Los primeros Presupuestos del Gobierno social-comunista han seguido el patrón esperado, tratándose de una coalición liderada por un partido fuertemente intervencionista con el apoyo de una formación ultraizquierdista de estirpe bolivariana. No cabe extrañarse, por tanto, de que la primera ley presupuestaria de Sánchez-Iglesias tenga como uno de sus ejes principales una subida espeluznante de la presión fiscal.
En el IRPF, elevan el tipo de gravamen en las escalas superiores del impuesto a la vez que aumentan también el castigo al ahorro subiendo el tipo aplicado a las rentas de capital y reduciendo abruptamente la desgravación de los planes de pensiones. El Impuesto sobre el Patrimonio, figura anacrónica ya desaparecida en los demás países de la UE y de dudoso encaje legal (grava unos bienes que ya han tributado previamente), sube también de forma muy significativa para alimentar la demagogia izquierdista, que ha convertido este tributo abusivo en santo y seña de su programa fiscal. Qué decir de los nuevos gravámenes a las empresas tecnológicas o la conocida como Tasa Tobin, dos arbitrios injustificados que solo existen para que Iglesias y su señora ministra puedan presumir de anticapitalistas desde su confortable casa de la sierra de Madrid.
Lo mismo ocurre con otras figuras fiscales de efecto recaudador muy limitado pero extraordinariamente gravosas para los sujetos pasivos a los que afecta. Es el caso de las subidas sectoriales del IVA, la tributación de las primas de seguro, los impuestos llamados "verdes" o la matriculación de vehículos de aquellas familias que no pueden permitirse un carísimo automóvil ecofriendly.
Con estos Presupuestos, el socialista Pedro Sánchez y el comunista Pablo Iglesias convierten a España en uno de los países que más castigan el ahorro, lo que contribuirá a que los españoles sean cada vez más dependientes del Estado. Este y no otro es el objetivo último de los Presupuestos más intervencionistas de los últimos tiempos, elaborados en medio de una crisis de extraordinaria gravedad desatada por la incompetencia del peor Gobierno posible en el peor momento imaginable.