A Ron Sommer, presidente del grupo alemán de telecomunicaciones, Deutsche Telekom (DT), le cuesta lo suyo mantenerse en su puesto. La caída del 75 por ciento del valor de sus acciones registrada hace unas semanas en la Bolsa de Francfort le obligó a tener que justificarse públicamente y, si no llega a ser por la inyección de apoyo suministrada por el canciller alemán Schröder, casi no lo cuenta.
Ahora que poco a poco las acciones se están recuperando, el presidente de DT se enfrenta al segundo oleaje. Un grupo de pequeños accionistas ha presentado una denuncia contra DT por las pérdidas sufridas al invertir en sus acciones. Los perjudicados se basan en la sospecha de que Sommer tuvo conocimiento durante años de que los datos facilitados a los accionistas sobre el valor de la propiedad inmobiliaria de DT no eran correctos. Los denunciantes creen que Telekom ocultó estas informaciones para no perjudicar su tercera admisión de cotización en Bolsa y la posible compra de la compañía norteamericana VoiceStream.
En 1995, un año antes de que DT comenzara su cotización bursátil, el grupo valoró 35.000 inmuebles de su propiedad para poder presentar un balance de apertura. Según un dictamen pericial solicitado ahora por la Fiscalía de Bonn, las cifras presentadas por el entonces director de finanzas de Telekom, Kroske, superaban con creces a las reales. Según su sucesor en el cargo, Eick, se ocultó una devaluación calculada ahora en 3.900 millones de marcos (unos 1.900 millones de euros).
Los encargados de la investigación conocen la existencia de escritos en los que algunos altos cargos de Telekom y peritos externos a la compañía dieron cuenta al presidente del consejo de supervisión, Sihler, y al propio presidente de Telekom, Sommer, de que el valor calculado de la propiedad inmobiliaria del grupo podría ser fraudulento. Sommer, por su parte, intenta capear este segundo temporal en pocas semanas desmintiendo las acusaciones. Según él, los datos presentados en su día por Kroske también se basaron en valoraciones periciales.
Lo único claro es que las cuentas no cuadran. Ya se sabe que lo que dice el refrán: cuando el río suena, agua lleva.
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