Las subidas de impuestos que asestará el Gobierno a los contribuyentes en 2021, con los nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE), no van a ser las últimas. La tasa Google y la Tasa Tobin -que entran en vigor esta semana-, la subida del IVA a las bebidas azucaradas, la subida del IRPF a las rentas altas, la de las primas de seguros… con esta batería tributaria, el Ejecutivo socialista pretende recaudar unos 6.000 millones de euros este año, aunque todo apunta a que esas estimaciones serán demasiado optimistas, debido a la crisis en la que se encuentra sumido nuestro país por la pandemia.
Pero Hacienda no se rinde y seguirá intentando engordar las arcas del Estado por otras vías. El departamento de María Jesús Montero ya estudia nuevos incrementos impositivos para sumar a la lista. Entre ellos, está barajando elevar algunos de los impuestos especiales, como el de las labores del tabaco. Lo hará dentro de la ambiciosa reforma fiscal y la armonización de los impuestos autonómicos que también tiene sobre la mesa. Tal y como afirmaron fuentes Hacienda a Europa Press la semana pasada, el Gobierno considera que "el precio diferencial que tiene el tabaco en España con el resto de Europa debe ir corrigiéndose para que cada vez menos personas fumen". Para articular la subida, el Ejecutivo también contará con "las recomendaciones de las autoridades sanitarias". Cuándo y cómo se llevará a cabo este mazazo a los fumadores todavía es una incógnita. Y esta incertidumbre ha empezado a inquietar a las compañías tabaqueras.
"Para cualquier sector, una subida de impuestos no es una buena noticia, y más en un sector donde la carga fiscal es de casi el 80% del precio de venta al público", señalan fuentes de Philip Morris a Libre Mercado. "La estructura de los Impuestos del Tabaco en España es muy complicada y técnica, y además, tiene que cumplir con la normativa fiscal de la Unión Europea. Por este motivo, cualquier movimiento de la estructura se tiene que hacer con absoluta precisión de cara a evitar efectos indeseados", añade la dueña de Marlboro, que alerta de que "una presión fiscal demasiado elevada puede provocar un fuerte aumento del mercado negro. Como ya ha sucedido en el pasado".
Todas las principales empresas tabaqueras consultadas coinciden en que la principal consecuencia de aplicar otra subida de impuestos al producto más gravado de España es el incremento del contrabando de cigarrillos. "Los aumentos en los impuestos que gravan estos productos no son garantía del cumplimiento de los fines para los que se crearon, ya que puede ser que, ni reduzcan el consumo ni aumenten la recaudación asociada a los mismos, y sin embargo, se traduzca en un incremento del contrabando", apunta la directora de Asuntos Corporativos y Legales de Altadis, Rocío Ingelmo.
El contrabando llegó para quedarse
Fue en torno al año 2011, cuando el contrabando de tabaco empezó a proliferar con fuerza en nuestro país. Las sistemáticas subidas de impuestos, que años antes decidió aplicar el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a los cigarrillos, sumadas a la crisis económica que azotaba España fueron el caldo de cultivo ideal para la aparición de estas prácticas ilegales. Los fumadores, ahogados por la fiscalidad, se lanzaron en busca de alternativas más baratas para seguir consumiendo. No hay que olvidar tampoco el boom que sufrió por esa época la picadura de liar, a la que rápidamente, en vista del éxito, también le subiría los impuestos Zapatero. Los datos de lo ocurrido aquellos años demuestran que, con unos precios tan elevados, el contrabando llegó para quedarse.
De 2006 a 2016, el PSOE duplicó el precio de una cajetilla de cigarrillos desde los 2,25 euros de precio medio a los 4,44 euros. Este golpe al bolsillo de los fumadores disparó la cantidad de cigarrillos ilegales que se fumaban en nuestro país del 5,7% al 9,2% del total del tabaco que se consumía en España. Como se observa en la tabla, con datos del informe Empty Pack Survey y el Comisionado para el Mercado de Tabacos, mientras subía el precio del tabaco en los estancos, lo hacía casi en la misma proporción su presencia en el mercado negro, tanto falsificado -el más peligroso para el fumador-, como el procedente de otras zonas con menor fiscalidad -como Canarias o Gibraltar-.
En la tabla también se observa que en los últimos años 2017, 2018 y 2019 no se han producido subidas fiscales al tabaco y el contrabando no sólo se ha estabilizado, sino que ha caído- también debido a la buena pericia de las autoridades para su detección-.
Con 2020, son cuatro los años que lleva el sector sin que se le aplique ninguna subida de impuestos. Pero la paz podría haber llegado a su fin en 2021, si Hacienda sigue adelante con esta idea. Eso sí, la curva de Laffer se le podía volver en contra al departamento de Montero si se produce otro trasvase al comercio ilegal. Ya ocurrió en 2010, cuando la recaudación del Estado por el tabaco empezó a caer hasta estabilizarse ahora en los 9.000 millones de euros anuales. Bien es cierto que, desde entonces, el número de fumadores ha caído, pero el paso de fumadores a otras alternativas más baratas -legales e ilegales- también coincidió en esa fecha.
Ahora, en plena crisis del coronavirus, nada hace presagiar que el mismo fenómeno no vuelva a repetirse. "La evolución del problema del comercio ilícito tiene una relación directa con el entorno económico. Un contexto de crisis económica con menor renta disponible favorece su desarrollo tanto por el lado de la demanda como de la oferta y así ocurrió en la anterior recesión", alerta la Mesa del Tabaco, la patronal que reúne a todos los protagonistas del sector tabaquero español, desde agricultores a estancos, pasando por transformadores, industria o mayoristas. Además, hay que tener en cuenta que "el tabaco ilegal carece de cualquier tipo de garantía ya que no pasa ningún control sanitario y de calidad, como así han alertado reiteradamente los cuerpos y fuerzas de seguridad tras sus intervenciones. Es además un grave problema social, pues facilita el acceso de los menores al tabaco y financia otras actividades ilícitas, desde la trata de seres humanos a grupos terroristas". British American Tobacco, la dueña de Lucky Strike o Pall Mall, señala que también suscribe estas palabras.
La compleja fiscalidad del tabaco
En el tabaco repercuten dos tipos de gravamen: uno Ad Valorem y otro Específico, que son independientes del tradicional IVA (aplicable a todos los productos) y del Recargo que se aplica sobre el margen de beneficios del estanquero. El Ad Valorem es un porcentaje que se paga sobre el precio de venta al público (es decir, el precio que paga el consumidor final por cada cajetilla) y el Específico es un impuesto fijo que paga el fabricante por cada millar de cigarrillos. Por si esto no fuese suficiente, también existe un impuesto mínimo que afecta a las marcas más baratas, que es una tasa fija que cada compañía tiene que entregar al Gobierno independientemente del precio de la cajetilla y que también depende de los cigarrillos producidos.
Cada compañía tabaquera tiene su modelo de negocio, por tanto, se verían más o menos perjudicadas si Montero decide subir el impuesto Ad Valorem y no el mínimo o viceversa. "Un incremento desproporcionado de los impuestos del tabaco no sería positivo para el sector ni tampoco para las arcas públicas. Si bien, un cierto incremento en la fiscalidad del tabaco es una medida esperada, tras un período de cuatro años sin cambios, es importante recordar que los productos del tabaco soportan ya, de media, impuestos equivalentes al 77% del PVP", insiste JIT, la dueña de Camel o Winston. "Desde JTI abogamos por una estructura de impuestos que desincentive la asequibilidad de las cajetillas de tabaco para los menores", añaden.
En opinión de Altadis, la propietaria de marcas como Fortuna, en España, "las subidas de impuestos han de hacerse de forma tal que no se obligue a subir en mayor medida a las marcas más baratas que a las marcas más caras, efecto que ocurriría si se decidiera incrementar de forma muy agresiva los impuestos mínimos ya existentes. En situaciones de crisis como la actual, en las que desgraciadamente muchas personas están perdiendo sus puestos de trabajo, siempre será mejor una subida que no afecte en exceso a las marcas más baratas, cuyos consumidores muestran una elasticidad mayor que los de rentas más altas, y serán quienes se vean más tentados a acudir al mercado ilegal".
Las restricciones en el ocio, la ausencia de turistas y hasta el uso de las mascarillas han mermado las ventas del sector tabaquero durante la pandemia. "El sector legal del tabaco ha sido golpeado por la pérdida de viajeros y de movilidad, a lo que se añade la situación de la hostelería, con horarios y aperturas parciales durante la pandemia. Esto ha provocado menos posibilidades de abastecimiento por parte de los fumadores", señala Philip Morris. Ahora, un nuevo frente fiscal amenaza con truncar la calma a la que parecían haberse acostumbrado.