Israel es el gran ejemplo a seguir en materia de vacunación contra el coronavirus. A pesar de que su particular campaña de vacunación comenzó a finales de diciembre, al igual que la mayoría de países, tras la aprobación definitiva de la vacuna de Pfizer, ya ha proporcionado la primera dosis a cerca del 20% de su población y, a este ritmo, el Gobierno israelí confía en lograr la ansiada inmunidad de grupo en marzo. Este dato contrasta, por ejemplo, con el 0,3% de la población vacunada que registra España.
Y lo más curioso de todo es que, lejos de ralentizarse, el ritmo de vacunación por cada millón de habitantes se acelera con el paso de los días.
Este éxito ha recabado la atención de medio mundo ante la lentitud y los múltiples problemas que están surgiendo en otros países. A continuación, algunas de las claves que explican el avance de Israel.
Vacunas suficientes
Aunque la vacuna de Pfizer está siendo distribuida de forma progresiva a nivel mundial, Israel ha pagado a la farmacéutica hasta un 40% más que EEUU o la propia UE para garantizarse de forma urgente las dosis suficientes para vacunar a la mayoría de su población, a una media de 28 dólares por inyección.
Gestión privada a través de mutuas
Otra de la características de la vacunación israelí es la gestión privada, puesto que su sistema sanitario opera a través de mutuas. La sanidad en Israel es universal, pero funciona a través de seguros privados, de forma similar a las mutuas que existen en España.
La población israelí tiene derecho a un seguro de salud que incluye una serie de servicios mínimos y garantizados por ley con independencia de la edad, sexo, religión, origen étnico, ingresos o estado de salud. Estos servicios son proporcionados por cuatro mutuas o aseguradoras (HMO’s por sus siglas en inglés), cuya cobertura abarca, entre otros, diagnóstico y tratamiento médico, medicina preventiva, hospitalización, cirugía, trasplantes y urgencias, pudiendo, además, pagar por servicios complementarios.
La financiación de esa cobertura básica y universal a través de estos cuatro seguros depende del Estado mediante la recaudación de un impuesto sanitario, equivalente al 4,8% de la renta de los trabajadores, y de las cotizaciones que abonan sus empleadores. Cada mutua recibe una asignación del Estado en función del número de asegurados, su edad media y otros criterios fijados por el Ministerio de Sanidad.
Digitalización
Estas aseguradoras son las que se están encargando de vacunar a la población israelí de forma muy rápida y ágil gracias, entre otros factores, a la digitalización del sistema. Cada mutua dispone de una página web, una app y líneas telefónicas que permiten a sus asegurados concertar citas, obtener pruebas y administrar recetas. Todo en uno.
En cuanto arrancó la campaña, estas mutuas se encargaron de enviar una alerta a los teléfonos móviles de todos sus asegurados mayores de 60 años anunciándoles que ya podían concertar cita para vacunarse contra el coronavirus. En los primeros días, las citas se concertaban vía telefónica, pero en tan sólo dos semanas ya se podía cerrar fecha, hora y lugar de vacunación vía online.
Ahora, ya ni siquiera es necesario tener cita previa. Cualquier asegurado se puede aproximar a su centro de vacunación más cercano y vacunarse. Llega, coge número y espera a que le llamen los sanitarios, quienes introducen su identificación, nombre, fecha de nacimiento y posibles alergias en una aplicación digital, y se procede a la inyección. Luego, hay que esperar 15 minutos por si se produce alguna reacción adversa y ya se puede ir a su casa. En el caso de ancianos y dependientes, es el personal sanitario el que se traslada al domicilio o centro en cuestión para vacunar.
Centros de vacunación y ejército
Otro factor importante es que las aseguradoras, con la ayuda del Gobierno y del ejército, han desplegado una gran cantidad de centros de vacunación por todo el país, más allá de las propias clínicas que tienen estas mutuas, desde pabellones hasta carpas en medio de las ciudades e incluso zonas de parking, donde ni siquiera hay que bajar del coche para recibir la dosis.
Sin descanso y con incentivos
La campaña de vacunación se desarrolla sin descanso, durante 24 horas y 7 días a la semana, lo que está permitiendo vacunar a cerca de 150.000 personas al día. Asimismo, el Gobierno ha lanzado una intensa campaña de comunicación para animar a la población a vacunarse e incluso se baraja la idea de crear una especie de pasaporte sanitario para que las personas vacunadas puedan realizar actividades de ocio, acudir a restaurantes y viajar libremente sin necesidad de hacer cuarentena.