Ha tenido que venir una escritora china, afincada en Francia porque en su país natal le era imposible vivir con libertad, para dar una definición de la lógica del capitalismo que deberían leer los responsables de la política de competencia en Occidente. Viniendo de una dictadura como la china, probablemente entiende mejor que nadie, por contraste, dónde reside el éxito del sistema del que ahora disfruta. Shan Sa, que así se llama la autora, ha escrito una novela llamada La jugadora de go, y ha declarado que la lógica del juego de go y del capitalismo es la misma: “crear alianzas para ganar territorios y acabar con la competencia”.
El capitalismo no es tanto un modo de organización social belicoso o pseudobelicoso, donde el objetivo es eliminar al enemigo, cuanto un modo de organización basado en la negociación, el acuerdo y la transacción. Lo importante no es embarcarse en una guerra y ganarla, sino evitar la guerra. Sin embargo, la legislación sobre competencia en Europa y Estados Unidos y los procesos de privatización emprendidos en los últimos años por la Unión Europea, están basados en la idea de que el capitalismo logra sus objetivos de creación de riqueza a través de la competencia. De este modo, los burócratas se han dedicado a forzar la lucha empresarial contra la lógica del sistema y los deseos de los actores. Algo así como decirle a los agentes económicos privados: “venga, hombre, luche que es bueno para usted”, cuando el obligado a luchar probablemente habría preferido llegar a un acuerdo con su competidor, ceder una parcela de su negocio, especializarse en algo... ¡Que luchar es muy duro, señor burócrata! ¡Ya me busco yo la vida!
La lógica del capitalismo no es competir, sino evitar la competencia. Cuando se hace sin interferencia pública, las cosas salen razonablemente bien, porque se alcanzan niveles de especialización empresarial y coordinación social muy provechosos para todos. Cuando se evita la competencia con la ayuda pública, caemos en el muy denostado, y con razón, monopolio legal. Pero evitar el monopolio legal con la obligación legal de competir conduce a absurdos. Entre estos últimos, lo que está ocurriendo en España con las licencias legales para operar en nuevos sectores ligados a la tecnología de telecomunicaciones o, el colmo, el proceso de concentración de las plataformas digitales de televisión.
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