No puede haber mayor descrédito que el de los Presupuestos que el Gobierno va a sacar adelante de la mano de golpistas, proterroristas y los tontos útiles de Ciudadanos. Ni la Airef, ni el Banco de España, ni la Comisión Europea ni el FMI pueden creerse que la banda de Sánchez e Iglesias esté intentando tomarles el pelo con esas cuentas, imposibles de cuadrar.
El baño de realidad que están dando al Gobierno es prácticamente diario, pero a Sánchez e Iglesias no les quita el sueño. Es más, para defender su estafa no dudan en exhibir a sus ministros presuntamente prestigiosos, Calviño y Escrivá, cada vez que pueden. "Es un Gobierno extremadamente prudente con las previsiones", mentía descaradamente hace unos días Calviño con el enésimo informe que dejaba en papel mojado los PGE. La ministra que tuvo el cuajo de decir que el coronavirus tendría "un impacto poco significativo" en la economía no dudaba en responder así a los que osaban triturar sus números. Valiente incompetente.
Si el Gobierno dice que el PIB se hundirá este año un 11,2%, el Banco de España se decanta por un -12,6%. Si Hacienda promete ingresos récord en 2021, la Airef rebaja en 9.000 y hasta en 18.000 millones sus expectativas de recaudación… Y así con todo. Las estimaciones de deuda, déficit o empleo también están infladas. No coinciden ni con la casa de análisis más optimista. Para cumplirlas, la economía nacional debería ser la primera del mundo en superar la debacle económica, y nada más lejos de la realidad, porque la Comisión Europea ya ha vaticinado que seremos el único país de la UE que sufrirá una contracción superior al 10%.
No es de extrañar que España se haya descolgado por completo de la recuperación, cuando el plan del Gobierno se basa en esquilmar la economía productiva para sufragar su gigantesca red clientelar. La subida de sueldo a los funcionarios, la de las pensiones y el inicuo Ingreso Mínimo Vital no tienen nada de sociales: responden a una mezquina estrategia que consiste en crear votantes cada vez más dependientes del poder político. Y, a todo esto, sólo hay 15,8 millones de españoles trabajando en el sector privado, frente a los 15,1 millones que cobran del Estado. Con casi 9 millones de pensionistas, más de 3 millones de empleados públicos, 3 millones de personas cobrando alguna prestación por desempleo y las 800.000 familias a las que el Ejecutivo ha prometido el IMV, nos encontramos con un Estado al borde del colapso.
Y en lugar de centrar sus esfuerzos en eliminar todo el gasto público superfluo y utilizar la fiscalidad para reactivar la economía, Sánchez e Iglesias han decidido asestar un sablazo de más de 6.000 millones a los contribuyentes. Con esa subida de impuestos no sólo no lograrán recaudar lo estimado, sino que estrangularán todavía más a familias y empresas. La economía no podía estar en peores manos.