El británico Adam Bartha es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Sheffield y Máster en Teoría Política por la London School of Economics. Tras completar sus estudios, dio el salto a Estados Unidos, donde trabajó en la división editorial del Independent Institute de California, y posteriormente regresó al Viejo Continente. De vuelta en Europa, se incorporó a Epicenter, una red europea de think tanks liberales con sede en Bruselas. Como director de dicha organización, Bartha es un buen conocedor de los grandes asuntos políticos y económicos de la Unión Europea. Libre Mercado se ha entrevistado con él para conocer sus impresiones sobre la crisis económica y sanitaria que ha precipitado la covid-19.
En pleno siglo XXI, se da la circunstancia de que nos golpeó una pandemia y casi todos nuestros gobiernos recurrieron a medidas de confinamiento propias de la Edad Media. Pero lo más sorprendente es que, más de medio año después, la respuesta contra la segunda ola vuelve a ser la misma.
Tenemos que decir alto y claro que hay decisiones sanitarias que se están tomando en muchos países, que tienen consecuencias muy importantes para nuestras libertades civiles y económicas y que no necesariamente responden a criterios científicos. El primer confinamiento podía justificarse en algunas situaciones, en algunos escenarios, en algunos casos… pero, como dices, ha pasado más de medio año y no se entiende que sigamos en la misma situación. Es importante hacer test masivos, rastrear contactos e intentar que la propagación sea limitada y moderada, pero eso no es sinónimo de cerrarlo todo.
El camino de la adaptación…
Creo que tenemos que buscar medidas efectivas, inteligentes y con el menor coste posible. Las mascarillas tienen efecto. El distanciamiento interpersonal también. No hay que oponerse a esas medidas, porque son asumibles y no tienen un coste tan elevado. Lo que sí tenemos que cuestionar son los confinamientos generalizados que limitan libertades fundamentales y le otorgan un poder excesivo al Estado, dejando además en ruinas la economía.
Ya lo creo que está en ruinas. En la Eurozona, caída del PIB del 8% en 2020. Y en España nos vamos al 12% o incluso 14%, dependiendo del análisis que tomes como referencia.
Muchos de los fundamentales de la economía europea estaban ya tocados antes de esta crisis. El crecimiento de la última década ha sido demasiado bajo como para sostener los estándares de vida a los que aspiramos todos. Los déficits fiscales, que generaron una crisis de deuda durante la Gran Recesión, sí avanzaban bien en muchos países miembros, pero no así en España o en Francia. Y me preocupa lo que puede pasar en 2021.
O sea, que lo peor podría estar aún por llegar.
Según mi entendimiento, en España se prepara una gran ofensiva fiscal, con aumentos en el IRPF, el IVA, el Patrimonio… Creo que este no es el camino que hay seguir para relanzar la economía, de hecho hay que hacer todo lo contrario para evitar que esta crisis se prolongue.
Si queremos una recuperación rápida, no podemos dedicarnos a disparar los impuestos, porque eso conduce a una crisis más larga y dura. Eso implica, a su vez, un desempleo más elevado. Además, alienta un claro desencanto hacia las instituciones, sobre todo entre los jóvenes, lo que solo contribuye a aumentar la popularidad de grupos políticos extremistas.
España parece ser, en efecto, uno de los pocos socios europeos que quiere salir de la crisis subiendo impuestos.
No es el momento de subir los ingresos, sino de cerrar los agujeros presupuestarios con gastos más eficientes, porque los aumentos fiscales minan nuestra capacidad de crecimiento, especialmente en circunstancias como las actuales. Este es un buen momento para revisar la fiscalidad y adoptar sistemas tributarios más ligeros, que apuesten por la competitividad, la sencillez y la neutralidad.
Tenemos encima de la mesa un gran fondo de "rescate" acordado a nivel europeo. ¿Funcionará? ¿O acabaremos sumidos en otra gran trifulca política?
Creo que la forma en que se ha articulado el "rescate" es más o menos razonable, porque hay cierta exigencia de condicionalidad, pero no dejan de ser 750.000 millones de euros y es difícil asegurar que se vayan a emplear bien. Para mi la clave es vincular esos fondos a reformas estructurales: flexibilizar el mercado de trabajo, desregular áreas de la economía donde la presión normativa es excesiva… Se puede dar por sentado que habrá un uso indebido de parte de los recursos europeos, por eso al menos espero que se introduzcan reformas económicas.
Entonces, ¿lo valora positivamente o cree que volverá a ser un fiasco?
Fue bueno que se llegase a un acuerdo rápido, que se frenase el nerviosismo que estaban mostrando los mercados, que Bruselas pueda negociar esta emisión de deuda de manera coordinada para asegurar que lo hace con los tipos de interés más bajos posibles… Todo eso creo que fue positivo.
Lo malo es que ahora esos fondos hay que desembolsarlos y gastarlos. En España y otros países del Sur de Europa sabemos que hay tremendas ineficiencias en el gasto público y esto puede contribuir a exacerbarlo. También me preocupan los países de Europa del Este, donde la segunda ola está siendo más dura y creo que su manejo de esos fondos puede ser muy lamentable y terminar en los bolsillos de oligarcas cercanos al poder.
A medio plazo, además, los países que aportan más fondos van a tener preguntas que algunos países no van a poder responder tan fácilmente y, en consecuencia, esto puede aumentar las divisiones en el seno de la Unión Europea.
No todos los países lo han hecho tan mal como España en el plano sanitario y económico…
Bueno, de hecho es imposible decir que ningún país lo haya hecho todo bien, pero sí hay ejemplos de socios comunitarios que han enfrentado la pandemia de manera bastante aceptable. Dinamarca, por poner un caso, ha salido razonablemente bien. Alemania también presenta un bagaje digno de mención. De Suecia se ha hablado mucho, sus números son peores que los de Dinamarca pero sí es verdad que no son tan malos como querían dar a entender los más críticos con su estrategia.