Hace un lustro, las candidaturas municipales auspiciadas por Podemos alcanzaron las alcaldías de algunas de las grandes ciudades de España. Los pactos post-electorales suscritos con el PSOE permitieron que Manuela Carmena lograse la alcaldía de Madrid y que Ada Colau se hiciese con el bastón de mando del ayuntamiento de Barcelona.
Más allá de las particularidades de cada candidatura, los municipios vinculados a Podemos insistieron en todo momento en que el precio de la vivienda era un problema central que debía ser enfrentado a golpe de intervencionismo. Sin embargo, la propaganda de la extrema izquierda se topó pronto con la realidad, desmontando buena parte de los mitos que llevaron al poder a estos dirigentes.
Los "grandes tenedores de vivienda", por ejemplo, fueron uno de los chivos expiatorios a quienes la extrema izquierda echó en cara el encarecimiento de los arrendamientos. Sin embargo, basta con analizar la cartera de inmuebles residenciales de las principales sociedades inmobiliarias que operan en nuestro país para comprobar que tales entidades controlan apenas el 3% de la vivienda en alquiler.
Llegó entonces el momento de cargar contra la "vivienda turística". El discurso de Podemos y sus confluencias era sencillo: la rentabilidad del alquiler vacacional ha hecho que se reduzca significativamente el porcentaje de viviendas dedicadas al arrendamiento tradicional, empujando también al alza su precio.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística acaba de tumbar también este mito tan vinculado a Podemos. Y es que, según un análisis que acaba de salir a la luz, el número de viviendas con este fin se reduce a apenas 321.500, lo que supone un porcentaje testimonial del parque residencial (apenas el 1,3%).
Con un 5%, Baleares es la comunidad donde hay un mayor porcentaje de pisos turísticos sobre el total de viviendas registradas. Completan las primeras posiciones del ranking las regiones de Canarias, con un 3,6%, Comunidad Valenciana, con un 1,7%, Cataluña, con un 1,6% y Andalucía, con un 1,5%. En Madrid, la vivienda turística es apenas el 0,7% del total.
Si estudiamos la cuestión a nivel municipal, encontramos porcentajes igualmente reducidos. La vivienda turística supone apenas el 5,4% del parque total disponible en Barcelona, una décima más que el porcentaje registrado en Madrid (5,3%). Las primeras posiciones del ranking las completan Valencia, Marbella y Málaga, con un 2,1%, un 1,9% y un 1,8%, respectivamente.
Entrando más al detalle, Madrid tiene un 8,7% de vivienda turística en el Distrito Centro, pero las demás demarcaciones de la Villa y Corte tienen porcentajes mucho más bajos (Salamanca y Chamberí, que completan el podio, solo tienen un 1,4% y un 1,3% de vivienda turística). En Barcelona, la Ciudad Vieja y el Ensanche se anotan un 7,3% y un 4,1%, mientras que el resto de barrios presenta porcentajes inferiores al 2%.
Por lo tanto, los datos son meridianamente claros y la realidad del mercado es evidente: la gran mayoría de los pisos disponibles para alquiler pertenecen a pequeños propietarios y se dedican al arriendo normal y corriente. Los grandes tenedores y la vivienda turística son, pues, una parte muy minoritaria del mercado y, por lo tanto, no tiene sentido imputarles una tendencia generalizada que obedece, en realidad, a la escasez de oferta que han provocado, precisamente, las restrictivas políticas inmobiliarias y urbanísticas de los grandes ayuntamientos españoles.