Cuando Agut, don Joaquín, presidente de Terra Lycos, publique sus memorias de un tiempo agitado —el de ahora mismo: no hay más que ver la nueva economía, los mercados electrónicos, las telecos en vilo—, rememorará aquellos días en los que tuvo que recurrir a sus doce compañeros de mesa, comensales que hubieron de recordar de qué se había hablado en aquella mesa del restaurante para dar testimonio, cuando se vio en la necesidad de insertar anuncios en todos los periódicos para negar que él hubiera dicho lo que se decía que había proclamado...
Dicen que los personajes se miden por el tamaño de sus enemigos, y a lo mejor esa es la complicación con la que no contaba Agut cuando desalojó a algún anterior ejecutivo de la Lycos que pasó a ser Terra. Pero no cabe duda de que fue sagaz el invento: Agut habría ofendido a los judíos, dijo alguien. Y por ese presunto, incomprobado y desmedido crimen atraviesa un severo purgatorio. Por lo menos.
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