Tan sólo llevamos un año conviviendo con la covid19 y, sin embargo, parece que ha sido un siglo. Han sido meses duros, de restricciones, alejamiento y cambios en los modos de vida. Pero parece que esto va llegando a su fin, al menos, tal y como lo conocemos. El escenario para 2021 es el de varias vacunas efectivas contra este virus (está por ver si de forma temporal o definitiva), por lo que una vuelta paulatina a la normalidad es más que probable y, con ella, las secuelas reales que esta crisis nos está dejando.
Tal y como llevamos advirtiendo en esta columna, vienen meses duros. Puede que hayamos dejado atrás lo peor en términos sanitarios, pero la crisis económica no ha hecho más que empezar. Esta semana, de hecho, han sido varias las autoridades del BCE que han advertido sobre un riesgo creciente de crisis bancaria en el continente como consecuencia de las bancarrotas e impagos que se esperan en los próximos meses.Es necesario, por lo tanto, extraer lecciones de esta crisis sanitaria que podamos aplicar en próximas situaciones adversas, tengan éstas el carácter que tengan:
1- Salud y economía
La primera es que salud y economía van de la mano. Una sociedad tan avanzada como es la del siglo XXI no puede renunciar a algo tan básico como es el funcionamiento económico para centrarse en tan sólo un objetivo, aunque sea algo tan prioritario como la salud de las personas.
Tal y como demuestra el Institute for New Economic Thinking los países que peor han gestionado la crisis sanitaria también son los que más están sufriendo la económica. Y España, desafortunadamente, está en el vagón de cola, solamente superada por Perú.
En España, por desgracia, se han cometido errores muy graves en la gestión. Hablamos de falta de previsión, de desabastecimiento, de ignorar los avisos internacionales, de falta de transparencia… la lista es notable. Tal y como demuestra el Think Tank Acción Liberal, la covid19 entró por Barajas, tanto en la primera como en la segunda ola, y hemos tenido que esperar hasta el mes de noviembre para poner test PCR en origen, sólo para países con elevada incidencia y cuyo control efectivo está siendo más que dudoso.
Por supuesto que el confinamiento de marzo fue eficaz, pues salvó vidas. Pero es evidente que no fue efectivo. Y es incluso más evidente a la luz de esta segunda ola, en la que la descentralización de las competencias en materia sanitaria para esta pandemia ha sido transferidas a las Comunidades Autónomas y ha quedado demostrado que se puede combatir la covid19 sin acudir a la receta fácil de la dicotomía entre salud y economía.
2- Tecnología
La segunda gran lección de esta pandemia la ilustra la tecnología como nuestro gran aliado, y no como nuestro gran enemigo. Han sido muchos los países que se han valido de las capacidades digitales, de geolocalización y de grandes análisis de datos para afrontar esta pandemia con éxito (Taiwán, Corea del Sur, etc.). En Europa, con el afán de regular lo que aún no ha explotado, nos hemos encontrado en el paradigma de no poder acudir a estas herramientas en nuestra lucha contra la covid19.
Dicho de otra manera: Hemos aceptado dócilmente una privación de libertades tan importante como es la de encerrarnos en nuestras casas durante meses, pero no la de ceder la geolocalización de nuestro teléfono móvil en una situación excepcional (por ejemplo, si hemos dado positivo por coronavirus) para asegurar que se cumplen las medidas sanitarias preceptivas.
Curioso, ¿verdad? Ahí están las montañas de regulación sobre protección de datos, identidad digital, y un largo etcétera. Una maraña burocrática y legal que, entre otras cosas, vienen provocando desde hace varios años que estemos a la cola en términos de digitalización y automatización del mundo.
3- destrucción del capitalismo
Y, por último, algo que a mi parecer es de suma trascendencia. Esta crisis sanitaria ha demostrado que las fuerzas de destrucción del capitalismo están más vivas que nunca, y no tienen ningún reparo en usar cualquier circunstancia, por trágica que sea, para sacar adelante sus planes intervencionistas.
Lo hemos visto en España, con un estado de alarma que va a durar hasta marzo del año que viene y que está sirviendo para abordar el período de mayor desestabilización de nuestro sistema democrático, social y económico de nuestra historia.
Fuera de nuestras fronteras el peligro no es tan evidente y notorio, pero también existe. Si la crisis de 2008 ya fue un pretexto para poner en jaque los principios capitalistas y liberales del ahorro, de la libertad de comercio, de la libertad de movimientos, etcétera ahora, con la excusa de la seguridad, el peligro es aún mayor.
Prueba de ello son los 15 billones de dólares que se ha añadido a la deuda pública global en este último año, proveniente fundamentalmente de gobiernos y de grandes empresas. El endeudamiento total (público y privado) ascenderá al 365% del PIB este año lo cual es, sencillamente, insostenible.
Muchos se agarran al bajo coste de la deuda, especialmente en los países avanzados. Una situación provocada, no lo olvidemos, por aún más intervencionismo, esta vez proveniente de los bancos centrales. El BC de Japón es el 120% de su PIB, el BCE el 60% y la FED el 40%. El aumento de masa monetaria durante este año está siendo el mayor de toda la serie histórica.
La filosofía de los intervencionistas es. "Como lo podemos pagar, no hay problema en intervenir". Algo que, recordemos, está en el germen de la Modern Monetary Theory (MMT) o, dicho de otra manera, de la antesala a un sistema comunista que aspira a vivir de dinero sin valor.
La pobreza y el control de los medios de comunicación son los dos pilares del comunismo del siglo XX. La salida de la crisis de la covid-19 también será una guerra contra las libertades y el sistema capitalista que mayor prosperidad y paz social nos ha dado de toda la historia. Y, que nadie tenga ninguna duda, defender la libertad es mucho más barato que reconquistarla.
El socialismo ha fracasado allá donde se ha puesto en marcha. Esta vez no va a ser distinto.