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Katia Borrás

El contribuyente, en peligro de extinción

Este martes el Tribunal Constitucional con sede en Karlsruhe decidió que a partir de 2005 las contribuciones de los padres al seguro de cuidados permanentes serán inferiores que las de las personas sin hijos. Este tribunal considera así a las familias que, además de pagar sus contribuciones, ayudan al mantenimiento del sistema por partida doble: porque sus hijos de hoy serán los contribuyentes de mañana y porque, en muchos casos, esos hijos aliviarán las arcas de la Seguridad Social asumiendo el cuidado de sus propios padres en la vejez. Por ello el Constitucional considera injusto que ambos colectivos, con y sin hijos, paguen lo mismo.

En Alemania el seguro obligatorio de cuidados permanentes entró en vigor en 1995 para aliviar los gastos de la Seguridad Social y se lo reparten empleados y patronos a partes iguales. El seguro pretende cubrir las necesidades de aquellas personas que por enfermedad, accidente o vejez dependan de otros para sobrevivir, tanto económicamente como en lo que respecta a sus cuidados. En Alemania existen dos millones de personas en esta situación.

Las consecuencias que el fallo tendrá para las arcas de la Seguridad Social son, de momento, imprevisibles porque Alemania también es uno de esos países en los que se “encargan” pocos niños. Sólo una de cada tres mujeres se decide por la maternidad. El sistema peligra seriamente porque depende del número de futuros contribuyentes que, como decimos, son una especie en extinción.

Las familias pagarán a partir de ahora menos del 1,7% de sus ingresos brutos al seguro de cuidados permanentes, aunque todavía no se sabe cuánto exactamente porque la previsión del descenso de natalidad no se ha calculado con exactitud. Lo que sí se sabe es que, premiarlas por la crianza de sus hijos, le costará al Estado alemán un buen pico, porque hace ya dos años que los gastos de la Seguridad Social superan a los ingresos y el déficit calculado para el próximo año asciende a 500 millones de marcos (más de 40.000 millones de pesetas). Ahora más que a las familias, a quienes hay que premiar es a los imaginativos que aporten soluciones para salir del atolladero.

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