Parece que el apagón de California tiende a convertirse en síndrome y en alerta. Rodolfo Martín Villa, aprovechando la junta de accionistas de Endesa del pasado sábado, no ha dudado en reclamar del Gobierno que autorice la subida de la tarifa eléctrica. Ha alegado para ello la necesidad de fomentar inversiones en el sector que impidan problemas de suministro.
Por lo que se ve, no basta con los famosos “cetecés”, costes de transición a la competencia, de dudoso cobro por virtud de la resistencia del comisario Monti a darlos por buenos. Parece que tampoco es suficiente con las buenas lluvias del otoño reciente, que permitieron sabrosos ahorros de combustible a las centrales generadoras. Y todo es bueno para advertir, alertar, e incluso amedrentar. ¿Qué Gobierno, por su imprevisión, quisiera tener en su haber un apagón como los de California, de los que se ha hablado en el mundo mundial?
Pero don Rodolfo podría dejar como testamento y despedida algo mejor que el de los beneficios estruendosos de Endesa. Por ejemplo, la herencia de unas tarifas para los consumidores más razonables de las que él mismo recibió cuando se hizo cargo de una presidencia con la que el Gobierno agradecía sus servicios prestados a los sucesivos ejecutivos de UCD.
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