiento del mercado. La principal fuente empleada es la Encuesta Mundial de Valores, aunque para los países europeos se incluyó también la Encuesta Europea de Valores. Los resultados obtenidos reflejan que existe correlación entre tener un mayor grado de apoyo social al capitalismo y conseguir mejores resultados en el Índice de Libertad Económica.
Lips, Czeglédi y Newland dividen su trabajo en tres pilares: eficiencia, redistribución y responsabilidad. El primero mide el grado de apoyo a la noción de que una economía competitiva es aquella donde el sector privado lleva la voz cantante. El segundo toca hasta qué punto se favorece la aplicación de grandes programas de reparto que alteren, vía impuestos y gasto público, los resultados originales del mercado. El tercero estudia hasta qué punto existe un consenso social sobre la importancia del esfuerzo personal y la responsabilidad individual a la hora de prosperar económicamente.
Los resultados preliminares
En las primeras posiciones de la tabla aparecen países como Nueva Zelanda, República Checa, Suecia, Estados Unidos, Dinamarca, Bulgaria, Rumanía, Georgia, Australia, Polonia, Estonia… Sus resultados van de 0,63 a 0,76 puntos sobre 1. En la zona media de la tabla aparecen Francia (0,55) o Alemania (0,51).
En cambio, España aparece relegada al número 62 del ranking. Estamos, pues, en la zona media-baja de un índice que abarca 74 países. Nuestro resultado es exactamente igual al de Argentina (0,35) y nos coloca por debajo de China (0,43), Italia (0,42), Grecia (0,42) o Bolivia (0,41). Si desglosamos la calificación que obtiene España, podemos ver que nuestra peor nota es la del pilar de eficiencia (0,30), mientras que en las mediciones referidas a redistribución y responsabilidad recibimos 0,40 y 0,36 puntos, respectivamente.
Los autores del informe destacan que los países europeos que sufrieron directamente el comunismo tienden a recibir mejores resultados, aunque las diferencias son mucho más marcadas cuando se desglosan los datos por franja de edad, puesto que son los jóvenes de estas economías los que tienen mucho más asumido el discurso pro-mercado. En cambio, en Estados Unidos vemos que hay una gran diferencia en la nota que obtienen los más mayores (0,74 puntos) y la que reciben los más jóvenes (0,62 puntos).