La llegada de la pandemia y los confinamientos sufridos durante los últimos meses han supuesto un problema extra para la estabilidad psicológica y emocional de muchas personas. Este problema, unido al riesgo de contagio que puede suponer el hecho de visitar a un terapeuta, ha dado impulso a las clínicas de psicología totalmente en línea.
Para conocer en profundidad el funcionamiento de estas plataformas, Libre Mercado ha entrevistado a Alberto Álamo, codirector de la clínica Psiko, que se presenta en su página web como "la primera clínica de psicólogos online".
P. ¿Cómo nace la idea de crear una clínica de psicología en línea?
R. Aunque mucha gente piensa que Psiko surge a raíz del coronavirus, lo cierto es que se crea en el año 2018. La idea surge a raíz de que cada vez es mayor la necesidad de la gente de tener un tratamiento psicológico sin moverse de casa, ya sea por obstáculos económicos, dificultad de desplazamiento o falta de tiempo. Así que, con nuestro modelo de clínica online, al ahorrarnos muchos costes fijos, podemos repercutir ese ahorro en el precio que cobramos a los clientes, que es más competitivo que una terapia presencial.
R. ¿Y cómo funciona este tipo de sistema?
R. Todo funciona a través de nuestra web. Las sesiones se hacen a través de videollamada, que es sistema más parecido a la interacción física. A diferencia de otros psicólogos online, no utilizamos plataformas al uso como Zoom o Skype, ya que consideramos que no son lo seguras que deberían, sino que tenemos un programa de videollamada que está integrado en nuestra propia plataforma para respetar al máximo la privacidad y evitar que haya que descargar programas externos.
Además, los pagos también se hacen directamente a través de la propia plataforma, por tarjeta o Paypal. Una vez el paciente se registra, solicita su primera sesión como si comprara un billete de tren. Selecciona la fecha y la hora y se le asigna aleatoriamente un terapeuta de los que tenemos en plantilla, aunque si lo desea puede elegir el que él prefiera. En este sentido, en la página web ofrecemos total transparencia y el paciente puede consultar el perfil de todos los terapeutas, así como su LinkedIn.
P. ¿Cuánto incremento de demanda habéis experimentado con el coronavirus?
R. Desde que nacimos en 2018, la progresión se ha ido incrementando, pero con la pandemia, efectivamente hemos visto un aumento de usuarios. Desde marzo hasta ahora, los pacientes han subido un 50% respecto a nuestras estimaciones.
P. Una vez los confinamientos se han ido suavizando, ¿veis que haya bajado el número de pacientes?
R. Realmente, con el confinamiento los pacientes aumentaron, pero a cuentagotas. Ha sido cuando ya han pasado varios meses del desconfinamiento que han empezado a acudir a nosotros todas esas personas que lo han pasado mal durante las cuarentenas, pero que han tardado tiempo en pedir ayuda. Es algo que suele pasar: muchas veces, hasta que una persona no toca fondo, no pide ayuda. Así que es como si los efectos del confinamiento los estuviéramos notando ahora a nivel clínico.
P. ¿Y cuál es ahora el perfil de paciente que soléis atender?
R. Desde el comienzo de la pandemia han venido pacientes que han estado en primera línea, principalmente sanitarios, que han sufrido muchísimo estrés. También mucha gente que está superando el duelo de haber perdido algún familiar sin haberse podido despedir. O, por ejemplo, personas que han perdido su empleo o han tenido algún tipo de incertidumbre debido a la pandemia.
Además, con los confinamientos han aumentado los cuadros de estrés o ansiedad. Y en los últimos días estamos tratando muchos cuadros relacionados con desgaste en relaciones de pareja, separaciones mal gestionadas, conflictos filo parentales o uso de la violencia verbal en algunas dinámicas familiares.
Por otra parte, también vemos que está aumentando el malestar de las personalidades más obsesivas, a raíz del miedo que provoca el contagio. Son personas que, ya de base, son propensas a la preocupación y estar agobiados, y la incertidumbre del coronavirus hace que se acentúen los miedos y los pensamientos de tipo obsesivo.
P. ¿A nivel organizativo, cómo habéis gestionado este aumento de demanda?
R. Para empezar, hemos tenido que ampliar nuestras horas de trabajo y tratar a personas más allá del horario habitual. Además nos hemos adaptado a los horarios de muchos pacientes de fuera de España, como Latinoamérica, ya que también hemos recibido muchos casos de allí debido al coronavirus. Y, adicionalmente, hemos contratado a una psicóloga nueva, por lo que ahora somos 10 psicólogos, aunque la agenda ya vuelve a llenarse.
P. ¿No se pierde el contacto humano directo con este tipo de terapias online?
R. Desde nuestro nacimiento nos hemos planteado que esa es una barrera contra la que tenemos que luchar. Y es cierto que este sistema nos da menos información que un formato presencial y hace más difícil contextualizar la situación. Pero por todo esto, lo que hacemos es formar a nuestros psicólogos para que hagan una bienvenida lo más cordial, amable y sensible posible, e intentamos suplir la cercanía física de mejor manera. Y antes de comenzar las terapias, el psicólogo siempre se pone en contacto con el paciente vía email para presentarse y ponerse a su disposición para lo que necesite.
Además, la gente está cada vez más habituada al mundo online y le da menos apuro acudir a este tipo de servicios.