Como no podía ser de otra forma, hemos llegado al punto en el que grandes debates ideológicos se mantienen, aunque sea indirectamente, a través de YouTube y con las grandes estrellas de ese nuevo ámbito de la comunicación como protagonistas. No me parece mala cosa, más bien al contrario, porque ahí es donde está un público joven al que es muy difícil llegar por otros lados y que sólo así se va a enterar, por ejemplo, de que en España la gente que gana mucho dinero paga muchísimo a Hacienda.
Lo digo, por supuesto, por la polémica que se ha generado porque El Rubius –un muy famoso y muy exitoso youtuber con millones de fans y notables ingresos– ha anunciado que se muda a Andorra porque tiene muchos colegas allí y porque la presión fiscal en nuestro país es insoportable.
Por supuesto, enseguida ha caído sobre él la habitual marabunta de la izquierda, que en España ha entendido muy bien que la presión fiscal confiscatoria es piedra angular de su modelo de sociedad estatista y subvencionada y, sobre todo, lo que soporta a mastodóntica colección de chiringuitos, privilegios y regalías que casualmente casi siempre disfrutan los suyos.
Además de sus habituales ataques ad hominem y de esas persecuciones dignas del peor Torquemada que se dedican al discrepante en medios y redes sociales, en esta ocasión la izquierda ha lucido como argumento a otra figura de YouTube, Ibai Llanos, que hace sólo unos días explicaba en un vídeo que él no se iba a ir de España porque le parecía muy bien que le quitasen el 50% de lo que gana.
El bueno de Ibai, que no me cabe duda de que tiene la mejor de las intenciones, se equivoca en un dato fundamental: no te quitan el 50% de lo que ganas, machote, te quitan muchísimo más porque a ese IRPF salvaje tienes que añadirle todo lo demás, empezando por las cotizaciones sociales, siguiendo por el IVA que pagas por cada cosa que compras, el IBI, los impuestos especiales, las tasas…
Pero ni siquiera es ese el principal error conceptual de Ibai y, con él, de toda la izquierda: lo esencial en este asunto es que pagar impuestos no es un bien moral en sí mismo. Es más, si uno cree que sí, siempre tiene la opción de aportar todo lo que quiera al bienestar del Estado. Oye, que si eres feliz con un 50% de IRPF pero un día tienes la desgracia de que te lo bajan al 40%, no pasa nada: donas ese 10% extra y todos contentos. Pero no: como en casi todo lo suyo, las decisiones morales de la izquierda no suelen ser para aplicárselas voluntariamente a sí misma, sino para obligarnos a todos los demás.
El Rubius, que además de soportar que le llamen egoísta e insolidario también ha sido criticado por la derecha porque en su día dijo que votaba a Carmena, está defendiendo su propiedad privada y su libertad para hacer lo que quiera y vivir donde le salga de los cojones, con perdón. Ibai, puesto como ejemplo de solidaridad y generosidad, está respaldando un sistema de explotación y extracción que se ceba con las clases medias y machaca la economía. El primero, asumiendo las críticas durísimas que comporta tomar una decisión a contracorriente, está en realidad defendiéndonos a todos; el segundo, subiéndose a una mucho más confortable ola de buenismo y solidaridad, contribuye al clima moral necesario para que los políticos sigan robándonos a mansalva. Y ahora, díganme: ¿quién creen ustedes que es más egoísta?