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El Gobierno maquilla la EPA con 125.800 empleados públicos, 528.200 ERTE y 933.600 inactivos

La situación en el mercado laboral es mucho más grave que lo que aparenta el primer vistazo a la EPA, que no deja de ser nefasto.

La situación en el mercado laboral es mucho más grave que lo que aparenta el primer vistazo a la EPA, que no deja de ser nefasto.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz | Cordon Press

El coronavirus le ha asestado un golpe mortal al mercado laboral español. A primera hora de la mañana de ayer jueves, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la esperada Encuesta de Población Activa (EPA) de cierre de 2020, y los datos no han sido nada esperanzadores.

Los estragos de la pandemia se han saldado con una subida del paro de 527.900 personas, un 16,5% más que en 2019, hasta alcanzar la friolera de los 3.719.800 desempleados en nuestro país. Así, la tasa de paro se situó al finalizar 2020 en el 16,13%, el ratio más elevado desde 2017.

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Por el lado de la ocupación, la sangría continúa y el balance anual se salda con 622.600 ocupados menos (-3,1%), lo que supone el peor dato anual de la EPA desde el año 2012, en plena crisis de la burbuja inmobiliaria.

El optimismo del Gobierno

Comparando el cuarto trimestre del año con el tercero, las cifras mejoran, pero con unos matices imprescindibles de explicar para entender el engañoso espejismo de las cifras oficiales. Teniendo en cuenta que la última EPA del año suele ser buena por la campaña navideña, esta vez, el paro sólo ha bajado en la irrisoria cifra de 3.100 personas, su peor registro desde 2017. Por el lado de la ocupación, llega la mejor noticia de toda la estadística, ya que el número de ocupados aumentó en 167.400 personas, el segundo mayor crecimiento desde 2005, hasta situarse en 19.344.300 personas.

Con el excesivo optimismo que viene caracterizando al Gobierno durante toda la gestión de esta crisis económica, la ministra del ramo, Nadia Calviño, no dudó en calificar los datos de la EPA como "positivos" y hasta "mejores" que las previsiones del Ejecutivo y de "todos los analistas y organismos nacionales e internacionales". Calviño celebró además que el impacto de la crisis que azota a España es "mucho menor" que en la primera ola de la primavera pasada y la economía "siguió recuperándose en el cuarto trimestre". Hasta su propio ministerio se aferró a todas las lecturas positivas posibles para presentar las estadísticas en las redes sociales, obviando, claro está, las que muestran el verdadero deterioro del empleo en España.

Los ERTE se esconden en las estadísticas

A lo que tampoco hace el Gobierno alusión —ni aquí ni en su eufórica nota prensa— es a que la EPA tampoco considera parados a los ERTE, al igual que el Ministerio de Trabajo. Para el INE, las personas que están en su casa sin trabajar porque sus empresas no tienen actividad debido a la pandemia —o tienen mucha menos— siguen siendo ocupados.

Según la EPA, el cuarto trimestre del año terminó con 528.200 personas en ERTE, aunque el Gobierno daba hace varios días una cifra bastante mayor: 704.000 personas. Aún dando por bueno el dato de la EPA —que, probablemente, esté subestimado—, estamos ante otra ingente cantidad de afectados escondidos en las estadísticas y que está provocando un engañoso espejismo. Es más, en el último trimestre del año, los ERTE habrían aumentado por primera vez desde los máximos de abril, tal y como ha constatado la Seguridad Social. Este vuelco en el mercado laboral se debe a los cierres de hostelería y servicios que vienen llevando a cabo desde octubre muchas CCAA por el aumento de los contagios.

Aunque el Ejecutivo de Sánchez e Iglesias ha decidido ampliar esta semana este instrumento laboral hasta el 31 de mayo, no hay nada que garantice que estas personas —que el Gobierno ha insistido mucho en no considerar parados— vayan a volver a sus puestos de trabajo.

El empleo público sube, el privado se desmorona

De hecho, si tenemos en cuenta la grave comparativa de la EPA entre el empleo público y el empleo privado podemos constatar la zombificación de los ERTE que se está produciendo. Así, mientras que en los 12 últimos meses el empleo se ha incrementado en 125.800 personas en el sector público un 3,87% más en el privado ha descendido en 748.400 —un 4,47% menos—. Esto significa que ha sido el empleo creado por la Administración el que ha salvado parte de los muebles de la EPA al Gobierno.

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Mientras que el empleo en el sector privado se ha desangrado en el último año, la Administración no ha escatimado con el dinero del contribuyente hasta cerrar 2020 con 3.379.100 funcionarios en nómina. Si a esta cifra le sumamos las 704.000 personas que están en ERTE —o los 528.200— y los 3.719.800 parados, vemos que más de 7 millones de personas en edad de trabajar dependen directamente del Estado —es cierto que no todos los parados cobran prestación—.

Además de los ERTE y el empleo público, hay otro indicador estadístico que ha vuelto a distorsionar la realidad de la evolución del empleo: los inactivos. Se trata de trabajadores que pueden trabajar pero no han buscado empleo por diversas razones, como las limitaciones a la movilidad o el cierre de las empresas del sector que hubiera podido contratarles. Esta variable ha subido de los 711.700 de 2019, a los 933.600 del pasado año, por lo que hay casi otro millón de personas más que la EPA tampoco cuenta como parados.

La tasa de paro real es un 34% mayor

Con estos datos encima de la mesa, encontramos que el número real de parados no sería de 3.719.800 sino de 5.181.600 trabajadores (sumando a los parados oficiales los ERTE y los inactivos). Esto significa que la tasa de paro asciende al 21,59%, muy por encima del dato oficial del 16,13%, y que las listas oficiales de desempleados ignoran a 1.461.800 personas.

Empleando esta misma metodología, el paro a finales de 2019 sería del 16,37%, y no del 13,78%. Por lo tanto, el aumento de la tasa de paro observado durante el curso 2020 sería de 5,2 puntos (del 16,37% al 21,59%) y no de 2,35 puntos (del 13,78% al 16,13%). Esto significa que el aumento de la tasa de paro ha sido dos veces mayor de lo que reflejan las estadísticas oficiales. Además, esto también implica que la tasa real de parados rebasa en un 34% la cifra oficial derivada de la EPA.

Todos estos datos revelan que la situación en el mercado laboral es mucho más grave que lo que aparenta el primer vistazo de las estadísticas. Si los trabajadores que siguen en ERTE no vuelven a sus empresas, si los que han vuelto no logran mantener su puesto de trabajo o si los inactivos no encuentran un empleo de manera inminente todos ellos pasarán a engrosar las listas del paro tarde o temprano.

Tras el estallido de la Gran Recesión en 2008, España sufrió una auténtica sangría laboral que puso encima de la mesa la necesidad de mejorar las técnicas de medición de la incidencia del paro. Entonces, centros de estudios como Fedea propusieron una redefinición de los indicadores de desempleo basada en la metodología vigente en otros países como Estados Unidos. Doce años después, España vuelve a enfrentar un cuadro desastroso en su mercado de trabajo y unas cifras oficiales que subestiman de forma significativa la incidencia real del paro.

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