El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, le ha mostrado al Gobierno por dónde van las previsiones en su comparecencia en el Congreso acerca del proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2021. En términos coloquiales, le ha puesto los pies en el suelo a través de un baño de realidad.
Como ya hemos dicho en muchas ocasiones, el Gobierno pecaba de optimista en las previsiones que enviaba a Bruselas y en el cuadro macro en el que sustentaba tanto dichas previsiones como su proyecto de PGE: el PIB estimado caía menos en 2020 y se recuperaba robustamente en 2021, el déficit crecía menos de lo esperado con semejante incremento de gasto público, y la recaudación aumentaba de manera generosa con la subida de impuestos prevista por el Ejecutivo, que permitía una deuda algo menor de lo que parecería razonable alcanzar con esos componentes.
Nada de eso era sensato, ya lo sabíamos. Ahora, ha venido el gobernador del Banco de España a señalarlo. De esa manera, Hernández de Cos considera que la estimación de ingresos es optimista, habida cuenta de que la actividad económica no va a crecer como se estimaba por las nuevas restricciones y cierres productivos que están imponiendo. En un país con una estructura económica como la del nuestro, el cierre de la hostelería y el comercio, como se está llevando a cabo en diversas CCAA, supone un duro revés para la marcha de la actividad y del empleo, con el añadido de que muchas de esas empresas que se vean obligadas a cerrar no abrirán nunca más.
Adicionalmente, dentro de ese menor crecimiento que parece que puede llegar -como ha dicho, falta todavía mucha información para tener una imagen clara de lo que puede suponer- podría resentirse la estabilidad de los mercados de capitales y de las entidades financieras -el incremento de dudosos y fallidos puede empezar a ser notable, con las consiguientes provisiones y el obligado incremento de consumo de capital, que lastrarán a las entidades-, de manera que la situación económica podría complicarse, y mucho.
De esa forma, con una caída de la economía que se situaría en el escenario más adverso estimado por el Banco de España, la recaudación no podría alcanzar las cifras que estima el Gobierno de Sánchez, -un 9% de crecimiento- con lo que se añadiría una tensión adicional al déficit y, por tanto, también a la deuda. Es más, ha recomendado no aplicar ahora la subida tributaria, en medio de esta caída de la economía, que sólo podría hundirla más.
Paralelamente, percibe que el gasto puede incrementarse de manera notable, sobre todo si se comete el error de emplear los fondos europeos para sufragar gasto estructural, porque, entonces, el desequilibrio se mantendría permanentemente, con el menoscabo de nuestra sostenibilidad económica y financiera.
Eso nos lleva a un escenario en el que, por todo lo anterior, tendremos una mayor caída del PIB, una mayor destrucción de empleo, un mayor déficit y una deuda que crecerá todavía más, con probabilidad de llegar a lo estimado para su segundo escenario, que se sitúa en el 128,7% del PIB.
Otra crítica que ha realizado es la subida generalizada de sueldos públicos en un contexto en el que se prevé una inflación por debajo de la subida salarial acordada para los empleados públicos (0,9%). Considera que habría sido preferible unas subidas específicas, a los sanitarios, por ejemplo, según el gobernador, que extenderla a todos los puestos de empleo público.
Por último, también ha recordado que volver a ligar la revalorización de las pensiones a la inflación incrementará en tres puntos porcentuales el gasto en pensiones en los próximos treinta años, que dificultará todavía más su sostenibilidad.
En definitiva, el gobernador del Banco de España ha hablado con claridad y ha reflejado la realidad que el Gobierno se niega a ver. Una realidad que puede ser todavía peor si los políticos, con honrosas excepciones como Isabel Díaz Ayuso, siguen empeñados en volver a encerrarnos y parar todo. Deberían, en caso de imponer nuevas restricciones, bajarse el sueldo un diez por ciento por cada restricción adicional, para que percibiesen el inmenso daño que están infligiendo a tantas familias y empresas con el drama social que están generando.