Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) suelen ser considerados como la ley más importante del año, ya que, además de fijar el destino de gastos e ingresos, marca, en gran medida, la política económica del Gobierno. Pero si los Presupuestos ya son importantes por sí mismos, mucho más en un momento tan delicado como el actual, en el que España se enfrenta a la mayor crisis económica desde la Guerra Civil, puesto que su diseño influirá de forma decisiva en el futuro de la economía nacional.
Y, a la vista de los datos, el Gobierno que encabezan Pedro Sánchez y Pablo Iglesias acaban de presentar los peores Presupuestos posibles de cara a facilitar la recuperación. Unas cuentas públicas históricas, según el Gobierno, pero en sentido negativo, por cinco razones básicas.
Previsiones irreales
En primer lugar, los PGE se sustentan sobre unas previsiones económicas irreales, y, al igual que sucede en la construcción, cuando los pilares no son sólidos, el edificio entero corre el peligro de derrumbarse. Si el cuadro macro sobre el que se elaboran las cuentas resulta demasiado optimista, los gastos e ingresos se desviarán y, como resultado, se incumplirán los objetivos de déficit y deuda.
Estas cuentas parten de la base de que el PIB caerá un 11,2% en 2020 para, posteriormente, crecer hasta un 9,8% en 2021, gracias en parte al impulso que otorgarán los 27.000 millones de euros procedentes de la UE en forma de subvenciones y ayudas. No existe ninguna previsión semejante hasta la fecha por parte de expertos o firmas de análisis, de modo que el Gobierno coge como referencia el escenario más optimista posible, especialmente si se tiene en cuenta que la llegada de esos fondos comunitarios no está garantizada ni en tiempo ni en forma, puesto que su reparto dependerá de la consecución de una serie de objetivos aún por determinar.
Además, el estado de alarma que ha decretado el Gobierno avanza la imposición de nuevas y duras restricciones para tratar de contener la ola de contagios de aquí a primavera, con el consiguiente daño a la economía. En caso de rebrotes, tal y como finalmente ha sucedido, el Banco de España estimaba que el PIB caería un 12,6% este año y apenas subirá un 4,1% el siguiente, sin tener en cuenta el impacto de los fondos europeos, muy lejos, en todo caso, del 9,8% que pregona el Ejecutivo.
Histórica subida de impuestos
El optimismo económico del Gobierno permite proyectar un repunte de la recaudación fiscal por parte del Estado del 13% interanual, hasta superar los 222.000 millones, casi 26.000 millones adicionales.
Y parte de esos ingresos extra provendrán de una larga e intensa subida de impuestos, equiparable al histórico sablazo fiscal que aprobó el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro a finales de 2011. En concreto, el Ejecutivo prevé recaudar cerca de 6.000 millones de euros en 2021 por dos vías, incluyendo alzas fiscales en los Presupuestos por valor de unos 1.800 millones y mediante figuras de nueva creación que se tramitan en otras leyes por importe de otros 4.200 millones.
Y esto incluye desde IRPF y Sociedades hasta Patrimonio, Impuestos Especiales o IVA. Sánchez e Iglesias insisten en que este aumento tributario lo pagarán las rentas altas y las grandes empresas, pero, según sus propias estimaciones, dicha factura apenas rondará los 1.000 millones (Patrimonio, Sociedades e IRPF), de modo que los 5.000 restantes serán sufragados tanto por pymes como por rentas medias y bajas en su mayor parte.
España es la única gran potencia que apuesta por subir los impuestos en lugar de bajarlos, cosechando de paso agrias críticas entre las empresas afectadas. Familias y compañías verán sus ingresos reducidos no sólo como consecuencia de la recesión, sino del aumento de la carga fiscal en el peor momento posible. Y si, a mayores, no se cumplen las previsiones de recaudación debido a la debilidad económica, el déficit y la deuda se desviarán aún más.
Gasto público récord
A ello se suma un incremento del gasto récord, tanto en términos porcentuales, un 13% interanual en el presupuesto consolidado -incluyendo Estado, Seguridad Social, organismos autónomos, agencias estatales y organismos públicos-, como en términos nominales, con casi 50.000 millones extra, hasta superar los 429.000 millones.
Además, dicho aumento no se relaciona directamente con la crisis sanitaria ni económica, sino con el electoralismo y el clientelismo políticos, tal y como evidencia el alza de las pensiones o de sueldos públicos en un contexto de inflación negativa o el incremento de subvenciones de todo tipo.
Déficit y deuda insostenibles
Tal es el nivel de gasto que, pese a la optimista recuperación que estima el Gobierno y la histórica subida de impuestos, el déficit seguirá rozando el 8% del PIB a cierre de 2021. Este colosal desequilibrio entre ingresos y gastos supondrá una presión añadida a las finanzas públicas, ya que la deuda rondará el 120% del PIB, un nivel inédito en el último siglo, lastrando con ello la solvencia del Estado a poco que se produzcan turbulencias financieras o se retiren los estímulos monetarios del Banco Central Europeo.
Sin reformas y con más rigideces
Por último, estos presupuestos no sólo no incluyen ni una sola reforma estructural, clave para impulsar el crecimiento y la creación de empleo, sino que avanza la imposición de nuevas y graves rigideces en materia económica y fiscal, tales como la posibilidad de fijar el precio de los alquileres o la temida "armonización fiscal" a nivel autonómico, empezando por el Impuesto de Patrimonio.
En definitiva, unos Presupuestos irreales que contienen fuertes y generalizadas subidas de impuestos, elevan el gasto a niveles récord, agravan la sostenibilidad de las cuentas públicas y dificultan la actividad económica en uno de los momentos más dramáticos y delicados de la reciente historia de España.